Nota:
Dado que las circunstancias han reavivado un poco –y no siempre
debidamente– la discusión sobre el ultraizquierdismo gonzaliano, republicamos a
continuación tres artículos cuyos contenidos giran en torno a la cuestión
fundamental del desarrollo histórico del marxismo, cuestión sobre la cual el
PC-SL, siguiendo a algunos autores nacionales y extranjeros, sostuvo el maoísmo
como tercera etapa del marxismo, lo cual, entre otras cosas, trajo como
consecuencia que, después de un tiempo, algunos epígonos suyos en punto a la
cuestión levanten también el maoísmo con ese mismo rango.
De esa forma nos mostramos contrarios a la emocionalidad que han puesto en
evidencia en las últimas semanas algunas personas, que han rumiado el delirante
discurso del PC-SL, así como a las miserables y a veces macabras expresiones
puramente hepáticas de personas cargadas de enfermizo anticomunismo.
De estos últimos no nos interesa agregar sino que se encuentran en el
basurero de la historia. A los primeros les decimos que si de lo que se trata
es de servir a la clase siendo constructivos, entonces es necesario comprender
que no hay mejor forma de serlo que haciendo a un lado la gastada e inútil
retórica y llevando adelante un verdadero debate de ideas basado en los hechos.
Aprovechamos la oportunidad para informar a nuestros lectores que el autor
de los artículos que siguen ha preparado la segunda edición, aumentada y
corregida, del libro El Pez Fuera del
Agua, que esperamos pueda salir a luz en algún momento de la primera mitad
del próximo año.
01.11.2021.
Comité de Redacción.
¿Qué Hay Detrás del Maoísmo Delirante?
Eduardo Ibarra
Hablar de «maoísmo» y definirlo como «tercera etapa del
marxismo» encierra ciertos problemas que examinaremos en estas líneas.
I
En Los fundamentos del leninismo,
en Cuestiones del leninismo y en la Entrevista
con la primera delegación de obreros norteamericanos, Stalin hizo un
análisis científico del leninismo revelando sus raíces históricas, sus aportes,
su contenido principal y estableciendo su definición.
En los dos trabajos mencionados como en la Entrevista, el
método de Stalin consiste en explicar la conciencia social por la existencia
social, el desarrollo del marxismo por el cambio en las condiciones concretas,
el surgimiento del leninismo por la transformación del capitalismo competitivo
en imperialismo. Es decir el principio materialista le permitió a Stalin
revelar las raíces históricas del leninismo y definirlo como el marxismo de la época del imperialismo y
de la revolución proletaria. Por eso consideró que el leninismo es una
época en el desarrollo del marxismo y
no una etapa y, es esto,
precisamente, lo que requiere explicación.
Stalin señaló: Rusia se convirtió en el hogar del leninismo» porque era «el punto de convergencia de todas» las contradicciones del imperialismo» (Los fundamentos del leninismo).
Con ello reveló la ligazón entre las condiciones particulares de la Rusia de principios
del siglo XX y las condiciones generales de la nueva época histórica que dieron
lugar al leninismo. Por eso pudo precisar: «el leninismo es un fenómeno internacional, que tiene raíces en todo el
desarrollo internacional, y no un fenómeno exclusivamente ruso» (ibídem). De este modo, pues,
esclareció el problema de las raíces históricas del leninismo.
Por otro lado, sostuvo:
… al desarrollar la doctrina de Marx en las nuevas condiciones de la lucha
de clases, Lenin aportó al tesoro general del marxismo elementos nuevos en
comparación con lo que le dieron Marx y Engels, en comparación con lo que se le
pudo dar en el período del capitalismo preimperialista. (Entrevista).
Con ello dejó sentado que Marx y Engels desarrollaron la teoría marxista en la época del
capitalismo premonopolista, en la época de la preparación del proletariado para
el asalto a la fortaleza capitalista. En efecto, en El capital, Marx y Engels hicieron un análisis de las bases del
capitalismo y en el Manifiesto comunista,
La lucha de clases en Francia 1948-1950,
El dieciocho brumario de Luis Bonaparte,
la carta a Weydemeyer del 5 de marzo de 1852, La guerra civil en Francia, Crítica
del programa de Gotha, Del socialismo utópico al socialismo científico y
otros escritos hicieron el análisis de la revolución proletaria y de la
dictadura del proletariado. Y dejó sentado también que, en las nuevas
condiciones internacionales de la lucha de clases, Lenin analizó el
imperialismo en trabajos como El
imperialismo, fase superior del capitalismo y algunos otros
y en Dos tácticas de la socialdemocracia
en la revolución democrática, El estado y la revolución,
La revolución proletaria y el renegado
Kautsky, La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo y otros escritos desarrolló la teoría y la táctica de la revolución
proletaria y de la dictadura del proletariado. Con ello esclareció las
principales particularidades de la nueva situación histórica, la correlación de
clases fundamental de nuestra época, la dirección principal de su desarrollo,
el despliegue de la revolución proletaria y la instauración de la dictadura del
proletariado.
