Frente de Clases y
Frente de Clase
Eduardo Ibarra
El
proletariado y en general las clases trabajadoras no constituyen un sector con
una ideología y una política homogéneas. Ya Mariátegui señalaba en 1924:
La variedad de
tendencias y la diversidad de matices ideológicos es inevitable en esa inmensa
legión humana que se llama el proletariado. La existencia de tendencias y
grupos definidos y precisos no es un mal; es por el contrario la señal de un
período avanzado del proceso revolucionario. Lo que importa es que esos grupos
y esas tendencias sepan entenderse ante la realidad concreta del día. Que no se
esterilicen bizantinamente en exconfesiones y excomuniones recíprocas. Que no
alejen a las masas de la revolución con el espectáculo de las querellas
dogmáticas de sus predicadores. Que no empleen sus armas ni dilapiden su tiempo
en herirse unos a otros, sino en combatir el orden social, sus instituciones,
sus injusticas y sus crímenes. (Ideología
y política. El 1° de mayo y el frente único).
Mariátegui
se refería, claro está, a las diversas tendencias ideológicas que actuaban en
el movimiento obrero peruano de su tiempo. Mariátegui tenía pues en cuenta esta
diversidad en su lucha por construir el frente unido sindical de la clase
obrera, así como la necesidad y la posibilidad real de la unidad de aquellas
tendencias.
En el plano político, la construcción del frente unido
del pueblo peruano tiene lugar asimismo sobre una diversidad ideológica y
política. Como hemos sostenido en el folleto “Por la construcción del frente
unido del pueblo peruano (primera parte)”,
… lo
característico del frente es que se trata de la unidad de diversas clases y
distintas fuerzas ideológico-políticas en la lucha común contra el enemigo
común, es decir, el frente se revela como la unidad de una diversidad social,
ideológica, política y orgánica; es, por lo tanto, la unidad de los dispares;
al mismo tiempo, por la lucha contra el enemigo común, el frente es la unidad
de los afines y, por eso, las distintas fuerzas se encontrarán y juntarán finalmente.
Este
es, pues, el caso del frente de clases, así en plural, sobre el cual no nos
vamos a extender en estas líneas.
Ahora bien, dada la dispersión orgánica del partido del
proletariado peruano, derivada de algunas escisiones, la lucha de las clases
trabajadoras exige la unidad de las diversas fuerzas marxista-leninistas. Esta
unidad puede consumarse con la finalidad de establecer la necesaria dirección
unificada de tal lucha. Pero, a más de esta finalidad básica, puede realizarse
asimismo con el objetivo de impulsar la reconstitución del partido de
Mariátegui.
La realización de esta doble tarea hace necesario establecer
una Dirección Provisional que represente la lucha de los marxista-leninistas
por su unidad orgánica.
Pero es posible que, por incomprensión, prejuicio o sectarismo,
la tarea de la Reconstitución no sea asumida por todas o la mayoría de las
fuerzas marxista-leninistas, o incluso que sea asumida por una sola de tales fuerzas.
En este último caso lo mismo tendría que elegirse una Dirección Provisional que
lleve hasta el fin la reconstitución del Partido.
Materiales sobre la Reconstitución en lo ideológico, en
lo teórico, en lo político y en lo orgánico han sido publicados en el Blog CREACIÓN HEROICA y seguirán
publicándose otros más, así como han sido publicados y seguramente seguirán
siendo publicados materiales de otra procedencia.
Pero en la medida en que hay materiales que faltan (sobre
la situación actual del país, la situación mundial, el programa general del
Partido, el programa común del pueblo peruano, etcétera), lo avanzado hasta hoy
hace pertinente intercambiar ideas sobre la necesidad de establecer una Dirección
Provisional del Partido que, como sería natural, tendría que operar como un
espacio de investigación y debate.
¿En el movimiento marxista-leninista la incomprensión de
la necesidad ineludible de la Reconstitución podrá más que la conciencia de
clase proletaria? ¿Podrá más el prejuicio que esta conciencia? ¿Podrá más el sectarismo?
Las diversas fuerzas marxista-leninistas y los activistas
de la causa proletaria sin militancia orgánica, están pues ante un verdadero reto
histórico.
03.06.2023.
Por Qué Reconstitución del
Partido de Mariátegui
E.I.
Como puede constatarse, el concepto reconstitución del partido de
Mariátegui no siempre ha sido debidamente comprendido e, incluso, ha sido
alegremente abandonado por un cierto grupo y, finalmente, no es asumido hasta
hoy mismo por algunas fuerzas marxista-leninistas. Esta realidad hace necesario
volver sobre esta fundamental cuestión a fin de esclarecernos.
I
El Partido Socialista del Perú, fundado el 7 de octubre de 1928, fue un
partido adherido al marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario, con
una correcta concepción de la revolución, una igualmente correcta línea
política (táctica incluida), una militancia pensante y operante y con un
carácter clandestino, aunque proyectado con un estatus legal que no tenía por
qué negar dicho carácter. Esta realidad partidaria determina una relación
necesaria entre el pasado y el presente históricos del proletariado peruano, la
absoluta necesidad de reconstituir el partido de Mariátegui. Precisamente Mariátegui
señalaba:
Los verdaderos revolucionarios, no proceden nunca
como si la historia empezara con ellos. Saben que representan fuerzas
históricas, cuya realidad no les permite complacerse con la ultraísta ilusión
verbal de inaugurar todas las cosas.
Esta justa observación permite comprende
exactamente la relación necesaria aludida arriba, la obligatoriedad de superar
toda ilusión de inaugurar la teoría del partido el proletariado peruano, la
necesidad de reconstituir el partido de Mariátegui.
Por esta razón, es menester recapitular aquí el contenido
del proyecto mariateguiano de partido, los caracteres fundamentales del Partido
Socialista del Perú. Procedamos.
En la tesis «Antecedentes y desarrollo de la acción
clasista», el autor de 7 ensayos
recordó:
Mariátegui regresa en
este tiempo de Europa [1923], con el propósito de trabajar por la organización
de un partido de clase1.
Tal propósito expresaba un acuerdo del «Comité de Génova», primera célula
marxista peruana constituida en 1922.
En la carta colectiva a la
«célula de México», Mariátegui sostuvo:
Los elementos de
izquierda que en el Perú concurrimos a su formación [del Apra], constituimos de
hecho –y organizaremos formalmente– un grupo o Partido Socialista, de filiación
y orientación definidas2.
De esta forma, a más de definir a su grupo como Partido Socialista, el
maestro anunció la organización formal de este partido.
En carta del 31 de diciembre de 1928 a Eudocio Ravines,
Mariátegui sostuvo:
Cualquiera que sea el sesgo que sea la política nacional, y en particular
la acción de los elementos con que hasta ayer habíamos colaborado identificados
en apariencia –hemos descubierto ahora que era en apariencia– los intelectuales
que nos hemos entregado al socialismo, tenemos la obligación de reivindicar el
derecho de la clase obrera a organizarse en un partido autónomo3.
