martes, 18 de julio de 2023

19 de Julio, Jornada Nacional de Lucha

19 de Julio, Jornada Nacional de Lucha

La burguesía, agazapada detrás de sus representantes políticos en el poder Ejecutivo y en el Congreso, así como en los medios de comunicación monopólicos, no es capaz de seguir sosteniendo el gobierno del poder bajo la forma de república democrática. En consecuencia, a través de sus agentes, recurre a la abierta y descarada dictadura, por lo cual manifestamos lo siguiente:

1. El Estado está gobernado por un conjunto de organizaciones criminales que se disputan el botín de las coimas, y que a través del lavado de activos, la corrupción y el narcotráfico, saquean los recursos que el Estado obtiene de los impuestos, que sobre todo salen del bolsillo de las clases populares, e incluso de los indigentes, mientras que las empresas transnacionales se ven exoneradas de los impuestos, e incluso, reciben las devoluciones de los mismos.

2. Las organizaciones criminales en el Estado han venido saqueando los recursos públicos, generando el déficit fiscal que finalmente asume el pueblo trabajador, no solo a través de los impuestos sino con la elevación de las tarifas de los servicios.

3. La sobre explotación de los trabajadores, recibiendo un salario por debajo de la canasta básica familiar; así como la extensión de la jornada de trabajo, excediendo largamente lo establecido por la propia legislación burguesa.

4. La organización oligopólica de nuestra economía, con precios por encima del promedio de América Latina, y el dominio económico que constituye la base del poder económico y político de la burguesía, a través de la cual opera el imperialismo, el cual explota directamente a los trabajadores de nuestro país a través de las empresas que saquean nuestros recursos, así como por medio del comercio exterior y de la deuda externa.

5. La arbitraria vacancia a Pedro Castillo, preparada desde antes de que ganara las elecciones en segunda vuelta, ha sido el detonante que ha lanzado a la cara de la burguesía todos sus crímenes.

6. Las leyes propuestas y aprobadas por el Congreso como abierta defensa de los intereses de la burguesía, agudizando la sobre explotación de las clases trabajadoras y de los sectores populares, así como de nuestros recursos.

7. La bancarrota del Estado burgués, que cobija todos los crímenes que hoy vemos, y la grotesca representación en los poderes del Estado, que los ha conducido al último recurso de asesinar a los manifestantes, así como a encubrir a los asesinos materiales y proteger a los asesinos intelectuales, reclama de parte del pueblo la lucha por la expulsión y encarcelamiento de los representantes de la burguesía en los poderes del Estado.

Por lo dicho, exigimos:

I.      La expulsión de la presidencia de la República, detención y juicio de Dina Boluarte y todos los ministros responsables de las masacres; e igualmente, de todos aquellos que en el Congreso y los diversos organismos del Estado han confabulado para las acciones ilegales como la vacancia de Pedro Castillo, y la implementación de normas jurídicas inconstitucionales, incluyendo a aquellos que a través de la presentación de documentos falsos, títulos sin fundamento, etc., han llegado a tener alguna representación, así como de aquellos otros que han liberado delincuentes.

II.     La reorganización del Estado y la reforma de la Constitución sobre la base de la democracia directa del pueblo.

III.   Elección de la Asamblea Constituyente en base a la representación popular, compuesta por los representantes de los sindicatos, así como por los frentes populares, frentes de defensa, comedores populares, organizaciones de las comunidades campesinas y nativas, etc.

8. Para el logro de estos objetivos hacemos un llamado a la unidad de las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias.

 

Comité de Reconstitución José Carlos Mariátegui.

Lima, 18 de julio de 2023.

sábado, 1 de julio de 2023

Política

Frente de Clases y Frente de Clase 

Eduardo Ibarra 

El proletariado y en general las clases trabajadoras no constituyen un sector con una ideología y una política homogéneas. Ya Mariátegui señalaba en 1924: 


La variedad de tendencias y la diversidad de matices ideológicos es inevitable en esa inmensa legión humana que se llama el proletariado. La existencia de tendencias y grupos definidos y precisos no es un mal; es por el contrario la señal de un período avanzado del proceso revolucionario. Lo que importa es que esos grupos y esas tendencias sepan entenderse ante la realidad concreta del día. Que no se esterilicen bizantinamente en exconfesiones y excomuniones recíprocas. Que no alejen a las masas de la revolución con el espectáculo de las querellas dogmáticas de sus predicadores. Que no empleen sus armas ni dilapiden su tiempo en herirse unos a otros, sino en combatir el orden social, sus instituciones, sus injusticas y sus crímenes. (Ideología y política. El 1° de mayo y el frente único). 

Mariátegui se refería, claro está, a las diversas tendencias ideológicas que actuaban en el movimiento obrero peruano de su tiempo. Mariátegui tenía pues en cuenta esta diversidad en su lucha por construir el frente unido sindical de la clase obrera, así como la necesidad y la posibilidad real de la unidad de aquellas tendencias. 

En el plano político, la construcción del frente unido del pueblo peruano tiene lugar asimismo sobre una diversidad ideológica y política. Como hemos sostenido en el folleto “Por la construcción del frente unido del pueblo peruano (primera parte)”,

 

… lo característico del frente es que se trata de la unidad de diversas clases y distintas fuerzas ideológico-políticas en la lucha común contra el enemigo común, es decir, el frente se revela como la unidad de una diversidad social, ideológica, política y orgánica; es, por lo tanto, la unidad de los dispares; al mismo tiempo, por la lucha contra el enemigo común, el frente es la unidad de los afines y, por eso, las distintas fuerzas se encontrarán y juntarán finalmente. 

Este es, pues, el caso del frente de clases, así en plural, sobre el cual no nos vamos a extender en estas líneas. 

Ahora bien, dada la dispersión orgánica del partido del proletariado peruano, derivada de algunas escisiones, la lucha de las clases trabajadoras exige la unidad de las diversas fuerzas marxista-leninistas. Esta unidad puede consumarse con la finalidad de establecer la necesaria dirección unificada de tal lucha. Pero, a más de esta finalidad básica, puede realizarse asimismo con el objetivo de impulsar la reconstitución del partido de Mariátegui. 

La realización de esta doble tarea hace necesario establecer una Dirección Provisional que represente la lucha de los marxista-leninistas por su unidad orgánica. 

Pero es posible que, por incomprensión, prejuicio o sectarismo, la tarea de la Reconstitución no sea asumida por todas o la mayoría de las fuerzas marxista-leninistas, o incluso que sea asumida por una sola de tales fuerzas. En este último caso lo mismo tendría que elegirse una Dirección Provisional que lleve hasta el fin la reconstitución del Partido. 

Materiales sobre la Reconstitución en lo ideológico, en lo teórico, en lo político y en lo orgánico han sido publicados en el Blog CREACIÓN HEROICA y seguirán publicándose otros más, así como han sido publicados y seguramente seguirán siendo publicados materiales de otra procedencia. 