Por eso agregó Stalin:
la verdad entera del leninismo es que no sólo hizo renacer el marxismo, sino que dio un paso adelante, prosiguiendo el desarrollo del marxismo bajo las nuevas condiciones del capitalismo y de la lucha de clase del proletariado. (Los fundamentos del leninismo; cursivas nuestras).
Para finalmente definir así el leninismo:
El leninismo es el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución
proletaria. O más exactamente: el leninismo es la teoría y la táctica de la
revolución proletaria en general, la teoría y la táctica de la dictadura del
proletariado en particular (ibídem).
Es decir que, al actuar en la Rusia zarista punto de convergencia de todas
las contradicciones del imperialismo, Lenin no pudo menos que revelar
teóricamente el contenido de la nueva época histórica y el nuevo contenido de
la lucha de clase del proletariado. Por eso el leninismo aparece como la
expresión teórica de las condiciones generales del imperialismo y de la
revolución proletaria.
Mao señaló:
Stalin, al explicar las raíces históricas del leninismo en su famosa obra
‘Los fundamentos del leninismo’, analizó la situación internacional en que
nació el leninismo, analizó las distintas contradicciones del capitalismo,
llegadas a su grado extremo bajo las condiciones del imperialismo, y mostró
cómo ellas hicieron de la revolución proletaria una cuestión práctica inmediata
y crearon condiciones favorables para el asalto directo al capitalismo. Además,
analizó por qué Rusia fue la patria del leninismo, por qué la Rusia zarista
constituía el punto de convergencia de todas las contradicciones del
imperialismo y por qué el proletariado ruso se convirtió en la vanguardia del
proletariado revolucionario internacional. De esta manera, Stalin analizó lo
universal de las contradicciones del imperialismo, demostrando que el leninismo
es el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria, y,
al mismo tiempo, analizó lo que de particular tenían estas contradicciones
generales en el caso del imperialismo de la Rusia zarista, explicando por qué
Rusia llegó a ser la cuna de la teoría y las tácticas de la revolución
proletaria y cómo dicha particularidad encerraba la universalidad de la
contradicción. Este análisis de Stalin nos ofrece un modelo para comprender la
particularidad y la universalidad de la contradicción y su interconexión» (Obras escogidas, t. I).
Así pues, el surgimiento del imperialismo determinó el surgimiento del
leninismo o, para decirlo de otro modo, el surgimiento de una nueva época
histórica determinó el surgimiento de una nueva época en el desarrollo del
marxismo.
Brevemente, este es el método y
estas son las conclusiones de Stalin en su análisis del leninismo; y, este
método y estas conclusiones están vigentes.
II
Ahora bien, el imperialismo es la época en que un puñado de países
capitalistas avanzados explota a una mayoría de países coloniales y
semicoloniales. Por eso, desde la Revolución de Octubre la revolución
democrática forma parte de la revolución socialista mundial. Como señaló Stalin
en 1918:
La grandiosa significación mundial de la Revolución de Octubre consiste
principalmente: 1) en que ensanchó el marco del problema nacional,
convirtiéndolo, de problema particular de la lucha contra la opresión nacional,
en el problema general de liberar del imperialismo a los pueblos oprimidos, a
las colonias y semicolonias; 2) en que abrió amplias posibilidades y caminos
efectivos para esta liberación, con lo que facilitó considerablemente a los
pueblos oprimidos del Occidente y del Oriente la causa de su liberación,
arrastrándolos al cauce común de la lucha victoriosa contra el imperialismo; 3)
en que con ello, tendió un puente entre el Occidente socialista y el Oriente esclavizado, formando un nuevo frente
revolucionario contra el imperialismo
mundial, que va desde los proletarios de Occidente, pasando por la revolución
rusa, hasta los pueblos oprimidos de Oriente. (La revolución de octubre y
el problema nacional).
En efecto, la Revolución de Octubre tendió un puente y abrió un nuevo
frente y, de este modo, se plasmó una nueva realidad que obligaba al desarrollo
de la teoría. Por eso en 1922 Lenin hizo este importante llamado:
Vosotros tenéis planteada una tarea que no se había planteado antes a los comunistas de todo el mundo: apoyándoos en la teoría y la práctica comunes a todos los comunistas, debéis saber aplicar esa teoría y esa práctica, adaptándoos a condiciones específicas que no se dan en los países europeos; a condiciones en las que la masa fundamental la constituye el campesinado, y la tarea a resolver no es la lucha contra el capitalismo, sino contra las supervivencias del medioevo. Es ésta una tarea difícil y específica, pero extraordinariamente grata, pues se atrae a la lucha a una masa que no ha participado todavía en ella (…) En pequeña escala, hemos realizado en nuestro país lo que vosotros realizaréis en gran escala, en grandes países. (Informe en el II Congreso de toda Rusia de las organizaciones comunistas de los pueblos de oriente).