Aquí, frente al proyecto de Haya de la Torre de fundar un partido
doctrinariamente heterogéneo, el primer marxista de América reivindicó el derecho de la clase obrera a organizarse
en un partido de clase, es decir, en un partido marxista-leninista.
En carta del 30 de julio de 1929 a Arroyo Posadas,
Mariátegui escribió:
Todos los elementos
responsables y autorizados de nuestra tendencia ideológica, están con nosotros,
en el trabajo de dar vida a una agrupación definida, realista, de masas4.
Y, en carta del 14 de octubre del mismo año a César Vallejo, expresó la
idea citada de un modo más exacto aún:
… no cejaré en el empeño
de dar vida a un partido de masas y de ideas, el primer gran partido de masas y
de ideas de toda nuestra historia republicana5.
El proyecto de partido de Mariátegui, así pues, era de un partido de masas
y de ideas, de un partido de masas marxista-leninista. De esta forma tuvo en
cuenta el tipo de organización que le permite a las clases trabajadoras acceder
al poder. Pero, según prueba su acción partidaria, no contrapuso el concepto de
partido de masas al concepto de partido de cuadros, pues lo que intentó fundar
públicamente en marzo de 1930, fue precisamente un partido de este tipo (cosa
que no se concretó, sin embargo, por causas ajenas a su voluntad), lo cual
significó un replanteamiento de la cuestión de la constitución del Partido, en
el sentido de que permite reconocer la Reunión de Barranco del 7 de octubre de
1928 como la Reunión Fundacional del Partido Socialista del Perú. En otras
palabras, el proyecto de partido de Mariátegui aparece, en la práctica, como un
proceso que iba del partido de cuadros al partido de masas.
En resumidas cuentas, Mariátegui tuvo toda la razón del
mundo al definir al PSP como una
… facción orgánica y
doctrinariamente homogénea…6
Esta definición implícita del PSP es particularmente
importante, pues liquida todas las especulaciones, viejas y nuevas, acerca de
un nivel orgánico secreto permanente en el Partido. El PSP fue un partido orgánica y doctrinariamente homogéneo.
II
El partido de masas es una variante del partido de cuadros, pues, por una
parte, aquel partido no deja de ser un partido de dirigentes, y, por otra
parte, porque se revela como la continuación de la fuerte ligazón del partido
de cuadros con las masas, es decir, de su carácter
de masas. En el lenguaje habitual de los marxistas, partido de masas quiere
decir, entonces, partido con un extenso número de militantes.
Partido de ideas quiere decir partido con una filiación
marxista-leninista, con una teoría de la realidad y la revolución peruanas y
una teoría del proceso y la situación concreta de la revolución mundial. En los
años veinte, todo ello fue obra de Mariátegui.
III
En el «Mensaje al Congreso Obrero», el maestro escribió:
El marxismo, del cual
todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre todo, comprenden, es un método
fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la
realidad, en los hechos. No es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de
principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y
todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña de la
historia. El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el
ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades7.
Así, Mariátegui sostuvo el principio de aplicar la verdad universal del
marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución peruana.
En Defensa del
marxismo, subrayó:
… la revolución rusa, en
Lenin, Trotsky y otros, ha producido un tipo de hombre pensante y operante…
Marx inició este tipo de
hombre de acción y de pensamiento8.
De esta forma propugnó la cualidad pensante y operante de la militancia
partidaria.
En el «Programa del Partido» («Principios programáticos
del Partido Socialista»), acordó:
El marxismo-leninismo es
el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El
Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha9.
De este modo los fundadores reconocieron el desarrollo del marxismo que
tuvo lugar con el surgimiento y desarrollo del leninismo.
También acordó Mariátegui:
La organización de los obreros y campesinos con carácter netamente clasista
constituye el objeto de nuestro esfuerzo y nuestra propaganda, y la base de la
lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional.
(…) De
acuerdo con las condiciones concretas actuales del Perú, el Comité concurrirá a
la constitución de un partido socialista, basado en las masas obreras y
campesinas organizadas10.
Así
proporcionó una idea de la ligazón del PSP con la clase y las masas, lo mismo
en su fase de partido de cuadros como en su proyectada fase de partido de
masas.
En el «Prefacio a “El amauta Atusparia”», sostuvo:
Cuando la revuelta
aspiró a transformarse en una revolución, se sintió impotente por falta de
fusiles, de programa y de doctrina11.
Es decir, Mariátegui estableció la necesidad de los tres instrumentos de la
revolución: ejército revolucionario, frente unido del pueblo y partido de
clase.
En el artículo «“La revolución mexicana”, por Luis
Araquistain», subrayó:
… una revolución
continúa la tradición de un pueblo, en el sentido de que es una energía
creadora de cosas e ideas que incorpora definitivamente en esa tradición
enriqueciéndola y acrecentándola. Pero la revolución trae siempre un orden
nuevo, que habría sido imposible ayer. La revolución se hace con materiales
históricos; pero, como diseño y como función, corresponde a necesidades y
propósitos nuevos12.
De esta guisa mantuvo que la revolución socialista es la continuación
histórica de las tradiciones positivas de un pueblo, pero que, como plan y como
función, corresponde al objetivo de tomar el poder, edificar el socialismo y
realizar el comunismo.
Así, pues, en conclusión, el Partido Socialista del Perú
presentó los siguientes caracteres fundamentales: en lo ideológico, el
marxismo-leninismo; en lo teórico, el principio de integrar el
marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución peruana; en lo
político, una línea y una táctica ajustadas a nuestra realidad concreta; en lo
orgánico, una militancia pensante y operante.
IV
Pues bien, las citadas tesis de Mariátegui, ¿se ajustan a la concepción
marxista de la revolución y del partido proletario?
Engels reveló:
[Para que el
proletariado] sea lo bastante fuerte como para triunfar en el día decisivo,
[debe] formar un partido independiente, distinto de todos los demás y opuesto a
ellos, un partido clasista y consciente… eso es lo que Marx y yo hemos
propugnado desde 184713.
Por eso señaló, casi a manera de ejemplo, que la Liga de los Comunistas
tuvo sus orígenes
… en “dos corrientes
independientes”: de una parte, “un puro movimiento de los trabajadores”, y, por
la otra, “un movimiento teórico, proveniente de la desintegración de la
filosofía hegeliana”, asociado predominantemente con Marx. “El Manifiesto
comunista de 1848”, agregaba, “marca la fusión de ambas corrientes”14.
De esta manera el autor del Origen de
la familia expresó la realidad de que el partido del proletariado es un
partido que resulta de la fusión del comunismo científico con el movimiento
obrero.