Pero en la medida en que hay materiales que faltan (sobre la situación actual del país, la situación mundial, el programa general del Partido, el programa común del pueblo peruano, etcétera), lo avanzado hasta hoy hace pertinente intercambiar ideas sobre la necesidad de establecer una Dirección Provisional del Partido que, como sería natural, tendría que operar como un espacio de investigación y debate. 

¿En el movimiento marxista-leninista la incomprensión de la necesidad ineludible de la Reconstitución podrá más que la conciencia de clase proletaria? ¿Podrá más el prejuicio que esta conciencia? ¿Podrá más el sectarismo? 

Las diversas fuerzas marxista-leninistas y los activistas de la causa proletaria sin militancia orgánica, están pues ante un verdadero reto histórico.

 

03.06.2023.




Por Qué Reconstitución del Partido de Mariátegui

 

E.I.

Como puede constatarse, el concepto reconstitución del partido de Mariátegui no siempre ha sido debidamente comprendido e, incluso, ha sido alegremente abandonado por un cierto grupo y, finalmente, no es asumido hasta hoy mismo por algunas fuerzas marxista-leninistas. Esta realidad hace necesario volver sobre esta fundamental cuestión a fin de esclarecernos.

I

El Partido Socialista del Perú, fundado el 7 de octubre de 1928, fue un partido adherido al marxismo-leninismo y al internacionalismo proletario, con una correcta concepción de la revolución, una igualmente correcta línea política (táctica incluida), una militancia pensante y operante y con un carácter clandestino, aunque proyectado con un estatus legal que no tenía por qué negar dicho carácter. Esta realidad partidaria determina una relación necesaria entre el pasado y el presente históricos del proletariado peruano, la absoluta necesidad de reconstituir el partido de Mariátegui. Precisamente Mariátegui señalaba: 


Los verdaderos revolucionarios, no proceden nunca como si la historia empezara con ellos. Saben que representan fuerzas históricas, cuya realidad no les permite complacerse con la ultraísta ilusión verbal de inaugurar todas las cosas. 

Esta justa observación permite comprende exactamente la relación necesaria aludida arriba, la obligatoriedad de superar toda ilusión de inaugurar la teoría del partido el proletariado peruano, la necesidad de reconstituir el partido de Mariátegui. 

Por esta razón, es menester recapitular aquí el contenido del proyecto mariateguiano de partido, los caracteres fundamentales del Partido Socialista del Perú. Procedamos. 

En la tesis «Antecedentes y desarrollo de la acción clasista», el autor de 7 ensayos recordó: 


Mariátegui regresa en este tiempo de Europa [1923], con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase1. 

Tal propósito expresaba un acuerdo del «Comité de Génova», primera célula marxista peruana constituida en 1922. 

        En la carta colectiva a la «célula de México», Mariátegui sostuvo: 


Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su formación [del Apra], constituimos de hecho –y organizaremos formalmente– un grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación definidas2. 

De esta forma, a más de definir a su grupo como Partido Socialista, el maestro anunció la organización formal de este partido. 

En carta del 31 de diciembre de 1928 a Eudocio Ravines, Mariátegui sostuvo: 


Cualquiera que sea el sesgo que sea la política nacional, y en particular la acción de los elementos con que hasta ayer habíamos colaborado identificados en apariencia –hemos descubierto ahora que era en apariencia– los intelectuales que nos hemos entregado al socialismo, tenemos la obligación de reivindicar el derecho de la clase obrera a organizarse en un partido autónomo3. 

Aquí, frente al proyecto de Haya de la Torre de fundar un partido doctrinariamente heterogéneo, el primer marxista de América reivindicó el derecho de la clase obrera a organizarse en un partido de clase, es decir, en un partido marxista-leninista. 

En carta del 30 de julio de 1929 a Arroyo Posadas, Mariátegui escribió: 


Todos los elementos responsables y autorizados de nuestra tendencia ideológica, están con nosotros, en el trabajo de dar vida a una agrupación definida, realista, de masas4. 

Y, en carta del 14 de octubre del mismo año a César Vallejo, expresó la idea citada de un modo más exacto aún: 


… no cejaré en el empeño de dar vida a un partido de masas y de ideas, el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana5. 

El proyecto de partido de Mariátegui, así pues, era de un partido de masas y de ideas, de un partido de masas marxista-leninista. De esta forma tuvo en cuenta el tipo de organización que le permite a las clases trabajadoras acceder al poder. Pero, según prueba su acción partidaria, no contrapuso el concepto de partido de masas al concepto de partido de cuadros, pues lo que intentó fundar públicamente en marzo de 1930, fue precisamente un partido de este tipo (cosa que no se concretó, sin embargo, por causas ajenas a su voluntad), lo cual significó un replanteamiento de la cuestión de la constitución del Partido, en el sentido de que permite reconocer la Reunión de Barranco del 7 de octubre de 1928 como la Reunión Fundacional del Partido Socialista del Perú. En otras palabras, el proyecto de partido de Mariátegui aparece, en la práctica, como un proceso que iba del partido de cuadros al partido de masas. 

En resumidas cuentas, Mariátegui tuvo toda la razón del mundo al definir al PSP como una

facción orgánica y doctrinariamente homogénea…6 

Esta definición implícita del PSP es particularmente importante, pues liquida todas las especulaciones, viejas y nuevas, acerca de un nivel orgánico secreto permanente en el Partido. El PSP fue un partido orgánica y doctrinariamente homogéneo.

II

El partido de masas es una variante del partido de cuadros, pues, por una parte, aquel partido no deja de ser un partido de dirigentes, y, por otra parte, porque se revela como la continuación de la fuerte ligazón del partido de cuadros con las masas, es decir, de su carácter de masas. En el lenguaje habitual de los marxistas, partido de masas quiere decir, entonces, partido con un extenso número de militantes. 

Partido de ideas quiere decir partido con una filiación marxista-leninista, con una teoría de la realidad y la revolución peruanas y una teoría del proceso y la situación concreta de la revolución mundial. En los años veinte, todo ello fue obra de Mariátegui. 

III 

En el «Mensaje al Congreso Obrero», el maestro escribió:

 

El marxismo, del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre todo, comprenden, es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad, en los hechos. No es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña de la historia. El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades7. 

Así, Mariátegui sostuvo el principio de aplicar la verdad universal del marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución peruana. 

En Defensa del marxismo, subrayó:           


… la revolución rusa, en Lenin, Trotsky y otros, ha producido un tipo de hombre pensante y operante

Marx inició este tipo de hombre de acción y de pensamiento8. 

De esta forma propugnó la cualidad pensante y operante de la militancia partidaria. 

En el «Programa del Partido» («Principios programáticos del Partido Socialista»), acordó: 


El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha9. 

De este modo los fundadores reconocieron el desarrollo del marxismo que tuvo lugar con el surgimiento y desarrollo del leninismo. 

También acordó Mariátegui:

 

La organización de los obreros y campesinos con carácter netamente clasista constituye el objeto de nuestro esfuerzo y nuestra propaganda, y la base de la lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional.