Pero Lenin no se limitó a lanzar este llamado; de hecho, él mismo y Stalin
impulsaron el desarrollo de una teoría sobre la revolución en los países del
mundo colonial. Y tan importante es esta teoría, que Mao escribió:
uno tiene que asimilar verdaderamente la esencia del marxismo-leninismo,
tener una real comprensión de la posición, el punto de vista y el método
marxista-leninistas, así como de la doctrina de Lenin y Stalin sobre la
revolución en las colonias y en China, y saber aplicar todo ello para analizar
de modo penetrante y científico los problemas prácticos de China y descubrir
así las leyes de su desarrollo» (Obras, t. III).
Pero, como se sabe, fue Mao quien desarrolló una teoría sistemática sobre
la revolución en los países atrasados y, desde luego, Mao hizo mucho más que
eso.
Así, con el surgimiento del pensamiento de Mao, la teoría marxista
experimentó un nuevo desarrollo. Pero, en tanto este desarrollo ha tenido lugar
en la misma época del leninismo y no siempre se reconoce esta verdad, la
comprensión del desarrollo histórico del marxismo se hizo controversial.
Pues bien, así las cosas, es un hecho que, entre quienes reconocen el
aporte de Mao, la discrepancia consiste en determinar el lugar que le corresponde a tal aporte
en el desarrollo del marxismo. ¿El pensamiento de Mao es una época en el
desarrollo del marxismo, o, más bien, una etapa del marxismo de nuestra época?
He aquí el fondo del problema.
Pero veamos cómo se presenta la cuestión a la luz del método y las
conclusiones de Stalin. ¿Cuáles son los aportes de Mao al marxismo? ¿Cuál es el
contenido principal y cuál el contenido fundamental de su
pensamiento? ¿Cuáles son las raíces históricas del pensamiento de Mao? ¿Cómo
puede ser definido?
El pensamiento de Mao tuvo su cuna en la China punto de convergencia de
todas las contradicciones del imperialismo y, por consiguiente, es obvio que se
formó en la época del imperialismo y de la revolución proletaria. Esto quiere
decir que las raíces históricas del pensamiento de Mao son las mismas que las del leninismo. Pero la vieja China de la primera
mitad del siglo pasado no era un país imperialista como lo era la Rusia zarista
de principios del siglo XX, sino un país semicolonial y semifeudal. En
consecuencia, «la tarea a resolver» allí no era «la lucha contra el capitalismo, sino contra las supervivencias del medioevo». Pero estas condiciones particulares de la China de entonces eran, como es
obvio, parte de las condiciones generales del imperialismo, pues, como ha
quedado dicho, el imperialismo es una época en que un puñado de países
capitalistas avanzados explota a una mayoría de países coloniales y
semicoloniales y, precisamente por eso, Lenin señaló que «La revolución social sólo puede producirse bajo la forma de una época que
una la guerra civil del proletariado contra la burguesía en los países
avanzados con toda una serie de
movimientos democráticos y revolucionarios, comprendidos los movimientos de
liberación nacional, en las naciones subdesarrolladas, atrasadas y oprimidas.» (Sobre la caricatura del marxismo y
el «economismo imperialista»). Por tanto, puede decirse que si la revolución china es la continuación histórica de la revolución
rusa en las condiciones de un país semicolonial y semifeudal, el pensamiento de
Mao es un desarrollo directo del
leninismo y, por consiguiente, un desarrollo del marxismo en general. Así, Sobre la nueva democracia es un
desarrollo de Dos tácticas de la
socialdemocracia en la revolución democrática, y la teoría de la continuación de la revolución bajo la
dictadura del proletariado es un desarrollo de las tesis sustentadas por Lenin
en su trabajo La economía y la política
en la época de la dictadura del
proletariado. En
consecuencia, la teoría y la táctica de Mao sobre la revolución de nueva
democracia es un desarrollo de la teoría y la táctica de la revolución
proletaria en general, y su teoría y su táctica sobre la continuación de la
revolución bajo la dictadura del proletariado es un desarrollo de la teoría y
la táctica de la dictadura del proletariado en particular.
Como bien se sabe, los aportes de Mao comprenden las tres partes
integrantes del marxismo, pero el contenido principal del pensamiento de Mao es su
teoría de la revolución de nueva democracia y su teoría de la continuación de
la revolución bajo la dictadura del proletariado. Y si este es su contenido
principal, su contenido fundamental es
su aporte a la dialéctica.
Desde el siglo XVIII la revolución se desplaza de Occidente a Oriente. Pero
día llegará en que se desplace de Oriente a Occidente. Por eso la lucha obrera
urbana y la lucha campesina rural no pueden comprenderse sino como dos formas
de lucha sucesivamente vigentes y hasta potencialmente coincidentes en el
proceso en espiral de la lucha revolucionaria a escala mundial. De hecho, ambas
formas de lucha son expresiones de un proceso único e indivisible, el proceso
de la revolución proletaria mundial. Así, este proceso revela la ligazón entre
el pensamiento de Lenin y el pensamiento de Stalin de una parte y el
pensamiento de Mao de otra. Más claramente, si las condiciones particulares
tanto de Rusia como de China marcaron la diferencia entre el contenido del
pensamiento de Lenin y el pensamiento de Stalin de una parte y el pensamiento
de Mao de otra, las condiciones generales de nuestra época marcaron el
contenido común de los pensamientos de Lenin, Stalin y Mao.