Por otra parte, Lenin sostuvo:
La historia…
ha confirmado hoy a gran escala, a escala histórica universal, la opinión que
hemos defendido siempre, a saber: que la socialdemocracia revolucionaria alemana… estaba más
cerca que nadie de ser el partido que necesitaba el proletariado revolucionario
para triunfar15.
Y, en el mismo lugar, precisó:
Al surgir en
1903, el bolchevismo heredó la tradición de lucha implacable contra el
revolucionarismo pequeño burgués, semianarquista (o capaz de coquetear con el
anarquismo), tradición que había existido siempre en la socialdemocracia
revolucionaria y que se consolidó, sobre todo, en nuestro país de 1900 a 1903, cuando se sentaron las bases del partido de
masas del proletariado revolucionario de Rusia16.
Pero además, el jefe bolchevique afirmó:
El dialéctico Engels, en
el ocaso de su existencia, sigue siendo fiel a la dialéctica. Marx y yo –nos
dice– teníamos un hermoso nombre, un nombre científicamente exacto, para el
partido, pero no teníamos un verdadero
partido, es decir, un Partido proletario de masas17.
Es decir, así como para Marx y Engels, también para Lenin un «verdadero
partido» es un partido marxista-leninista de masas.
V
En 1895, Engels sostuvo:
Si han
cambiado las condiciones de la guerra entre naciones, no menos han cambiado las
de la lucha de clases. La época de los ataques por sorpresa, de las
revoluciones hechas por pequeñas minorías conscientes a la cabeza de las masas
inconscientes, ha pasado. Allí donde se trate de una transformación completa de
la organización social, tienen que intervenir directamente las masas, tienen
que haber comprendido ya por sí mismas de qué se trata, por qué dan su sangre y
su vida. Esto nos lo ha enseñado la historia de los últimos cincuenta años. Y
para que las masas comprendan lo que hay que hacer, hace falta una labor larga
y perseverante. Esta labor es precisamente la que estamos realizando ahora, y
con un éxito que sume en la desesperación a nuestros adversarios18.
Por su parte, Mariátegui subrayó:
Una revolución no es un golpe de mano. Es una obra multitudinaria. Es una
obra de la historia. Los comunistas lo saben bien. Su teoría y su praxis se han
forjado en la escuela y en la experiencia del materialismo histórico. No es
probable, por ende, que se alimenten de ilusiones19.
Tanto la cita de Engels como la de Mariátegui, permiten
afirmar que la revolución de masas no
puede ser dirigida hasta la victoria sino por un partido de masas20. Consciente de esta verdad, ya en 1906 Lenin llamó a
transformar el partido bolchevique en un partido de masas. Así, en un proceso
más o menos prolongado, el partido bolchevique alcanzó la condición de partido
de masas en 1917, lo que permitió que
alcanzase el poder en octubre del mismo año (7 de noviembre según el calendario
gregoriano).
En octubre de 1939, Mao llamó a transformar
el PCCh en un partido de masas:
… construir un Partido
Comunista de China bolchevizado que abarque todo el país, tenga un amplio
carácter de masas y esté plenamente consolidado en los terrenos ideológico,
político y organizativo. Es imperioso para la victoria de la revolución china
construir tal Partido, y ya están dadas, en lo fundamental, las condiciones
subjetivas y objetivas para ello…21
Así, transformado ya en un partido de masas, el PCCh tomó el poder en 1949.
Si la transformación completa de la organización social
vigente no puede ser sino una obra multitudinaria, entonces los
marxista-leninistas no pueden alimentarse de la ilusión de que una pequeña
minoría consciente a la cabeza de las masas inconscientes pueda conducir la revolución a la victoria.
Precisamente, como ninguna otra en la
historia, la revolución socialista es una revolución de masas y, por eso,
insistimos: esta revolución solo puede alcanzar el triunfo si es dirigida por
un partido de masas.
Así, pues, el proyecto mariateguiano de un
partido de masas (de masas y de ideas), corresponde
completamente a la teoría marxista y a la experiencia histórica del
proletariado.
VI
El concepto de reconstitución significa retomar los fundamentos
ideológicos, teóricos, políticos y orgánicos del partido de Mariátegui y,
concomitante con ello, retomar el proyecto de un partido de masas partiendo de
un partido de cuadros.
Brevemente, el fundamento ideológico del PSP fue el
marxismo-leninismo y, por eso, su fundamento teórico fue la aplicación de esta
doctrina a las condiciones concretas del Perú; su fundamento político fue la
línea y la táctica de la revolución peruana y, como consecuencia, su fundamento
orgánico fue su unidad y su cohesión sobre la base de su homogeneidad
ideológica y política.
Mariátegui señaló:
8º-Cumplida su etapa democrático burguesa, la revolución deviene en sus
objetivos y en su doctrina revolución proletaria. El partido del proletariado,
capacitado por la lucha para el ejercicio del poder y el desarrollo de su
propio programa, realiza en esta etapa las tareas de la organización y defensa
del orden socialista.
9º-El
Partido Socialista del Perú es la vanguardia del proletariado, la fuerza
política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la
realización de sus ideales de clase22.
Como vemos, en estas afirmaciones –ni en ninguna otra, por lo demás–
Mariátegui plantea la constitución del Partido para «la guerra popular» o para cualquier otra forma específica de
lucha. Es decir, el Partido ni se constituye ni se reconstituye
específicamente para una determinada forma de lucha, así se trate de la forma principal
en una situación concreta23. O sea, el Partido se constituye para la revolución y se reconstituye también
para la revolución.
No obstante, con su «reconstitución del partido para la
guerra popular», el revisionismo de «izquierda» llevó adelante una
reconstitución unilateral, limitada y limitante24. Por su parte, el liquidacionismo de derecha terminó como tenía que
terminar: renunciando a la Reconstitución.
De hecho, el fondo ideológico y político de tales
posiciones con respecto a la Reconstitución es la negación, desde puntos de
vista formalmente diferentes, de los fundamentos del partido de Mariátegui.
Veamos esto.
Mariátegui acordó el marxismo-leninismo como la base de
unidad del PSP, por la sencilla razón de que correctamente los fundadores
entendieron el leninismo como el marxismo de nuestra época.
Pero, haciendo a un lado el método de Stalin para
dilucidar el desarrollo del marxismo y replicando a algunos autores nacionales
y extranjeros, el revisionismo de «izquierda» publicitó el maoísmo como
«tercera etapa del marxismo». De esta forma negó el leninismo como el marxismo
de la época del imperialismo y de la revolución proletaria y el hecho de que el
marxismo se ha desarrollado por épocas25. Por su parte, el liquidacionismo de derecha ha abjurado sin más del
marxismo-leninismo.