(…) De acuerdo con las condiciones concretas actuales del Perú, el Comité concurrirá a la constitución de un partido socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas10. 

Así proporcionó una idea de la ligazón del PSP con la clase y las masas, lo mismo en su fase de partido de cuadros como en su proyectada fase de partido de masas. 

En el «Prefacio a “El amauta Atusparia”», sostuvo: 


Cuando la revuelta aspiró a transformarse en una revolución, se sintió impotente por falta de fusiles, de programa y de doctrina11. 

Es decir, Mariátegui estableció la necesidad de los tres instrumentos de la revolución: ejército revolucionario, frente unido del pueblo y partido de clase. 

En el artículo «“La revolución mexicana”, por Luis Araquistain», subrayó: 


… una revolución continúa la tradición de un pueblo, en el sentido de que es una energía creadora de cosas e ideas que incorpora definitivamente en esa tradición enriqueciéndola y acrecentándola. Pero la revolución trae siempre un orden nuevo, que habría sido imposible ayer. La revolución se hace con materiales históricos; pero, como diseño y como función, corresponde a necesidades y propósitos nuevos12. 

De esta guisa mantuvo que la revolución socialista es la continuación histórica de las tradiciones positivas de un pueblo, pero que, como plan y como función, corresponde al objetivo de tomar el poder, edificar el socialismo y realizar el comunismo. 

Así, pues, en conclusión, el Partido Socialista del Perú presentó los siguientes caracteres fundamentales: en lo ideológico, el marxismo-leninismo; en lo teórico, el principio de integrar el marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución peruana; en lo político, una línea y una táctica ajustadas a nuestra realidad concreta; en lo orgánico, una militancia pensante y operante.

IV

Pues bien, las citadas tesis de Mariátegui, ¿se ajustan a la concepción marxista de la revolución y del partido proletario? 

Engels reveló: 


[Para que el proletariado] sea lo bastante fuerte como para triunfar en el día decisivo, [debe] formar un partido independiente, distinto de todos los demás y opuesto a ellos, un partido clasista y consciente… eso es lo que Marx y yo hemos propugnado desde 184713. 

Por eso señaló, casi a manera de ejemplo, que la Liga de los Comunistas tuvo sus orígenes 


… en “dos corrientes independientes”: de una parte, “un puro movimiento de los trabajadores”, y, por la otra, “un movimiento teórico, proveniente de la desintegración de la filosofía hegeliana”, asociado predominantemente con Marx. “El Manifiesto comunista de 1848”, agregaba, “marca la fusión de ambas corrientes”14. 

De esta manera el autor del Origen de la familia expresó la realidad de que el partido del proletariado es un partido que resulta de la fusión del comunismo científico con el movimiento obrero. 

Por otra parte, Lenin sostuvo: 


La historia… ha confirmado hoy a gran escala, a escala histórica universal, la opinión que hemos defendido siempre, a saber: que la socialdemocracia revolucionaria alemana… estaba más cerca que nadie de ser el partido que necesitaba el proletariado revolucionario para triunfar15. 

Y, en el mismo lugar, precisó: 


Al surgir en 1903, el bolchevismo heredó la tradición de lucha implacable contra el revolucionarismo pequeño burgués, semianarquista (o capaz de coquetear con el anarquismo), tradición que había existido siempre en la socialdemocracia revolucionaria y que se consolidó, sobre todo, en nuestro país de 1900 a 1903, cuando se sentaron las bases del partido de masas del proletariado revolucionario de Rusia16. 

Pero además, el jefe bolchevique afirmó: 


El dialéctico Engels, en el ocaso de su existencia, sigue siendo fiel a la dialéctica. Marx y yo –nos dice– teníamos un hermoso nombre, un nombre científicamente exacto, para el partido, pero no teníamos un verdadero partido, es decir, un Partido proletario de masas17. 

Es decir, así como para Marx y Engels, también para Lenin un «verdadero partido» es un partido marxista-leninista de masas.

V

En 1895, Engels sostuvo: 


Si han cambiado las condiciones de la guerra entre naciones, no menos han cambiado las de la lucha de clases. La época de los ataques por sorpresa, de las revoluciones hechas por pequeñas minorías conscientes a la cabeza de las masas inconscientes, ha pasado. Allí donde se trate de una transformación completa de la organización social, tienen que intervenir directamente las masas, tienen que haber comprendido ya por sí mismas de qué se trata, por qué dan su sangre y su vida. Esto nos lo ha enseñado la historia de los últimos cincuenta años. Y para que las masas comprendan lo que hay que hacer, hace falta una labor larga y perseverante. Esta labor es precisamente la que estamos realizando ahora, y con un éxito que sume en la desesperación a nuestros adversarios18. 

Por su parte, Mariátegui subrayó: 


Una revolución no es un golpe de mano. Es una obra multitudinaria. Es una obra de la historia. Los comunistas lo saben bien. Su teoría y su praxis se han forjado en la escuela y en la experiencia del materialismo histórico. No es probable, por ende, que se alimenten de ilusiones19. 

Tanto la cita de Engels como la de Mariátegui, permiten afirmar que la revolución de masas no puede ser dirigida hasta la victoria sino por un partido de masas20. Consciente de esta verdad, ya en 1906 Lenin llamó a transformar el partido bolchevique en un partido de masas. Así, en un proceso más o menos prolongado, el partido bolchevique alcanzó la condición de partido de masas en 1917, lo que permitió que alcanzase el poder en octubre del mismo año (7 de noviembre según el calendario gregoriano). 

En octubre de 1939, Mao llamó a transformar el PCCh en un partido de masas: 


… construir un Partido Comunista de China bolchevizado que abarque todo el país, tenga un amplio carácter de masas y esté plenamente consolidado en los terrenos ideológico, político y organizativo. Es imperioso para la victoria de la revolución china construir tal Partido, y ya están dadas, en lo fundamental, las condiciones subjetivas y objetivas para ello…21 

Así, transformado ya en un partido de masas, el PCCh tomó el poder en 1949. 

Si la transformación completa de la organización social vigente no puede ser sino una obra multitudinaria, entonces los marxista-leninistas no pueden alimentarse de la ilusión de que una pequeña minoría consciente a la cabeza de las masas inconscientes pueda conducir la revolución a la victoria. 

Precisamente, como ninguna otra en la historia, la revolución socialista es una revolución de masas y, por eso, insistimos: esta revolución solo puede alcanzar el triunfo si es dirigida por un partido de masas. 

Así, pues, el proyecto mariateguiano de un partido de masas (de masas y de ideas), corresponde completamente a la teoría marxista y a la experiencia histórica del proletariado. 

VI

El concepto de reconstitución significa retomar los fundamentos ideológicos, teóricos, políticos y orgánicos del partido de Mariátegui y, concomitante con ello, retomar el proyecto de un partido de masas partiendo de un partido de cuadros. 