III
Ni en Los fundamentos del leninismo,
ni en Cuestiones del leninismo, ni en
la Entrevista con la primera delegación
de obreros norteamericanos ni en ninguna otra parte, Stalin habla del
leninismo como de una etapa del marxismo. Pero posteriormente, los comunistas
chinos escribieron que «Lenin desarrolló el
marxismo y lo impulsó hacia una nueva etapa, la etapa leninista» (Adelante por el camino del gran Lenin). En 1961, en una serie de artículos en
conmemoración del 90 aniversario de la Comuna de París, comunistas chinos
plantearon por primera vez la tesis de «las tres etapas del marxismo» (ver Mavraquis, Kostas, Sobre
el trotskismo). Luego, Lin Biao y otros presentaron el pensamiento de Mao
como «la tercera etapa del marxismo». Por su parte, en el
libro Historia de la filosofía, tomo
II, los soviéticos hablaron de «El surgimiento de la
etapa leninista».
Entre nosotros, Mariátegui escribió en su Defensa del marxismo que es en la revolución rusa «donde hay que buscar la nueva etapa marxista». Por todo esto, pues, es necesario indicar que, mientras el
movimiento comunista no afrontó el problema del lugar del pensamiento de Mao en
el desarrollo del marxismo, el uso del término etapa no implicaba una seria
confusión teórica, pero, una vez surgido este problema, la insistencia en su
uso dificulta el correcto planteamiento y la correcta resolución del mismo.
Como es claro, la primera circunstancia (el uso libre del término etapa)
ha concluido hace tiempo y, por tanto, la segunda (la insistencia en el uso de
dicho término) no es posible prolongarla más, pues hoy es necesario usar con
rigor los términos en la discusión del problema que nos ocupa.
Pero tanto en Documentos
fundamentales del PCP-SL como en ¡Viva el marxismo-leninismo-maoísmo! del MRI se utiliza
arbitrariamente el término etapa y se silencia vergonzantemente el leninismo
como el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria.
En Documentos fundamentales, por
ejemplo, se dice:
… el maoísmo no es reconocido plenamente como tercera etapa, pues, mientras
unos niegan simplemente su condición de tal, otros sólo llegan a su aceptación
como “pensamiento Mao Tsetung”. Y, en esencia, en ambos casos, con las obvias
diferencias que entre sí tienen, niegan el desarrollo general del marxismo
hecho por el Presidente Mao Tsetung; no reconocerle su carácter de “ismo”, de
maoísmo, es negarle vigencia universal y, en consecuencia, su condición de
tercera, nueva y superior etapa de la ideología del proletariado internacional.
(Guerra popular en el Perú. El pensamiento Gonzalo,
recopilación y edición de Luis Arce Borja, Bruselas, 1989).
Quienes «niegan simplemente» que Mao haya aportado
al marxismo son, evidentemente, los detractores de Mao. Y quienes «llegan a su aceptación como “pensamiento Mao Tsetung"» son, obviamente, quienes reconocen sus aportes al marxismo. ¿Cómo es
posible, entonces, que el autor de la cita afirme que «en esencia, en ambos casos, con las obvias diferencias que entre sí tienen,
niegan el desarrollo general del marxismo hecho por el Presidente Mao Tsetung»? ¿Cómo es posible que sostenga que «no reconocerle su carácter de “ismo”, de maoísmo, es negarle vigencia
universal»?
Bob Avakian tiene un trabajo titulado Las
contribuciones inmortales de Mao Tsetung, en el que, como se sabe,
demuestra de un modo incontestable que Mao desarrolló el marxismo. El trabajo
data del año 1978, y en él su autor utiliza el término «pensamiento Mao Tsetung», y no el de «maoísmo». Preguntamos: ¿es que entonces Avakian negaba «el desarrollo general del marxismo hecho por el Presidente Mao Tsetung»? ¿Es que entonces negaba la «vigencia universal» del pensamiento de Mao?
Preguntémonos sobre otros casos. ¿El PCCH negaba «el desarrollo general del marxismo hecho por el Presidente Mao Tsetung» cuando utilizaba el término «pensamiento Mao Tsetung»? ¿Es que así negaba su «vigencia universal»?
¿El propio Mao negaba su aporte al marxismo al oponerse al intento de los
guardias rojos de consagrar el término «maoísmo» y al recordarle a Lin Biao que la época histórica no ha cambiado y que el
leninismo es precisamente el marxismo de nuestra época? ¿Es que así negaba la «vigencia universal» de su pensamiento?
¿El PCP, al adherir al pensamiento de Mao en la V Conferencia Nacional
(1965), bajo el término «pensamiento Mao Tsetung», negaba «el desarrollo general del marxismo hecho por el Presidente Mao Tsetung»? ¿Es que así negaba su «vigencia universal»?