Mariátegui fue maestro en la aplicación creadora del
marxismo-leninismo a las condiciones concretas de la revolución peruana, y no
hace falta extendernos en la fundamentación de esta reconocida verdad.
Pero el revisionismo de «izquierda» aplicó mecánicamente
la verdad universal. Por su parte, el liquidacionismo de derecha aplica en
cuestiones decisivas el revisionismo, y no el marxismo.
Mariátegui trazó la línea política y la táctica de la
revolución peruana en consonancia con nuestra realidad concreta.
Pero el revisionismo de «izquierda» negó dicha línea
política al ignorar la particularidad de nuestra realidad (especialmente con
respecto a la realidad de la vieja China). Por su parte, el liquidacionismo de
derecha niega la línea política mariateguiana con su pretendido «camino
municipal al socialismo» y su libresca asunción de la teoría engelsiana del
termómetro del sufragio.
Mariátegui construyó el PSP como un partido orgánicamente
homogéneo sobre la base del marxismo-leninismo y propugnó una militancia
pensante y operante.
Pero el revisionismo de «izquierda» construyó un partido
sobre la base del llamado «marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo», y
estableció una relación teológica entre sus militantes y su jefatura. Por su
parte, siguiendo a Julio Portocarrero, Hugo Pesce y Jorge del Prado, el
liquidacionismo de derecha postula un partido con dos niveles orgánicos
doctrinariamente desemejantes, es decir, un partido doctrinariamente heterogéneo,
y ha promovido la servidumbre mental de sus miembros con respecto a quien funge
de cabeza de los mismos.
El resultado de esta negación de los fundamentos del
partido de Mariátegui, es que, desde hace décadas, tanto el revisionismo de
«izquierda» como el liquidacionismo de derecha se encuentran en una posición
contraria a la Reconstitución.
VII
Como hemos visto, los fundamentos del partido de nuestro proletariado
existen desde los tiempos primeros del Socialismo Peruano. Por lo tanto,
actualmente los marxistas afrontan la tarea de defender tales fundamentos y
materializarlos en un partido unido. ¿No sostenemos los marxistas que el
pensamiento de Mariátegui está vigente? Pues, en consecuencia, para todas las
organizaciones, grupos y personas marxista-leninistas, la cuestión se presenta
así: 1) adhesión al marxismo-leninismo (que hoy tiene que ser entendido como la
doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao); 2) integración de la verdad
universal del marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución
peruana; 3) desarrollo de la línea política y la táctica mariateguianas y
definición del tipo de forma superior de lucha que corresponde a la realidad
actual; 4) construcción de un partido de cuadros, pensantes y operantes,
fuertemente ligado a la clase y las masas y su transformación, llegado el
momento propicio, en un partido de masas por la extensa cantidad de sus
militantes.
He ahí todo el «secreto» de la Reconstitución, todo su
contenido esencial, todo lo que, por lo tanto, exige la unidad de los
marxista-leninistas26. Ahora bien, si en el movimiento marxista-leninista hay todavía quienes eluden
el término reconstitución, en cambio no hay nadie que eluda el concepto que
encierra: los vigentes fundamentos del Partido establecidos por Mariátegui,
suficientemente expuestos en las presentes notas. Por lo tanto, cualquier
incomprensión acerca de la pertinencia del término reconstitución27, se diluye en la práctica de quienes transitan el camino de la
construcción de un partido marxista-leninista. Dicho de otro modo, si, por
cualquier motivo, se es esquivo con respecto al término reconstitución, en
cambio ningún marxista puede mostrarse adverso al marxismo-leninismo y al
pensamiento de Mariátegui28. Por lo tanto, la no asunción del término reconstitución aparece como un
puro prejuicio. Y, como es de conocimiento general, el marxismo es contrario a
todo prejuicio29.
11.08.2022.
___________
(1) Ideología
y política, 1986, p. 100.
(2) Martínez, Ricardo, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, Lima,
t. II, p. 301; en adelante, Apuntes.
(3) José
Carlos Mariátegui, Correspondencia 1915-1930, Empresa Editora Amauta, Lima,
1984, t. II, p. 490; en adelante, Correspondencia.
(4) Ob cit.,
t. II, p. 611.
(5) Anuario
Mariateguiano, v. I, nº 1, EEA, Lima, 1989, p. 146.
(6) Martínez, Ricardo, Apuntes, p. 300. En el contexto de la carta donde aparece la cita,
no puede caber ninguna duda que Mariátegui estaba definiendo al partido cuya
fundación anunciaba en el mismo lugar.
(7) Ideología
y política, pp. 111-112.
(8) Defensa
del marxismo, 1988, p. 44.
(9) Ideología
y política, p. 160.
(10) Martínez, Ricardo, Apuntes, t. II, p.
(11) Ideología
y política, pp. 186-187.
(12) Temas
de nuestra América, 1988, p. 93.
(13) Teoría
marxista del partido político, autores varios, Ediciones Pasado y Presente,
Córdova, p. 133; cursivas nuestras.
(14) Citado por Monty Jhonstone en Teoría marxista del partido político, p.
108.
(15) Obras
escogidas en doce tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1977, t. XI, p. 14.
(16) Ob.
cit., p. 13; cursivas nuestras.
(17) El
estado y la revolución, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1975, p.
99; cursivas nuestras.
(18) «Introducción» a Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 de Marx, ELE, Moscú,
s.f., p. 24.
(19) La
escena contemporánea, 1988, p. 135.
(20) Lenin señaló con acierto: «Yo no excluyo en
absoluto que la revolución pueda ser iniciada también por un partido muy
pequeño y llevada hasta la victoria. Pero es necesario conocer los métodos para
ganarse a las masas.» (Discursos
pronunciados en los congresos de la Internacional Comunista, recopilación,
editorial Progreso, Moscú, s.f., p. 105). Es decir, la victoria de la
revolución es posible únicamente si es conducida por un partido de masas, tanto
si el partido existiera como un partido pequeño con fuerte ligazón con las
masas y, por lo tanto, como un partido de masas por su carácter, como si existiera como un partido de
masas por la extensa cantidad de sus
militantes.
(21) Obras
escogidas, ELE, Pekín, 1972, t. II, p. 293.
(22) Ideología
y política, p. 182.
(23) Ciertamente la forma principal de lucha en
una situación determinada exige un reajuste de la organización partidaria, pero
esto no es lo mismo que la Reconstitución.
(24) Ver Ibarra, Eduardo, El pez fuera del agua. Crítica al ultraizquierdismo gonzaliano, Jaime
Lastra Editor, Lima, 2010.
(25) Ver Ibarra, Eduardo, El desarrollo de la teoría del proletariado y el problema de su
denominación, Ediciones Creación Heroica, Lima, 2012.
(26) Esta unidad no es una condición de la
Reconstitución, pero si se alcanzase significaría un impulso ciertamente
importante para llevar hasta el fin la mencionada tarea.