Brevemente, el fundamento ideológico del PSP fue el marxismo-leninismo y, por eso, su fundamento teórico fue la aplicación de esta doctrina a las condiciones concretas del Perú; su fundamento político fue la línea y la táctica de la revolución peruana y, como consecuencia, su fundamento orgánico fue su unidad y su cohesión sobre la base de su homogeneidad ideológica y política. 

Mariátegui señaló:


8º-Cumplida su etapa democrático burguesa, la revolución deviene en sus objetivos y en su doctrina revolución proletaria. El partido del proletariado, capacitado por la lucha para el ejercicio del poder y el desarrollo de su propio programa, realiza en esta etapa las tareas de la organización y defensa del orden socialista.

9º-El Partido Socialista del Perú es la vanguardia del proletariado, la fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase22.

Como vemos, en estas afirmaciones –ni en ninguna otra, por lo demás– Mariátegui plantea la constitución del Partido para «la guerra popular» o para cualquier otra forma específica de lucha. Es decir, el Partido ni se constituye ni se reconstituye específicamente para una determinada forma de lucha, así se trate de la forma principal en una situación concreta23. O sea, el Partido se constituye para la revolución y se reconstituye también para la revolución. 

No obstante, con su «reconstitución del partido para la guerra popular», el revisionismo de «izquierda» llevó adelante una reconstitución unilateral, limitada y limitante24. Por su parte, el liquidacionismo de derecha terminó como tenía que terminar: renunciando a la Reconstitución. 

De hecho, el fondo ideológico y político de tales posiciones con respecto a la Reconstitución es la negación, desde puntos de vista formalmente diferentes, de los fundamentos del partido de Mariátegui. Veamos esto. 

Mariátegui acordó el marxismo-leninismo como la base de unidad del PSP, por la sencilla razón de que correctamente los fundadores entendieron el leninismo como el marxismo de nuestra época. 

Pero, haciendo a un lado el método de Stalin para dilucidar el desarrollo del marxismo y replicando a algunos autores nacionales y extranjeros, el revisionismo de «izquierda» publicitó el maoísmo como «tercera etapa del marxismo». De esta forma negó el leninismo como el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria y el hecho de que el marxismo se ha desarrollado por épocas25. Por su parte, el liquidacionismo de derecha ha abjurado sin más del marxismo-leninismo. 

Mariátegui fue maestro en la aplicación creadora del marxismo-leninismo a las condiciones concretas de la revolución peruana, y no hace falta extendernos en la fundamentación de esta reconocida verdad. 

Pero el revisionismo de «izquierda» aplicó mecánicamente la verdad universal. Por su parte, el liquidacionismo de derecha aplica en cuestiones decisivas el revisionismo, y no el marxismo. 

Mariátegui trazó la línea política y la táctica de la revolución peruana en consonancia con nuestra realidad concreta.      

Pero el revisionismo de «izquierda» negó dicha línea política al ignorar la particularidad de nuestra realidad (especialmente con respecto a la realidad de la vieja China). Por su parte, el liquidacionismo de derecha niega la línea política mariateguiana con su pretendido «camino municipal al socialismo» y su libresca asunción de la teoría engelsiana del termómetro del sufragio. 

Mariátegui construyó el PSP como un partido orgánicamente homogéneo sobre la base del marxismo-leninismo y propugnó una militancia pensante y operante. 

Pero el revisionismo de «izquierda» construyó un partido sobre la base del llamado «marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo», y estableció una relación teológica entre sus militantes y su jefatura. Por su parte, siguiendo a Julio Portocarrero, Hugo Pesce y Jorge del Prado, el liquidacionismo de derecha postula un partido con dos niveles orgánicos doctrinariamente desemejantes, es decir, un partido doctrinariamente heterogéneo, y ha promovido la servidumbre mental de sus miembros con respecto a quien funge de cabeza de los mismos. 

El resultado de esta negación de los fundamentos del partido de Mariátegui, es que, desde hace décadas, tanto el revisionismo de «izquierda» como el liquidacionismo de derecha se encuentran en una posición contraria a la Reconstitución.

VII

Como hemos visto, los fundamentos del partido de nuestro proletariado existen desde los tiempos primeros del Socialismo Peruano. Por lo tanto, actualmente los marxistas afrontan la tarea de defender tales fundamentos y materializarlos en un partido unido. ¿No sostenemos los marxistas que el pensamiento de Mariátegui está vigente? Pues, en consecuencia, para todas las organizaciones, grupos y personas marxista-leninistas, la cuestión se presenta así: 1) adhesión al marxismo-leninismo (que hoy tiene que ser entendido como la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao); 2) integración de la verdad universal del marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución peruana; 3) desarrollo de la línea política y la táctica mariateguianas y definición del tipo de forma superior de lucha que corresponde a la realidad actual; 4) construcción de un partido de cuadros, pensantes y operantes, fuertemente ligado a la clase y las masas y su transformación, llegado el momento propicio, en un partido de masas por la extensa cantidad de sus militantes.

 

He ahí todo el «secreto» de la Reconstitución, todo su contenido esencial, todo lo que, por lo tanto, exige la unidad de los marxista-leninistas26. Ahora bien, si en el movimiento marxista-leninista hay todavía quienes eluden el término reconstitución, en cambio no hay nadie que eluda el concepto que encierra: los vigentes fundamentos del Partido establecidos por Mariátegui, suficientemente expuestos en las presentes notas. Por lo tanto, cualquier incomprensión acerca de la pertinencia del término reconstitución27, se diluye en la práctica de quienes transitan el camino de la construcción de un partido marxista-leninista. Dicho de otro modo, si, por cualquier motivo, se es esquivo con respecto al término reconstitución, en cambio ningún marxista puede mostrarse adverso al marxismo-leninismo y al pensamiento de Mariátegui28. Por lo tanto, la no asunción del término reconstitución aparece como un puro prejuicio. Y, como es de conocimiento general, el marxismo es contrario a todo prejuicio29.

11.08.2022.

___________

(1) Ideología y política, 1986, p. 100.

(2) Martínez, Ricardo, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, Lima, t. II, p. 301; en adelante, Apuntes.

(3) José Carlos Mariátegui, Correspondencia 1915-1930, Empresa Editora Amauta, Lima, 1984, t. II, p. 490; en adelante, Correspondencia.

(4) Ob cit., t. II, p. 611.

(5) Anuario Mariateguiano, v. I, nº 1, EEA, Lima, 1989, p. 146.

(6) Martínez, Ricardo, Apuntes, p. 300. En el contexto de la carta donde aparece la cita, no puede caber ninguna duda que Mariátegui estaba definiendo al partido cuya fundación anunciaba en el mismo lugar.

(7) Ideología y política, pp. 111-112.

(8) Defensa del marxismo, 1988, p. 44.

(9) Ideología y política, p. 160.

(10) Martínez, Ricardo, Apuntes, t. II, p.

(11) Ideología y política, pp. 186-187.

(12) Temas de nuestra América, 1988, p. 93.

(13) Teoría marxista del partido político, autores varios, Ediciones Pasado y Presente, Córdova, p. 133; cursivas nuestras.