¿El mismo PCP-SL negaba «el desarrollo general
del marxismo hecho por el Presidente Mao Tsetung» cuando suscribía el término «pensamiento Mao Tsetung», y no el término «maoísmo»? ¿Es que así negaba su «vigencia universal»? ¿Es que así, «en esencia»», «con las obvias diferencias», coincidía con quienes «niegan simplemente» a Mao?
Es evidente, pues, que «las obvias diferencias
que tienen entre sí» los que «niegan simplemente» a Mao y los que «llegan a su aceptación como “pensamiento Mao Tsetung"», consisten, justamente, en que mientras los primeros rechazan el aporte de
Mao al marxismo, los segundos lo reconocen. Pero el autor de la cita confunde
las cosas hasta el punto de identificar a unos y otros en su desorbitado afán
por descalificar a los segundos.
Para decirlo con otras palabras, el autor de la cita no se ha dado cuenta
de que el problema en discusión consiste no
en el reconocimiento del pensamiento de Mao como un desarrollo de la verdad
universal del marxismo (esto es reconocido por todos los ortodoxos), sino más bien en dilucidar el lugar que le corresponde a dicho
pensamiento en el desarrollo del marxismo.
IV
Si, según la gramática, el sufijo ismo
sirve para formar sustantivos que designan doctrinas, sistemas, escuelas,
movimientos, entonces hay que convenir en que puede hablarse no solo de
marxismo sino también de engelsismo, no solo de leninismo sino también de estalinismo,
pues tanto el pensamiento de Engels como el de Stalin forman parte de la verdad
universal del marxismo. ¿O es que, sin confesarlo, se considera que estos
pensamientos no tienen valor universal?
Por tanto, si solamente se tratase de la universalidad del pensamiento de
los maestros del proletariado internacional, la doctrina proletaria tendría que
denominarse «marxismo-engelsismo-leninismo-estalinismo-maoísmo».
Pero ocurre que la denominación de la doctrina del proletariado según las
épocas de su desarrollo se ha consagrado teniendo en cuenta el peso específico
de la contribución de cada maestro. En una nota de su famoso libro Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía
clásica alemana, Engels sostiene que la teoría del proletariado «ostenta legítimamente» el nombre de Marx. Sin
embargo Engels era consciente de su propia contribución a la formación del
marxismo, que él, con grandeza ejemplar, consideraba como «una cierta parte independiente en la fundamentación, y sobre todo en la
elaboración de la teoría» marxista.
¿Qué quiere decir esto? ¿Quiere decir, acaso, que el engelsismo quedó fuera
de la denominación de la doctrina proletaria? ¿O quiere decir, más bien, que el
término marxismo incluye el engelsismo? Obviamente el pensamiento de Marx es el
pensamiento de Marx y el pensamiento de Engels es el pensamiento de Engels.
Pero el término marxismo no es ya
únicamente el pensamiento de Marx, sino
también el pensamiento de
Engels. Precisamente en este sentido es profusamente utilizado el término
marxismo, que, por lo demás, es utilizado también para designar la doctrina
proletaria en todo su desarrollo.
Por consiguiente, para denominar la primera época de la doctrina del proletariado existe un ismo, el marxismo, que no excluye sino que, por el contrario, incluye el engelsismo. Del mismo modo, para denominar el marxismo de nuestra época, existe también un ismo, el leninismo, que no excluye sino que, por el contrario, incluye el estalinismo.
Entonces, no es que, al no hablarse de
engelsismo, se niegue la universalidad del aporte de Engels, sino que esta
universalidad está contenida en el término marxismo. Del mismo modo, no es que,
al no hablarse de estalinismo, se niegue la universalidad de los aportes de
Stalin, sino que esta universalidad está contenida en el término leninismo.
Coincidiendo con Stalin, Mao señaló:
El leninismo es el marxismo de la era del imperialismo y de la revolución proletaria precisamente porque Lenin y Stalin han explicado correctamente estas contradicciones y han formulado la teoría y las tácticas correctas de la revolución proletaria para resolverlas. (Obras, t. I).
Obsérvese que Mao considera que el leninismo es lo que es precisamente porque Lenin y Stalin han
explicado correctamente, etcétera. Esto quiere decir que Mao entendía por
leninismo el pensamiento de Lenin más el pensamiento de Stalin, es decir del
mismo modo como lo hemos planteado arriba.
El pensamiento de Lenin es, pues, el pensamiento de
Lenin. Pero el leninismo es -ahora podemos decirlo- el pensamiento de Lenin, el
pensamiento de Stalin y el pensamiento de Mao. Y como el marxismo es una
doctrina en desarrollo, las cambiantes condiciones de la lucha de clase del
proletariado determinarán nuevos desarrollos suyos en nuestra época. Pero una
nueva época en el desarrollo del marxismo solo será posible cuando la humanidad
pase a la época del comunismo.