(27) El término reconstitución hace parte de la
literatura marxista desde las primeras décadas del siglo XX y, concretamente,
la frase reconstitución del Partido de Mariátegui encierra un concepto rico en
contenido, un concepto que abre un caudal de posibilidades reales para
solucionar problemas fundamentales de la revolución peruana.
(28) Como se sabe, los liquidadores han
renunciado al marxismo-leninismo y tergiversado el pensamiento de Mariátegui en
cuestiones dirimentes fundamentales y, por eso, es natural que hayan renunciado
también a la tarea de la Reconstitución (de la cual fueron formalmente
partidarios y prácticamente adversarios), y que, como consecuencia, propugnen
ahora un partido doctrinariamente heterogéneo, mostrando así, sin ruborizarse,
su abjuración de los fundamentos ideológicos, teóricos, políticos y orgánicos
establecidos por Mariátegui.
(29) Por lo demás, es un hecho que el concepto de
Reconstitución, en su correcto significado, ha surgido recién en el presente
siglo (ver Ibarra, Eduardo, El partido de
Mariátegui hoy: Constitución, nombre, reconstitución).
E.I.
I
La reconstitución del partido de Mariátegui es la
asunción de sus fundamentos en lo ideológico, teórico, político y orgánico. Veamos,
pues, estos fundamentos.
Fundamento ideológico. En el numeral 4 del
«Programa del Partido» («Principios programáticos del Partido Socialista»), se lee lo siguiente:
El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios.
El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha. (Ideología y política, 1986, p. 160).
Cualquier marxista –incluso cualquier persona inteligente
que lea sin prejuicios– entenderá que el citado acuerdo de los fundadores del
PSP –redactado por Mariátegui, como todo el programa– es prueba irrefutable de
la filiación marxista-leninista del Partido (y del propio Mariátegui,
obviamente)1.
Como es
indiscutible, este fundamento ideológico del PSP está vigente. Pero, por cuanto
el surgimiento del pensamiento de Mao comportó un nuevo desarrollo de la doctrina
del proletariado, el contenido del término marxismo-leninismo cobró un enriquecimiento;
así, desde hace ya buen tiempo comprende el pensamiento de Mao. Por eso la
formulación de la doctrina proletaria como la doctrina de Marx, Engels, Lenin,
Stalin, Mao, es completamente legítima2.
En conclusión,
el partido se reconstituye sobre la base ideológica del marxismo-leninismo o doctrina
de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao.
Fundamento teórico. En carta a la
redacción del Boletín de la Universidad Popular González Prada (enero de 1927),
Mariátegui sostuvo:
Hace año y medio propuse la organización de una
especie de seminario de estudios económicos y sociológicos, que se proponga en
primer término la aplicación del método marxista al conocimiento y definición
de los problemas del Perú. Hoy renuevo mi propósito. (Martínez, Apuntes para una interpretación marxista de
historia social del Perú, t. II, p. 272; en adelante, Apuntes).
Esta aplicación del marxismo reclamada por Mariátegui aparece
similar, en el contexto general de su pensamiento y a pesar de sus términos, al
principio de aplicar la verdad universal del marxismo-leninismo a la práctica
concreta de la revolución peruana. ¿Acaso el «Programa del Partido», redactado
por Mariátegui, hay que insistir, no sostiene que el PSP adopta el
marxismo-leninismo «como su método de lucha», es decir, como su instrumento de
transformación revolucionaria de nuestra realidad?3
Como es
indiscutible, este fundamento del partido de Mariátegui está vigente y, por lo tanto,
el partido se reconstituye sobre la base teórica del principio de aplicar el
marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución peruana.
Fundamentos políticos. Mariátegui
expresó la concepción de la revolución del PSP en términos meridianos:
Una revolución no
puede ser predicha a plazo fijo. Sobre todo, una revolución no es un golpe de
mano. Es una obra multitudinaria. Es una obra de la historia. Los comunistas lo
saben bien. Su teoría y su praxis se han
formado en la escuela y en la experiencia del materialismo histórico. No es
probable, por ende, que se alimenten de ilusiones. (La escena contemporánea, 1988, p. 135).
Una revolución
continúa la tradición de un pueblo, en el sentido de que es una energía
creadora de cosas e ideas que incorpora definitivamente en esa tradición
enriqueciéndola y acrecentándola. Pero la revolución trae siempre un orden
nuevo, que habría sido imposible ayer. La revolución se hace con materiales
históricos; pero, como diseño y como función, corresponde a necesidades y
propósitos nuevos. (Temas de nuestra
América, 1988, p. 93).
Todo el
trabajo de organización de las masas anterior y posterior a la fundación del
PSP, así como la teorización mariateguiana sobre las cuestiones particulares de
la revolución peruana, son expresiones de dicha concepción. Conforme a ella y
teniendo en cuenta la situación concreta, Mariátegui esclareció elementos
vertebrales de la línea política del PSP:
Los hechos se
encargaron de demostrar a los radicales chilenos que los cauces legales no
pueden contener una acción revolucionaria. (Temas
de nuestra América, p. 143).
Cuando la revuelta
aspiró a transformarse en una revolución, se sintió impotente por falta de
fusiles, de programa y de doctrina4. (Ideología y política, pp. 186-187).
… la praxis marxista…
propone precisamente la conquista del poder político como base de la
socialización de la riqueza. (Defensa del
marxismo, 1988, p. 26).
Así
quedaron esclarecidos el cauce de la revolución, la necesidad de tres
instrumentos para llevarla al éxito y la ligazón entre el poder político y la
socialización de la riqueza.
En cuanto al cauce de la revolución, la afirmación de
Mariátegui implica que dicho cauce es la acción directa de las masas. Precisamente de esta acción es que surgirá la
Creación Heroica del Pueblo Peruano.
En cuanto a los tres instrumentos de la revolución, es un
hecho que el PSP estaba en camino de consumar el frente unido del pueblo
peruano sobre la base de los principios frenteunitarios expuestos por
Mariátegui en el artículo «El 1º de mayo y el frente unido»:5
Formar un frente
único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una
necesidad urgente.
El frente único no
anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen.
No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina
única. Es una acción contingente, concreta, práctica. El programa del frente
único considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda abstracción
y de toda utopía. Preconizar el frente único no es, pues, preconizar el
confusionismo ideológico. Dentro del frente único cada cual debe conservar su
propia filiación y su propio ideario. Cada cual debe trabajar por su propio
credo. Pero todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados
por la lucha contra el adversario común, ligados por la misma voluntad
revolucionaria, y la misma pasión renovadora.