(14) Citado por Monty Jhonstone en Teoría marxista del partido político, p. 108.

(15) Obras escogidas en doce tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1977, t. XI, p. 14.

(16) Ob. cit., p. 13; cursivas nuestras.

(17) El estado y la revolución, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1975, p. 99; cursivas nuestras.

(18) «Introducción» a Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 de Marx, ELE, Moscú, s.f., p. 24.

(19) La escena contemporánea, 1988, p. 135.

(20) Lenin señaló con acierto: «Yo no excluyo en absoluto que la revolución pueda ser iniciada también por un partido muy pequeño y llevada hasta la victoria. Pero es necesario conocer los métodos para ganarse a las masas.» (Discursos pronunciados en los congresos de la Internacional Comunista, recopilación, editorial Progreso, Moscú, s.f., p. 105). Es decir, la victoria de la revolución es posible únicamente si es conducida por un partido de masas, tanto si el partido existiera como un partido pequeño con fuerte ligazón con las masas y, por lo tanto, como un partido de masas por su carácter, como si existiera como un partido de masas por la extensa cantidad de sus militantes.

(21) Obras escogidas, ELE, Pekín, 1972, t. II, p. 293.

(22) Ideología y política, p. 182.

(23) Ciertamente la forma principal de lucha en una situación determinada exige un reajuste de la organización partidaria, pero esto no es lo mismo que la Reconstitución.

(24) Ver Ibarra, Eduardo, El pez fuera del agua. Crítica al ultraizquierdismo gonzaliano, Jaime Lastra Editor, Lima, 2010.

(25) Ver Ibarra, Eduardo, El desarrollo de la teoría del proletariado y el problema de su denominación, Ediciones Creación Heroica, Lima, 2012.

(26) Esta unidad no es una condición de la Reconstitución, pero si se alcanzase significaría un impulso ciertamente importante para llevar hasta el fin la mencionada tarea.

(27) El término reconstitución hace parte de la literatura marxista desde las primeras décadas del siglo XX y, concretamente, la frase reconstitución del Partido de Mariátegui encierra un concepto rico en contenido, un concepto que abre un caudal de posibilidades reales para solucionar problemas fundamentales de la revolución peruana.

(28) Como se sabe, los liquidadores han renunciado al marxismo-leninismo y tergiversado el pensamiento de Mariátegui en cuestiones dirimentes fundamentales y, por eso, es natural que hayan renunciado también a la tarea de la Reconstitución (de la cual fueron formalmente partidarios y prácticamente adversarios), y que, como consecuencia, propugnen ahora un partido doctrinariamente heterogéneo, mostrando así, sin ruborizarse, su abjuración de los fundamentos ideológicos, teóricos, políticos y orgánicos establecidos por Mariátegui.

(29) Por lo demás, es un hecho que el concepto de Reconstitución, en su correcto significado, ha surgido recién en el presente siglo (ver Ibarra, Eduardo, El partido de Mariátegui hoy: Constitución, nombre, reconstitución).







La Reconstitución del Partido de Mariátegui y el Movimiento Marxista-Leninista Peruano 

E.I. 

I

La reconstitución del partido de Mariátegui es la asunción de sus fundamentos en lo ideológico, teórico, político y orgánico. Veamos, pues, estos fundamentos. 

Fundamento ideológico. En el numeral 4 del «Programa del Partido» («Principios programáticos del Partido Socialista»), se lee lo siguiente: 


El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la  etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha. (Ideología y política, 1986, p. 160). 

Cualquier marxista –incluso cualquier persona inteligente que lea sin prejuicios– entenderá que el citado acuerdo de los fundadores del PSP –redactado por Mariátegui, como todo el programa– es prueba irrefutable de la filiación marxista-leninista del Partido (y del propio Mariátegui, obviamente)1. 

        Como es indiscutible, este fundamento ideológico del PSP está vigente. Pero, por cuanto el surgimiento del pensamiento de Mao comportó un nuevo desarrollo de la doctrina del proletariado, el contenido del término marxismo-leninismo cobró un enriquecimiento; así, desde hace ya buen tiempo comprende el pensamiento de Mao. Por eso la formulación de la doctrina proletaria como la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao, es completamente legítima2. 

        En conclusión, el partido se reconstituye sobre la base ideológica del marxismo-leninismo o doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao. 

        Fundamento teórico. En carta a la redacción del Boletín de la Universidad Popular González Prada (enero de 1927), Mariátegui sostuvo:

 

Hace año y medio propuse la organización de una especie de seminario de estudios económicos y sociológicos, que se proponga en primer término la aplicación del método marxista al conocimiento y definición de los problemas del Perú. Hoy renuevo mi propósito. (Martínez, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t. II, p. 272; en adelante, Apuntes). 

Esta aplicación del marxismo reclamada por Mariátegui aparece similar, en el contexto general de su pensamiento y a pesar de sus términos, al principio de aplicar la verdad universal del marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución peruana. ¿Acaso el «Programa del Partido», redactado por Mariátegui, hay que insistir, no sostiene que el PSP adopta el marxismo-leninismo «como su método de lucha», es decir, como su instrumento de transformación revolucionaria de nuestra realidad?3 

        Como es indiscutible, este fundamento del partido de Mariátegui está vigente y, por lo tanto, el partido se reconstituye sobre la base teórica del principio de aplicar el marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución peruana. 

        Fundamentos políticos. Mariátegui expresó la concepción de la revolución del PSP en términos meridianos: 


Una revolución no puede ser predicha a plazo fijo. Sobre todo, una revolución no es un golpe de mano. Es una obra multitudinaria. Es una obra de la historia. Los comunistas lo saben bien. Su teoría y su  praxis se han formado en la escuela y en la experiencia del materialismo histórico. No es probable, por ende, que se alimenten de ilusiones. (La escena contemporánea, 1988, p. 135).

Una revolución continúa la tradición de un pueblo, en el sentido de que es una energía creadora de cosas e ideas que incorpora definitivamente en esa tradición enriqueciéndola y acrecentándola. Pero la revolución trae siempre un orden nuevo, que habría sido imposible ayer. La revolución se hace con materiales históricos; pero, como diseño y como función, corresponde a necesidades y propósitos nuevos. (Temas de nuestra América, 1988, p. 93). 

Todo el trabajo de organización de las masas anterior y posterior a la fundación del PSP, así como la teorización mariateguiana sobre las cuestiones particulares de la revolución peruana, son expresiones de dicha concepción. Conforme a ella y teniendo en cuenta la situación concreta, Mariátegui esclareció elementos vertebrales de la línea política del PSP:

 

Los hechos se encargaron de demostrar a los radicales chilenos que los cauces legales no pueden contener una acción revolucionaria. (Temas de nuestra América, p. 143).

Cuando la revuelta aspiró a transformarse en una revolución, se sintió impotente por falta de fusiles, de programa y de doctrina4. (Ideología y política, pp. 186-187).

… la praxis marxista… propone precisamente la conquista del poder político como base de la socialización de la riqueza. (Defensa del marxismo, 1988, p. 26). 