Si se quiere, podemos ver el problema de los ismos desde el ángulo inverso. Si con el sustantivo marxismo
implicamos el engelsismo y con el sustantivo leninismo implicamos el estalinismo,
en cambio con el sustantivo engelsismo no implicamos el marxismo y con el
sustantivo estalinismo no implicamos el leninismo. Por lo demás, con el
sustantivo maoísmo tampoco implicamos el leninismo, pero, por supuesto, para
los ortodoxos, el estalinismo y el maoísmo
están implicados en el
sustantivo leninismo. Esta realidad linguística no es casual sino el resultado
del uso histórico que por razones muy concretas ha consagrado precisamente estos
y no otros contenidos de los mencionados sustantivos.
Estas constataciones demuestran, pues, que el problema de
la denominación de la doctrina del proletariado quedó resuelto primero con el
término marxismo y, luego, con el término marxismo-leninismo. Y cada uno de
estos ismos, marxismo y leninismo,
representa una época en el desarrollo de la doctrina proletaria.
El hecho de que el desarrollo del marxismo esté
determinado por las condiciones concretas de la época histórica confirma el
principio materialista de que la existencia social determina la conciencia
social, y esto quiere decir que hablar de maoísmo como algo distinto al
leninismo, o sea, como si hubiera estado determinado por una época distinta a
la del imperialismo y la revolución proletaria, es negar el principio
materialista.
El pensamiento de Mao tiene valor universal y, por tanto, puede hablarse de
maoísmo. Ahora bien, es de conocimiento general que el mundo ha experimentado
grandes cambios,
pero no ha cambiado la época y, así, el aporte de Mao al marxismo, con todo
lo grande que es, no corresponde a una nueva época histórica y, por tanto, en
rigor no es correcto utilizar el término maoísmo en la denominación de la
doctrina.
No obstante, por cuanto por evidentes razones el pensamiento de Mao le da
al marxismo-leninismo su fisonomía actual, una razonable necesidad de
demarcación política obliga a incluir el nombre del gran dirigente en la denominación
de la doctrina proletaria. Así, es correcto hablar de la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao. Evidentemente,
con esta denominación se rinde justo reconocimiento a todos los representantes
del proletariado internacional, sin subestimar o menospreciar a ninguno.
V
Ahora podemos preguntarnos: ¿qué
hay, pues, detrás del maoísmo delirante?
En primer lugar, una vergonzante negación del método de Stalin en su
análisis del desarrollo del marxismo.
En segundo lugar, una sesgada negación del leninismo como el marxismo de la
época del imperialismo y de la revolución proletaria.
En tercer lugar, una reducción del marxismo y del leninismo a la condición
de etapas, siendo que tanto el primero como el segundo son más bien épocas en el desarrollo de la teoría del
proletariado.
En cuarto lugar, un cierto antileninismo, una negación de ciertas tesis muy
actuales de Lenin, en unos casos y, en otros, un antileninismo y un
antimarxismo abiertos.
En resumidas cuentas, hay un método contrario al método de Stalin y, por
consiguiente, unas conclusiones que niegan las conclusiones teóricas del autor
de Los fundamentos del leninismo.
Esto es lo que hay detrás del maoísmo
delirante.
Ahora bien, para desahuciar el método y las conclusiones de Stalin y
demostrar la validez de sus propias proposiciones, el maoísmo delirante hubiera tenido que demostrar: 1) que el leninismo
no es el marxismo de la época del
imperialismo y de la revolución proletaria; 2) que tanto el marxismo como el
leninismo corresponden no a las dos
épocas del desarrollo histórico del capitalismo y de la revolución proletaria, sino
únicamente a una u otra etapa de la época en que surgió cada uno de ellos; 3)
que, por tanto, el método de Stalin es erróneo.
Es esto pues lo que hubiera tenido que hacer el maoísmo delirante, sencillamente porque, como señaló Lenin,
Cuando los ortodoxos han tenido que manifestarse contra ciertas
concepciones anticuadas de Marx (como, por ejemplo, Mehring respecto de ciertas
tesis históricas), lo han hecho siempre con
toda precisión y de forma tan detallada, que nadie ha encontrado jamás en
sus trabajos la menor ambigüedad. (Materialismo y
empiriocriticismo, prólogo a la primera edición; cursivas nuestras).
Pero ocurre que, como está probado, el maoísmo delirante se ha mostrado ambiguo
y, en más de treinta años, no se ha atrevido a manifestarse en forma franca, precisa, decidida y clara contra el método de Stalin, contra sus conclusiones teóricas.
Es decir, la definición del pensamiento
de Mao como «tercera etapa del marxismo» se ha levantado sobre un silencio casi sepulcral acerca del análisis del
leninismo realizado por Stalin. Decimos «casi sepulcral», porque conocemos una referencia a
la cuestión aparecida en un documento del Partido Comunista de Nepal (Maoísta),
titulado ¡El Mundo va a Cambiar de Base!, publicado en Un Mundo Que Ganar, nº 29, consistente en una alusión a «los errores de Stalin» («y del anterior movimiento comunista»), pero sin que el autor argumente con
toda precisión y de forma detallada,
por lo que es de todo punto imposible dejar de señalar que esa clase de
acusación es ambigua.