Las masas reclaman la
unidad. Las masas quieren fe. Y, por eso, su alma rechaza la voz corrosiva,
disolvente y pesimista de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz
optimista, cordial, juvenil y fecunda de los que afirman y de los que creen. (Ideología y política, pp. 108, 109 y
110)
Y,
ya constituido el PSP, en la reunión del 4 de marzo su Comité Central aprobó
una moción en la cual se lee:
El P.S. reconoce que
dentro de las condiciones nacionales, la realidad nos impondrá la celebración
de pactos y alianzas generalmente con la pequeña burguesía revolucionaria. El
P.S. podrá formar parte de estas alianzas de carácter revolucionario, pero, en todo
caso, reivindicará para el proletariado la más amplia libertad de crítica, de
acción, de prensa y de organización. (Martínez, Apuntes, t. II, p. 448).
Alianza
revolucionaria y, en este marco, la más completa independencia de la tendencia
proletaria, marxista-leninista: he aquí la posición que mantuvo el PSP.
Pero además, Mariátegui esclareció:
El
anti-imperialismo, para nosotros, no constituye ni puede constituir, por sí
solo, un programa político, un movimiento de masas apto para la conquista del
poder. El anti-imperialismo, admitido que pudiese movilizar al lado de las
masas obreras y campesinas, a la burguesía y a la pequeña burguesía
nacionalistas (ya hemos negado terminantemente esta posibilidad) no anula el
antagonismo entre las clases, no suprime su diferencia de intereses.
Ni la
burguesía, ni la pequeña burguesía en el poder pueden hacer una política
anti-imperialista. Tenemos la experiencia de México, donde la pequeña burguesía
ha acabado por pactar con el imperialismo yanqui.
Sin
prescindir del empleo de ningún elemento de agitación anti-imperialista, ni de
ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente pueden
concurrir a esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que
sólo la revolución socialista opondrá al avance del imperialismo una valla
definitiva. (Ideología y política,
pp. 90 y 91).
Estas
afirmaciones son un deslinde categórico con el anti-imperialismo burgués y
pequeño burgués. Así como la experiencia de México de la que habló Mariátegui,
ahora tenemos el ejemplo de gobiernos ruidosamente anti-imperialistas en el
sentido pequeño burgués del término, gobiernos cuyos dirigentes, llenándose la
boca de la palabra revolución y, en algunos casos, aun de la palabra socialismo,
no han hecho y no hacen más que administrar la economía del régimen
capitalista, al que maquillan con algunas medidas y algunas reformas, sirviendo
así a su mantenimiento. Como hemos visto, sin
prescindir de ningún elemento de agitación anti-imperialista, ni de ningún
medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente pueden
concurrir a esta lucha, el Partido debe desarrollar la propaganda de sus
principios demostrando de cara a las masas populares que solo el socialismo salvará
al Perú. Huelga decir que los citados conceptos mariateguianos sientan las
bases teóricas del anti-imperialismo proletario y que, por eso, se suman a la
teoría partidaria del trabajo frenteunitario.
La cuestión del ejército revolucionario
está implícita en no pocas afirmaciones de Mariátegui; aquí basta recordar lo
que hemos citado acerca de la sublevación de Atusparia, pues la falta de
fusiles de esta sublevación fue precisamente la falta de un ejército. Huelga
precisar que el ejército es, precisamente, para ejercer la violencia
revolucionaria. Por eso Mariátegui señaló:
… la
revolución es la gestación dolorosa, el parto sangriento del presente. (La escena contemporánea, p. 21).
El poder se
conquista a través de la violencia… se conserva el poder sólo a través de la
dictadura. (Historia de la crisis mundial,
1969, p. 81; elipsis nuestra).
En
cuanto a la ligazón del poder político con la socialización de la riqueza, la
afirmación mariateguiana se ajusta completamente a la teoría marxista: la
conquista del poder es la condición de la socialización de la riqueza.
El PSP le propuso al pueblo peruano un programa que «era
una declaración doctrinal» que comprendía un análisis teórico de nuestro
proceso histórico en el marco del capitalismo mundial y la adopción del
marxismo-leninismo como la base de unidad ideológica del partido. En ese mismo marco
el programa consideraba el factor de estagnación que significaba la
semifeudalidad y el carácter colonial de nuestra economía, lo cual hacía de la
burguesía peruana una clase enfeudada al imperialismo y coludida con la feudalidad.
Esta realidad hacía del proletariado la clase cuya acción encarnaba el encargo
de realizar la revolución democrático-burguesa. Como consecuencia, el programa
consideraba que la subsistencia de las comunidades campesinas y la presencia de
grandes empresas agrícolas eran elementos de una solución socialista de nuestra
cuestión agraria y, al mismo tiempo, que el estímulo que se preste al libre
resurgimiento del pueblo «indígena» no podía significar una antihistórica
tendencia de reconstrucción del socialismo incaico, pues el socialismo moderno,
proletario, supone la técnica, la ciencia, la etapa capitalista, esto último en
un sentido histórico universal. El programa considera asimismo la necesidad de
una educación democrática, igualitaria, inspirada en los principios de la
escuela única y de la escuela del trabajo. Luego, caracterizando el proceso de
la revolución peruana, el programa considera su etapa democrático-burguesa y su
etapa proletaria. En el último párrafo de su parte doctrinal el programa define
al Partido Socialista del Perú como la
vanguardia del proletariado, la fuerza política que asume la tarea de su
orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase.
Enseguida, considera un conjunto de reivindicaciones inmediatas, con lo cual lo
táctico aparece unido a lo estratégico, el programa mínimo al programa de la
revolución. Puede decirse, pues, que el programa comprende un conjunto de cuestiones
económicas, sociales, políticas y educacionales, y termina con estos expresivos
conceptos acerca del propósito de que su contenido sea asumido por el pueblo
peruano:
Los grupos
estrechamente ligados que se dirigen hoy al pueblo, por medio de este
manifiesto, asumen resueltamente, con la conciencia de un deber y una
responsabilidad histórica, la misión de defender y propagar sus principios y mantener y acrecentar su
organización, a costa de cualquier sacrificio. Y las masas trabajadoras de la
ciudad, el campo y las minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y
aspiraciones representamos en la lucha
política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina,
combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de cada
lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo. (Ideología y política, p. 164).
Esta
cita prueba la concepción que tenía el PSP de su programa como factor unitivo
de las luchas del pueblo, de la responsabilidad del partido (en la cita la
afirmación «Los grupos estrechamente ligados que se dirigen hoy al pueblo», es
una alusión elíptica al partido) como factor dirigente de estas luchas, de la
necesidad de defender y propagar los principios del socialismo, de la necesidad
de que las amplias masas populares se apropien de las reivindicaciones
consideradas en el programa y de la doctrina que las sustenta y, en resumidas
cuentas, de la necesidad de que, a través de la lucha de clases, las masas sean
capaces de encontrar «la vía que conduce a la victoria final del socialismo», o
como dice el programa –y atendiendo a la concepción mariateguiana del carácter
de nuestra revolución–,6a la victoria final de la revolución
democrático-burguesa, primera etapa de nuestra revolución socialista.