Así quedaron esclarecidos el cauce de la revolución, la necesidad de tres instrumentos para llevarla al éxito y la ligazón entre el poder político y la socialización de la riqueza. 

En cuanto al cauce de la revolución, la afirmación de Mariátegui implica que dicho cauce es la acción directa de las masas. Precisamente de esta acción es que surgirá la Creación Heroica del Pueblo Peruano. 

En cuanto a los tres instrumentos de la revolución, es un hecho que el PSP estaba en camino de consumar el frente unido del pueblo peruano sobre la base de los principios frenteunitarios expuestos por Mariátegui en el artículo «El 1º de mayo y el frente unido»:5 


Formar un frente único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una necesidad urgente.

El frente único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única. Es una acción contingente, concreta, práctica. El programa del frente único considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda abstracción y de toda utopía. Preconizar el frente único no es, pues, preconizar el confusionismo ideológico. Dentro del frente único cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario. Cada cual debe trabajar por su propio credo. Pero todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados por la lucha contra el adversario común, ligados por la misma voluntad revolucionaria, y la misma pasión renovadora.

Las masas reclaman la unidad. Las masas quieren fe. Y, por eso, su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y pesimista de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz optimista, cordial, juvenil y fecunda de los que afirman y de los que creen. (Ideología y política, pp. 108, 109 y 110) 

Y, ya constituido el PSP, en la reunión del 4 de marzo su Comité Central aprobó una moción en la cual se lee: 


El P.S. reconoce que dentro de las condiciones nacionales, la realidad nos impondrá la celebración de pactos y alianzas generalmente con la pequeña burguesía revolucionaria. El P.S. podrá formar parte de estas alianzas de carácter revolucionario, pero, en todo caso, reivindicará para el proletariado la más amplia libertad de crítica, de acción, de prensa y de organización. (Martínez, Apuntes, t. II, p. 448). 

Alianza revolucionaria y, en este marco, la más completa independencia de la tendencia proletaria, marxista-leninista: he aquí la posición que mantuvo el PSP. 

        Pero además, Mariátegui esclareció: 


El anti-imperialismo, para nosotros, no constituye ni puede constituir, por sí solo, un programa político, un movimiento de masas apto para la conquista del poder. El anti-imperialismo, admitido que pudiese movilizar al lado de las masas obreras y campesinas, a la burguesía y a la pequeña burguesía nacionalistas (ya hemos negado terminantemente esta posibilidad) no anula el antagonismo entre las clases, no suprime su diferencia de intereses.

Ni la burguesía, ni la pequeña burguesía en el poder pueden hacer una política anti-imperialista. Tenemos la experiencia de México, donde la pequeña burguesía ha acabado por pactar con el imperialismo yanqui.

Sin prescindir del empleo de ningún elemento de agitación anti-imperialista, ni de ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente pueden concurrir a esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista opondrá al avance del imperialismo una valla definitiva. (Ideología y política, pp. 90 y 91). 

Estas afirmaciones son un deslinde categórico con el anti-imperialismo burgués y pequeño burgués. Así como la experiencia de México de la que habló Mariátegui, ahora tenemos el ejemplo de gobiernos ruidosamente anti-imperialistas en el sentido pequeño burgués del término, gobiernos cuyos dirigentes, llenándose la boca de la palabra revolución y, en algunos casos, aun de la palabra socialismo, no han hecho y no hacen más que administrar la economía del régimen capitalista, al que maquillan con algunas medidas y algunas reformas, sirviendo así a su mantenimiento. Como hemos visto, sin prescindir de ningún elemento de agitación anti-imperialista, ni de ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente pueden concurrir a esta lucha, el Partido debe desarrollar la propaganda de sus principios demostrando de cara a las masas populares que solo el socialismo salvará al Perú. Huelga decir que los citados conceptos mariateguianos sientan las bases teóricas del anti-imperialismo proletario y que, por eso, se suman a la teoría partidaria del trabajo frenteunitario.

                                                                                                                                                                                                                                    La cuestión del ejército revolucionario está implícita en no pocas afirmaciones de Mariátegui; aquí basta recordar lo que hemos citado acerca de la sublevación de Atusparia, pues la falta de fusiles de esta sublevación fue precisamente la falta de un ejército. Huelga precisar que el ejército es, precisamente, para ejercer la violencia revolucionaria. Por eso Mariátegui señaló: 


… la revolución es la gestación dolorosa, el parto sangriento del presente. (La escena contemporánea, p. 21).

El poder se conquista a través de la violencia… se conserva el poder sólo a través de la dictadura. (Historia de la crisis mundial, 1969, p. 81; elipsis nuestra). 

En cuanto a la ligazón del poder político con la socialización de la riqueza, la afirmación mariateguiana se ajusta completamente a la teoría marxista: la conquista del poder es la condición de la socialización de la riqueza. 

El PSP le propuso al pueblo peruano un programa que «era una declaración doctrinal» que comprendía un análisis teórico de nuestro proceso histórico en el marco del capitalismo mundial y la adopción del marxismo-leninismo como la base de unidad ideológica del partido. En ese mismo marco el programa consideraba el factor de estagnación que significaba la semifeudalidad y el carácter colonial de nuestra economía, lo cual hacía de la burguesía peruana una clase enfeudada al imperialismo y coludida con la feudalidad. Esta realidad hacía del proletariado la clase cuya acción encarnaba el encargo de realizar la revolución democrático-burguesa. Como consecuencia, el programa consideraba que la subsistencia de las comunidades campesinas y la presencia de grandes empresas agrícolas eran elementos de una solución socialista de nuestra cuestión agraria y, al mismo tiempo, que el estímulo que se preste al libre resurgimiento del pueblo «indígena» no podía significar una antihistórica tendencia de reconstrucción del socialismo incaico, pues el socialismo moderno, proletario, supone la técnica, la ciencia, la etapa capitalista, esto último en un sentido histórico universal. El programa considera asimismo la necesidad de una educación democrática, igualitaria, inspirada en los principios de la escuela única y de la escuela del trabajo. Luego, caracterizando el proceso de la revolución peruana, el programa considera su etapa democrático-burguesa y su etapa proletaria. En el último párrafo de su parte doctrinal el programa define al Partido Socialista del Perú como la vanguardia del proletariado, la fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase. Enseguida, considera un conjunto de reivindicaciones inmediatas, con lo cual lo táctico aparece unido a lo estratégico, el programa mínimo al programa de la revolución. Puede decirse, pues, que el programa comprende un conjunto de cuestiones económicas, sociales, políticas y educacionales, y termina con estos expresivos conceptos acerca del propósito de que su contenido sea asumido por el pueblo peruano: 


Los grupos estrechamente ligados que se dirigen hoy al pueblo, por medio de este manifiesto, asumen resueltamente, con la conciencia de un deber y una responsabilidad histórica, la misión de defender y propagar  sus principios y mantener y acrecentar su organización, a costa de cualquier sacrificio. Y las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones  representamos en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo. (Ideología y política, p. 164). 