Por su parte, sumergido en su maoísmo delirante, al escribir que “El
maoísmo es la aplicación del marxismo-leninismo a los países atrasados, de la
ofensiva estratégica de la revolución mundial y de la continuación de la
revolución bajo la dictadura del proletariado” (Guerra popular en el Perú), Gonzalo no paró mientes en que, las
tres cuestiones que apunta como las raíces históricas del maoísmo, son
precisamente parte de nuestra época, de la época del imperialismo y de la
revolución proletaria.(1) Por tanto, sin percatarse del alcance de su citada
afirmación, implícitamente Gonzalo considera el maoísmo como una etapa del
leninismo, que, como se sabe, es el marxismo de nuestra época, cosa que, sin
embargo, paradójicamente, el jefe senderista niega con su definición del
maoísmo como una etapa del marxismo (reduciendo así tanto el marxismo como el
leninismo a simples etapas), y no
como un desarrollo del marxismo-leninismo en tanto desarrollo del marxismo de
nuestra época, en tanto desarrollo directo
del leninismo. De esta forma pone en evidencia todo el embrollo que tiene en la
cabeza en punto al tema en cuestión.
En las filas del maoísmo delirante,
sin embargo, hay quienes dicen reconocer que el leninismo es el marxismo de
nuestra época y, al mismo tiempo, levantan el pensamiento de Mao como «tercera etapa del marxismo».
Pero, evidentemente, eso es ya el colmo de la confusión. Y, en algunos casos, del confusionismo.
La Reconstitución y la Verdad Universal del
Proletariado
(Fragmento)
E.I.
Como es de
conocimiento común, la constitución del Partido Socialista del Perú comprendió
una lucha en los planos ideológico, teórico, político y orgánico. En el
presente artículo me limitaré a una breve reseña del plano ideológico.
En los
tiempos de Mariátegui, la cuestión del leninismo era una controversia
fundamental. Entonces el maestro escribió el libro Defensa del marxismo (1), y acordó el marxismo-leninismo como la
base de unidad del PSP: «El marxismo-leninismo es el método revolucionario de
la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú,
lo adopta como su método de lucha.» (Ideología
y política, 1985, p. 160).
Así, pues,
la adhesión al marxismo-leninismo fue el
contenido ideológico de la Constitución del Partido.
Pues bien,
la Reconstitución comprende igualmente una lucha en los cuatro planos aludidos
arriba.
Específicamente,
en el plano ideológico la lucha se presenta como la defensa del leninismo en
tanto marxismo de nuestra época y del pensamiento de Mao en cuanto desarrollo del
marxismo-leninismo.
Lenin
señaló:
La época se llama
precisamente época porque abarca toda una suma de diversos fenómenos y guerras,
típicos y no típicos, grandes y pequeños, propios de los países avanzados y de
los atrasados. Eludir estas cuestiones concretas por medio de frases generales
acerca de la “época”, como hace P. Kíevsky, significa abusar del concepto
“época”. (Obras escogidas en doce
tomos, t. VI, Editorial Progreso, Moscú, 1976, p. 69).
Es decir, según
esclareció el jefe de la revolución rusa, toda
época histórica tiene un contenido concreto.
Por ello, Stalin apuntó:
Marx y Engels actuaron en el período prerrevolucionario (nos referimos a
la revolución proletaria) cuando aún no había un imperialismo desarrollado, en
un período de preparación de los proletarios para la revolución, en el período
en que la revolución proletaria no era aún directa y prácticamente inevitable.
En cambio, Lenin, discípulo de Marx y de Engels, actuó en el período del
imperialismo desarrollado, en el período en que se despliega la revolución
proletaria, cuando la revolución proletaria ha triunfado ya en un país, ha
destruido la democracia burguesa y ha inaugurado la era de la democracia
proletaria, la era de los Soviets.
(Cuestiones del
leninismo, ELE, Pekín, 1977, p. 3).
Es claro, pues, que
entre las condiciones en que actuaron Marx y Engels y las condiciones en que
actuó Lenin, existe, dentro del marco general de la continuidad del
capitalismo, una discontinuidad: el paso del capitalismo competitivo al capitalismo
imperialista y, dentro del marco general de la continuidad de la revolución
proletaria, existe, asimismo, una discontinuidad: el paso de la preparación de
dicha revolución al asalto directo de la fortaleza capitalista.
Estas
discontinuidades, íntimamente ligadas entre sí, significaron el cambio de época
histórica. Por eso, entre la teoría de la revolución de Marx y Engels y la
teoría de la revolución de Lenin, existe, igualmente, en este caso dentro del
marco general de la continuidad de los principios del marxismo, una
discontinuidad: el leninismo es marxismo, pero es marxismo de nuestra época.
El
imperialismo es la época en que un puñado de países capitalistas avanzados
explota a una mayoría de países coloniales y semicoloniales y, así, la
revolución proletaria y la revolución democrática se presentan directamente
interconectadas: la segunda es parte de la primera.
No tener
en cuenta la interconexión entre los países imperialistas y los países del
mundo colonial, es no comprender el contenido de nuestra época y, por lo tanto,
no tener en cuenta la interconexión directa
entre el pensamiento de Lenin y el pensamiento de Mao, es escamotear la
realidad de sus comunes raíces históricas.