Como es indiscutible, estos fundamentos políticos: concepción
de la revolución, cauce e instrumentos de la misma, relación entre el poder
político y la socialización de la riqueza, partido de clase, programa, frente
unido, violencia revolucionaria, están vigentes7 y, por lo tanto, el
partido se reconstituye sobre la base de la asunción de esta concepción, de
esta política y de este programa (en lo que tiene de vigente, naturalmente).
Fundamentos orgánicos. El PSP precisó
la composición básica de su membresía:
La
organización de los obreros y campesinos con carácter netamente clasista
constituye el objeto de nuestro esfuerzo y nuestra propaganda, y la base de la
lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional. (Martínez, Apuntes, t. II, p. 397).
Decimos
«básica», porque la presencia de empleados e intelectuales entre los fundadores
y los primeros militantes del Partido, indica que la militancia no se limitaba
a obreros y campesinos.
Pero además, el PSP estableció:
De acuerdo a las
condiciones concretas actuales del Perú, el Comité concurrirá a la constitución
de un Partido Socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas.
(Ibídem).
Aquí
se trata de la base social del PSP y, como en el caso anterior, las capas
intermedias no quedaban por fuera.
Aunque no hay documento del PSP ni texto
de Mariátegui donde se hable del centralismo-democrático, toda la práctica
orgánica del Partido (reuniones de La Herradura y de Barranco, reuniones de la
segunda mitad de 1920 en la que se discutió y aprobó el «Programa del partido»,
reuniones del 1 y 4 de marzo de 1930, etcétera), prueba de un modo inobjetable
que en ellas se aplicó siempre el centralismo-democrático8.
En cuanto al tipo de militante que debía
tener el PSP, Mariátegui sostuvo:
[La revolución rusa] ha
producido un tipo de hombre pensante y
operante. (Defensa del marxismo,
p. 44).
Esta
consideración es fundamental en la construcción del Partido, en la construcción
de la capacidad intelectual y de la potencia operativa de sus militantes.
Por otro lado, la práctica del partido de Mariátegui
prueba su carácter clandestino y, cuando en su Programa se habla de la «fundación
pública de esta agrupación», lo que en realidad se afirma es que dicha
fundación es la institución de la red
pública del Partido, el posicionamiento de esta red en la vida política del
país (red que, por razones obvias, no podía aparecer sino bajo el nombre de
Partido Socialista). Prueba nuestra aserción el siguiente párrafo del acta de
la Reunión del 1
marzo de 1930 del PSP (que, como se observa, data de un año y cinco
meses después de la aprobación inicial del «Programa del partido»):
Por unanimidad se
aprobó enseguida la segunda parte de la moción de orden del día, conforme a la
cual, todos los miembros del C.C. y de los grupos de provincias, suscriben el
Manifiesto y documentos, reservándose el C.E. la designación de los que en delegación
del P. deben suscribirlo al ser dados a la publicidad, designación para la cual
el C.E. tendrá en cuenta el interés del P. y las razones de oportunidad y
eficacia de tal elección9.
Esta
cita expresa el celo que ponía el Comité Central en preservar el carácter
clandestino del PSP.
Uno de los cuatro acuerdos tomados por la Reunión de la
Herradura (16 de setiembre de 1928), decía:
3º- El Comité
Ejecutivo del Partido Socialista estará formado por la “célula secreta de los
siete”.10
Este
acuerdo no guardaba ninguna relación con el carácter clandestino del partido, pues
la “célula secreta” tuvo otra función11; pretender replicar la
experiencia de la misma, es no tener en cuenta las condiciones actuales; por lo
tanto, la experiencia de la “célula secreta” es prescindible en la lucha por la
reconstitución del Partido.
En cuanto al nombre de PSP,
Mariátegui explicó el mismo en términos inequívocos:
En Europa, la
degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después de
la guerra, designaciones específicas. En los pueblos donde ese fenómeno no se
ha producido, porque el socialismo aparece recién en su proceso histórico12,
la vieja y grande palabra conserva intacta su grandeza.13
Es
decir, Mariátegui entendió que, en el Perú de su tiempo, el nombre de socialista obraba exactamente como el nombre de comunista. Pero después de que Luciano Castillo fundara un sedicente Partido
Socialista (cuya existencia se prolongó hasta los años sesenta) y luego de que en
las últimas décadas del siglo XX aparecieran partidos reformistas con el nombre
de socialista y que aun ahora este nombre sea utilizado por dos partidos
igualmente reformistas, el nombre de socialista es improcedente y hasta
confusionista como nombre de un partido que se reclame marxista. Pero así como
el nombre de socialista está profundamente desacreditado, también lo está el
nombre de comunista.14
Como se sabe, la reunión del 7 de octubre de 1928
eligió a Mariátegui como Secretario General del PSP. En el marco de la
organización de las masas, el Partido impulsó siempre el principio de la
dirección colectiva; así, la CGTP estaba representada y administrada por un
Comité Confederal (cuerpo de delegados) y un Comité Ejecutivo, compuesto por un
Secretario General y un secretario por cada cargo, según consta en sus
Estatutos, documento escrito por Mariátegui15. Dicho sea de paso: en
una reunión del 3
de junio de 1976 con siete miembros del buró político del PCCh, Mao
señaló:
Yo pienso que
no debe haber presidente, que en China nuestro partido no debe tener
presidente. Yo pienso que lo mejor para nosotros es que el buró político se dé
una organización según el principio de tres en uno16.
Pero,
como sabemos, el PCP-SL tuvo presidente en la persona de Abimael Guzmán, quien,
desde ese cargo, esgrimió la tesis antimarxista de la «dirección unipersonal»,
lo cual le permitió cabalgar sobre las espaldas de la militancia. Actualmente, para
no quedarse atrás el PCP-PR presenta también un presidente y, cosa risible, se
da el caso de que un minúsculo movimiento político tiene también presidente.
Contra estos afanes de fabricarse una imagen de artificial brillo, el Partido
debe defender el cargo de Secretario General y el principio de dirección colectiva,
tanto en su propio seno como en las organizaciones sindicales y en las organizaciones
políticas de frente unido.
Como
es indiscutible, estos fundamentos del PSP: membresía básica, base social del
partido, centralismo-democrático, cualidad pensante y operante de sus
militantes, carácter clandestino, trabajo abierto mediante una red pública,
nombre del partido suficientemente representativo de su carácter revolucionario
y debidamente demarcador con respecto a las organizaciones activas en nuestro
medio17, dirección colectiva, están vigentes y, por lo tanto, el
partido se reconstituye sobre la base de estos principios y estos criterios orgánicos.