Esta cita prueba la concepción que tenía el PSP de su programa como factor unitivo de las luchas del pueblo, de la responsabilidad del partido (en la cita la afirmación «Los grupos estrechamente ligados que se dirigen hoy al pueblo», es una alusión elíptica al partido) como factor dirigente de estas luchas, de la necesidad de defender y propagar los principios del socialismo, de la necesidad de que las amplias masas populares se apropien de las reivindicaciones consideradas en el programa y de la doctrina que las sustenta y, en resumidas cuentas, de la necesidad de que, a través de la lucha de clases, las masas sean capaces de encontrar «la vía que conduce a la victoria final del socialismo», o como dice el programa –y atendiendo a la concepción mariateguiana del carácter de nuestra revolución–,6a la victoria final de la revolución democrático-burguesa, primera etapa de nuestra revolución socialista. 

Como es indiscutible, estos fundamentos políticos: concepción de la revolución, cauce e instrumentos de la misma, relación entre el poder político y la socialización de la riqueza, partido de clase, programa, frente unido, violencia revolucionaria, están vigentes7 y, por lo tanto, el partido se reconstituye sobre la base de la asunción de esta concepción, de esta política y de este programa (en lo que tiene de vigente, naturalmente). 

Fundamentos orgánicos. El PSP precisó la composición básica de su membresía: 


La organización de los obreros y campesinos con carácter netamente clasista constituye el objeto de nuestro esfuerzo y nuestra propaganda, y la base de la lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional. (Martínez, Apuntes, t. II, p. 397). 

Decimos «básica», porque la presencia de empleados e intelectuales entre los fundadores y los primeros militantes del Partido, indica que la militancia no se limitaba a obreros y campesinos. 

        Pero además, el PSP estableció: 


De acuerdo a las condiciones concretas actuales del Perú, el Comité concurrirá a la constitución de un Partido Socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas. (Ibídem). 

Aquí se trata de la base social del PSP y, como en el caso anterior, las capas intermedias no quedaban por fuera. 

        Aunque no hay documento del PSP ni texto de Mariátegui donde se hable del centralismo-democrático, toda la práctica orgánica del Partido (reuniones de La Herradura y de Barranco, reuniones de la segunda mitad de 1920 en la que se discutió y aprobó el «Programa del partido», reuniones del 1 y 4 de marzo de 1930, etcétera), prueba de un modo inobjetable que en ellas se aplicó siempre el centralismo-democrático8. 

        En cuanto al tipo de militante que debía tener el PSP, Mariátegui sostuvo: 


[La revolución rusa] ha producido un tipo de hombre pensante y operante. (Defensa del marxismo, p. 44). 

Esta consideración es fundamental en la construcción del Partido, en la construcción de la capacidad intelectual y de la potencia operativa de sus militantes. 

Por otro lado, la práctica del partido de Mariátegui prueba su carácter clandestino y, cuando en su Programa se habla de la «fundación pública de esta agrupación», lo que en realidad se afirma es que dicha fundación es la institución de la red pública del Partido, el posicionamiento de esta red en la vida política del país (red que, por razones obvias, no podía aparecer sino bajo el nombre de Partido Socialista). Prueba nuestra aserción el siguiente párrafo del acta de la Reunión del 1 marzo de 1930 del PSP (que, como se observa, data de un año y cinco meses después de la aprobación inicial del «Programa del partido»): 


Por unanimidad se aprobó enseguida la segunda parte de la moción de orden del día, conforme a la cual, todos los miembros del C.C. y de los grupos de provincias, suscriben el Manifiesto y documentos, reservándose el C.E. la designación de los que en delegación del P. deben suscribirlo al ser dados a la publicidad, designación para la cual el C.E. tendrá en cuenta el interés del P. y las razones de oportunidad y eficacia de tal elección9. 

Esta cita expresa el celo que ponía el Comité Central en preservar el carácter clandestino del PSP. 

Uno de los cuatro acuerdos tomados por la Reunión de la Herradura (16 de setiembre de 1928), decía: 


3º- El Comité Ejecutivo del Partido Socialista estará formado por la “célula secreta de los siete”.10 

Este acuerdo no guardaba ninguna relación con el carácter clandestino del partido, pues la “célula secreta” tuvo otra función11; pretender replicar la experiencia de la misma, es no tener en cuenta las condiciones actuales; por lo tanto, la experiencia de la “célula secreta” es prescindible en la lucha por la reconstitución del Partido. 

En cuanto al nombre de PSP, Mariátegui explicó el mismo en términos inequívocos: 


En Europa, la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después de la guerra, designaciones específicas. En los pueblos donde ese fenómeno no se ha producido, porque el socialismo aparece recién en su proceso histórico12, la vieja y grande palabra conserva intacta su grandeza.13 

Es decir, Mariátegui entendió que, en el Perú de su tiempo, el nombre de socialista obraba exactamente como el nombre de comunista. Pero después de que Luciano Castillo fundara un sedicente Partido Socialista (cuya existencia se prolongó hasta los años sesenta) y luego de que en las últimas décadas del siglo XX aparecieran partidos reformistas con el nombre de socialista y que aun ahora este nombre sea utilizado por dos partidos igualmente reformistas, el nombre de socialista es improcedente y hasta confusionista como nombre de un partido que se reclame marxista. Pero así como el nombre de socialista está profundamente desacreditado, también lo está el nombre de comunista.14 

       Como se sabe, la reunión del 7 de octubre de 1928 eligió a Mariátegui como Secretario General del PSP. En el marco de la organización de las masas, el Partido impulsó siempre el principio de la dirección colectiva; así, la CGTP estaba representada y administrada por un Comité Confederal (cuerpo de delegados) y un Comité Ejecutivo, compuesto por un Secretario General y un secretario por cada cargo, según consta en sus Estatutos, documento escrito por Mariátegui15. Dicho sea de paso: en una reunión del 3 de junio de 1976 con siete miembros del buró político del PCCh, Mao señaló: 


Yo pienso que no debe haber presidente, que en China nuestro partido no debe tener presidente. Yo pienso que lo mejor para nosotros es que el buró político se dé una organización según el principio de tres en uno16. 

Pero, como sabemos, el PCP-SL tuvo presidente en la persona de Abimael Guzmán, quien, desde ese cargo, esgrimió la tesis antimarxista de la «dirección unipersonal», lo cual le permitió cabalgar sobre las espaldas de la militancia. Actualmente, para no quedarse atrás el PCP-PR presenta también un presidente y, cosa risible, se da el caso de que un minúsculo movimiento político tiene también presidente. Contra estos afanes de fabricarse una imagen de artificial brillo, el Partido debe defender el cargo de Secretario General y el principio de dirección colectiva, tanto en su propio seno como en las organizaciones sindicales y en las organizaciones políticas de frente unido. 

        Como es indiscutible, estos fundamentos del PSP: membresía básica, base social del partido, centralismo-democrático, cualidad pensante y operante de sus militantes, carácter clandestino, trabajo abierto mediante una red pública, nombre del partido suficientemente representativo de su carácter revolucionario y debidamente demarcador con respecto a las organizaciones activas en nuestro medio17, dirección colectiva, están vigentes y, por lo tanto, el partido se reconstituye sobre la base de estos principios y estos criterios orgánicos. 

II

En conclusión, la vigencia de los fundamentos del PSP reseñados aquí, es lo que permite –y exige–  hablar en nuestro tiempo de reconstitución, y no de constitución del partido del proletariado peruano. Plantear constitución es negar la vigencia de los fundamentos del PSP, es decir, de lo medular de la Creación Heroica de Mariátegui. De lo que se trata, pues, es de retomar tales fundamentos, por la sencilla razón de que ellos son el contenido básico de la Reconstitución; decimos “el contenido básico”, pues, como se entenderá, la Reconstitución tiene que realizarse, asimismo, teniendo en cuenta la realidad actual. Así, la Reconstitución liga el pasado y el presente históricos del Partido y, al mismo tiempo, la verdad universal con nuestra realidad concreta. 

Pues bien, no es difícil entender que la reconstitución del partido de Mariátegui no es lo mismo que la unidad del movimiento marxista-leninista peruano. Pero si esta unidad se diera sobre la base de la reconstitución del partido de Mariátegui, entonces, sin ninguna duda, sería un impulso particularmente importante en el camino de realización de dicha tarea. Decimos lo que acabamos de decir, porque la unidad del movimiento marxista-leninista puede darse también bajo la forma de un frente de clase que no necesariamente impulsara la Reconstitución18. 

       Ciertamente las fuerzas marxista-leninistas se encuentran reducidas a su mínima expresión. Partidos y grupos que hasta ayer eran partidarios de la Reconstitución, terminaron haciendo un camino distinto. Así por ejemplo, con su pensamiento Gonzalo, su “partido militarizado” y su concepción de la violencia revolucionaria como “la médula del marxismo”, el PCP-SL negó la vigencia del pensamiento de Mariátegui y se apartó de su Camino; con su marxismo a secas, su proyecto de un partido-amalgama y su renuncia a la Reconstitución, el grupo liquidacionista da cuenta de su negación de los fundamentos del partido de Mariátegui; con su maoísmo puramente verbal y su adicción a nadar en dos aguas, el oportunismo de derecha transita un camino ajeno al Camino de Mariátegui. 

Ahora bien, algunos grupos y algunos activistas mantienen una actitud de cierta indiferencia con respecto a la tarea de reconstituir el partido de Mariátegui. Pero, según parece, en la mayoría de los casos dicha actitud expresa un problema de comprensión. 

Mariátegui señaló con acierto absoluto: 


Los verdaderos revolucionarios, no proceden nunca como si la historia empezara con ellos. Saben que representan fuerzas históricas, cuya realidad no les permite complacerse con la ultraísta ilusión verbal de inaugurar todas las cosas. 

Así, pues, demostrada la vigencia de los fundamentos del PSP, los verdaderos revolucionarios deben saber asumirlos y desarrollarlos conforme a la realidad actual del Perú y el mundo. 

En fin, incluso reducidos a su mínima expresión, los grupos y activistas que sostienen la Reconstitución, son pocos pero son, pues su fuerza histórica les viene de los fundamentos que han retomado. 

       Así, si se mira bien, se verá que se ha avanzado no poco en la lucha por la Reconstitución en los planos ideológico y teórico, así como en la dimensión teórica de los planos político y orgánico. Esta es una buena base para continuar avanzando por el mismo camino y cumplir con las tareas prácticas pendientes en los planos político (entendiendo por esto sobre todo la penetración en las masas) y orgánico (entendiendo por esto ante todo la constitución de una dirección provisoria que impulse las tareas de la Reconstitución).      

¿No es esto, acaso, lo que exige la actual situación? Entonces, en consecuencia, ergo, ¿qué esperamos? 

02.03.2023. 

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Notas:

(1) Al respecto puede consultarse nuestro libro El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui, donde el lector puede encontrar una exposición más detallada del tema.

(2) Sobre este punto puede consultarse nuestro folleto El desarrollo de la teoría del proletariado y el problema de su denominación.

(3) El lector puede consultar al respecto el artículo «Nuestro punto de partida», publicado en el blog Creación Heroica.

(4) Es claro que en el lenguaje mariateguiano fusiles equivale a ejército, programa a frente unido y doctrina a partido.

(5) Obviamente, dichos principios fueron expuestos por Mariátegui como principios del frente unido sindical de la clase obrera, pero los mismos son pasibles de ser aplicados al frente político del pueblo peruano.

(6) Ver nuestro folleto «Mao y Mariátegui».

(7) Huelga decir que la parte del programa que habla de la semifeudalidad perdió vigencia con la liquidación de la misma en la segunda mitad de la década del ochenta; lo mismo ocurre con las reivindicaciones inmediatas. El lector podrá ver nuestros argumentos sobre la primera cuestión en el folleto «Nuestro mayor problema histórico».

(8) Ver nuestro folleto «Mariátegui, el ¿Qué hacer? y el Partido Socialista del Perú».

(9) Martínez, Apuntes, t. II, p. 486.

(10) Apuntes, t. II, p. 397.

(11) Ver nuestro folleto «Apuntes sobre la “célula secreta de los siete” del Partido Socialista del Perú».

(12) Esta afirmación de Mariátegui pone en su lugar –con toda razón– al socialismo reformista anterior al suyo propio de clara índole marxista. Cuando en «Aniversario y balance» Mariátegui habla de la degeneración del socialismo, se refiere al socialismo marxista europeo que degeneró en reformismo. Contrariamente, en nuestro medio el socialismo reformista no resultó de la degeneración del marxismo, por lo que no puede tomarse como un caso de la degeneración reformista del socialismo marxista. Nuestro socialismo reformista anterior al Mariátegui marxista fue una importación y, por lo tanto, fue reformista desde su arribo al país hasta su debacle. En el momento en que Mariátegui escribió «Aniversario y balance», en el movimiento marxista peruano no se había producido aún ninguna degeneración de tipo reformista.

(13) Ideología y política, p. 249.

(14) Ver los capítulos II, III y VI de nuestro libro El partido de Mariátegui hoy: Constitución, nombre, reconstitución.

(15) Ver Ideología y política, p. 132.

(16) Robinson Rojas, China, una revolución en agonía, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1978, p. 31. Como es de conocimiento común, durante muchos años Mao fue presidente del PCCh, por lo que, a primera vista, su propuesta puede parecer una incoherencia, pero lo que importa resaltar aquí es que ella, la propuesta, encierra un punto de vista que ve una contradicción entre la dirección colectiva y el cargo de presidente.

(17) Sobre el tema el lector puede consultar nuestro libro El partido de Mariátegui: Constitución, nombre, reconstitución.

(18) Pero que, sin embargo, esclarecimiento de por medio, puede convertirse en una fuerza de la Reconstitución.