II
En
conclusión, la vigencia de los fundamentos del PSP reseñados aquí, es lo que
permite –y exige– hablar en nuestro
tiempo de reconstitución, y no de constitución del partido del proletariado peruano.
Plantear constitución es negar la vigencia de los fundamentos del PSP, es
decir, de lo medular de la Creación Heroica de Mariátegui. De lo que se trata,
pues, es de retomar tales fundamentos, por la sencilla razón de que ellos son
el contenido básico de la Reconstitución; decimos “el contenido básico”, pues,
como se entenderá, la Reconstitución tiene que realizarse, asimismo, teniendo
en cuenta la realidad actual. Así, la Reconstitución liga el pasado y el
presente históricos del Partido y, al mismo tiempo, la verdad universal con
nuestra realidad concreta.
Pues bien, no es difícil
entender que la reconstitución del partido de Mariátegui no es lo mismo que la
unidad del movimiento marxista-leninista peruano. Pero si esta unidad se diera
sobre la base de la reconstitución del partido de Mariátegui, entonces, sin ninguna
duda, sería un impulso particularmente importante en el camino de realización
de dicha tarea. Decimos lo que acabamos de decir, porque la unidad del
movimiento marxista-leninista puede darse también bajo la forma de un frente de
clase que no necesariamente impulsara la Reconstitución18.
Ciertamente las fuerzas
marxista-leninistas se encuentran reducidas a su mínima expresión. Partidos y
grupos que hasta ayer eran partidarios de la Reconstitución, terminaron haciendo
un camino distinto. Así por ejemplo, con su “pensamiento Gonzalo”, su “partido
militarizado” y su concepción de la violencia revolucionaria como “la médula
del marxismo”, el PCP-SL negó la vigencia del pensamiento de Mariátegui y se
apartó de su Camino; con su marxismo a secas, su proyecto de un
partido-amalgama y su renuncia a la Reconstitución, el grupo liquidacionista da
cuenta de su negación de los fundamentos del partido de Mariátegui; con su
maoísmo puramente verbal y su adicción a nadar en dos aguas, el oportunismo de
derecha transita un camino ajeno al Camino de Mariátegui.
Ahora bien, algunos grupos y
algunos activistas mantienen una actitud de cierta indiferencia con respecto a
la tarea de reconstituir el partido de Mariátegui. Pero, según parece, en la
mayoría de los casos dicha actitud expresa un problema de comprensión.
Mariátegui señaló con acierto
absoluto:
Los verdaderos revolucionarios, no proceden nunca como si la historia
empezara con ellos. Saben que representan fuerzas históricas, cuya realidad no
les permite complacerse con la ultraísta ilusión verbal de inaugurar todas las
cosas.
Así,
pues, demostrada la vigencia de los fundamentos del PSP, los verdaderos revolucionarios deben saber asumirlos y desarrollarlos
conforme a la realidad actual del Perú y el mundo.
En fin, incluso reducidos a su
mínima expresión, los grupos y activistas que sostienen la Reconstitución, son pocos pero son, pues su fuerza histórica les viene de los
fundamentos que han retomado.
Así, si se mira bien, se verá que se ha
avanzado no poco en la lucha por la Reconstitución en los planos ideológico y
teórico, así como en la dimensión teórica de los planos político y orgánico.
Esta es una buena base para continuar avanzando por el mismo camino y cumplir
con las tareas prácticas pendientes en los planos político (entendiendo por
esto sobre todo la penetración en las masas) y orgánico (entendiendo por esto
ante todo la constitución de una dirección provisoria que impulse las tareas de
la Reconstitución).
¿No es esto, acaso, lo que exige
la actual situación? Entonces, en consecuencia, ergo, ¿qué esperamos?
02.03.2023.
___________
Notas:
(1)
Al respecto puede consultarse nuestro libro El
partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui, donde el lector
puede encontrar una exposición más detallada del tema.
(2)
Sobre este punto puede consultarse nuestro folleto El desarrollo de la teoría del proletariado y el problema de su
denominación.
(3)
El lector puede consultar al respecto el artículo «Nuestro punto de partida», publicado
en el blog Creación Heroica.
(4)
Es claro que en el lenguaje mariateguiano fusiles equivale a ejército, programa
a frente unido y doctrina a partido.
(5)
Obviamente, dichos principios fueron expuestos por Mariátegui como principios
del frente unido sindical de la clase obrera, pero los mismos son pasibles de
ser aplicados al frente político del pueblo peruano.
(6)
Ver nuestro folleto «Mao y Mariátegui».
(7)
Huelga decir que la parte del programa que habla de la semifeudalidad perdió
vigencia con la liquidación de la misma en la segunda mitad de la década del
ochenta; lo mismo ocurre con las reivindicaciones inmediatas. El lector podrá
ver nuestros argumentos sobre la primera cuestión en el folleto «Nuestro mayor
problema histórico».
(8)
Ver nuestro folleto «Mariátegui, el ¿Qué hacer? y el Partido Socialista del
Perú».
(9)
Martínez, Apuntes, t. II, p. 486.
(10)
Apuntes, t. II, p. 397.
(11)
Ver nuestro folleto «Apuntes sobre la
“célula secreta de los siete” del Partido Socialista del Perú».
(12)
Esta afirmación de Mariátegui pone en su lugar –con toda razón– al socialismo
reformista anterior al suyo propio de clara índole marxista. Cuando en «Aniversario
y balance» Mariátegui habla de la degeneración del socialismo, se refiere al
socialismo marxista europeo que degeneró en reformismo. Contrariamente, en
nuestro medio el socialismo reformista no resultó de la degeneración del
marxismo, por lo que no puede tomarse como un caso de la degeneración
reformista del socialismo marxista. Nuestro socialismo reformista anterior al
Mariátegui marxista fue una importación y, por lo tanto, fue reformista desde
su arribo al país hasta su debacle. En el momento en que Mariátegui escribió
«Aniversario y balance», en el movimiento marxista peruano no se había
producido aún ninguna degeneración de tipo reformista.
(13)
Ideología y política, p. 249.
(14)
Ver los capítulos II, III y VI de nuestro libro El partido de Mariátegui hoy:
Constitución, nombre, reconstitución.
(15)
Ver Ideología y política, p. 132.
(16)
Robinson Rojas, China, una revolución en
agonía, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1978, p. 31. Como es de
conocimiento común, durante muchos años Mao fue presidente del PCCh, por lo que,
a primera vista, su propuesta puede parecer una incoherencia, pero lo que
importa resaltar aquí es que ella, la propuesta, encierra un punto de vista que
ve una contradicción entre la dirección colectiva y el cargo de presidente.
(17)
Sobre el tema el lector puede consultar nuestro libro El partido de Mariátegui: Constitución, nombre, reconstitución.
(18)
Pero que, sin embargo, esclarecimiento de por medio, puede convertirse en una
fuerza de la Reconstitución.