Es decir, entre el pensamiento de Lenin y el pensamiento de Mao no existe ninguna discontinuidad de
naturaleza raigal, de carácter epocal, sino por el contrario una
interconexión directa: ambos pensamientos llevan el sello de nuestra época.
Así, pues, el pensamiento de Mao aparece como un desarrollo directo del leninismo.
El
pensamiento de Mao se desarrolló: 1) en función de la lucha de clase del
proletariado en las condiciones generales del imperialismo; 2) en función de la
particular realidad de un país semicolonial y semifeudal como la China
prerrevolucionaria; 3) en función de la lucha de clases bajo la dictadura del
proletariado.
Pues bien,
en la segunda mitad del año próximo pasado, Jaime Lastra hizo circular un
conjunto de artículos, entre los cuales hay uno de su autoría, «El marxismo y
su desarrollo» (¿07.07.2013?), en el
cual intenta argumentar el «marxismo-leninismo-maoísmo» que ha tomado de
Abimael Guzmán.
En dicho
artículo, dejó escrito:
… en mis estudios
sobre esta cuestión cada vez me queda claro que la denominación de la doctrina
no tiene que ver mecánicamente con la “época”, como que si bastara la aparición
de esa nueva época para que automáticamente surja el conocimiento que le
corresponda, sino con el tipo de
conocimiento que se ha producido en esa época determinada. Y esto
lleva, inevitablemente, a ver la causa del salto de la teoría (el desarrollo
doctrinal) no en un determinado lapso de
tiempo, sino en el contenido teórico de las soluciones a los nuevos
problemas, logrado mediante la aplicación de la doctrina frente a una
determinada realidad; es decir, el desarrollo de la teoría marxista se
comprueba en un nuevo aporte
teórico-práctico, corroborado por la experiencia. Resulta evidente que el nuevo
aporte se da en un tiempo específico; es decir, en un periodo determinado,
pero no es el tiempo el que genera el conocimiento, sino la práctica social
correspondiente. Sabemos, como caso
similar, que tanto el tiempo como el espacio son formas fundamentales de la
materia, pero no explican el cambio de la materia. Lo que explica su desarrollo
son las contradicciones que operan al interior de la materia. Y es frente a
esas contradicciones como se desarrolla la teoría. Tiempo y espacio reflejan
solo la forma en que se plasma el desarrollo en tanto son condicionantes, más no
determinantes. Por eso, es conocido el razonamiento materialista dialéctico de
que no puede existir materia sin movimiento fuera del espacio y tiempo.
Este es el argumento
central con el que Lastra pretende solventar su «marxismo-leninismo-maoísmo», argumento
resultante, como dice, de sus «estudios de esta cuestión» y, por lo tanto, es
suficiente que en estas líneas me limite a la crítica de sus términos.
Como hemos
visto, Lastra califica de «mecánica» la relación establecida entre nuestra
época y el leninismo, pero, no ha tenido la honradez intelectual de mencionar
puntualmente a qué autores critica por el presunto mecanicismo.
En Los fundamentos del leninismo (1924),
Stalin señaló: «El leninismo es el marxismo de la época del imperialismo y de
la revolución proletaria.» En el Programa
del Partido del Partido Socialista del Perú (1928), Mariátegui sostuvo: «El
marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y
de los monopolios.»(2) En Sobre la
contradicción (1938), Mao subrayó: «Stalin analizó lo universal de las
contradicciones del imperialismo, demostrando que el leninismo es el marxismo
de la época del imperialismo y de la revolución proletaria.»
Así, pues,
según se implica de la afirmación de Lastra, los mecanicistas son Stalin, Mariátegui, Mao, entre otros teóricos
marxistas que igualmente definen el leninismo teniendo en cuenta sus raíces
históricas.
Lenin
señaló:
Cuando los ortodoxos
han tenido que manifestarse contra ciertas concepciones anticuadas de Marx
(como, por ejemplo, Mehring respecto de ciertas tesis históricas), lo han hecho
siempre con toda precisión y de forma tan
detallada, que nadie ha encontrado jamás en sus trabajos la menor ambigüedad. (Materialismo y empiriocriticismo, prólogo
a la primera edición, Editorial Progreso, Moscú, s.f., p. 14; cursivas mías).
Por lo tanto, si
Lastra cree que los dirigentes mencionados arriba cayeron en mecanicismo al
adherir al leninismo como el marxismo de nuestra época –y es esto,
precisamente, lo que cree–, debió decirlo francamente y demostrarlo con toda precisión y de forma detallada, pero está claro que no ha
sido capaz de proceder de acuerdo a esta norma marxista.
Luego dice
nuestro articulista que no basta el surgimiento de una nueva época histórica «para
que automáticamente surja el conocimiento que le corresponda.» Pero ¿quién ha planteado
jamás que el surgimiento de, por ejemplo, la época del imperialismo y de la
revolución proletaria, bastó para que surgiera «automáticamente» el leninismo?
De suyo se
comprende que el surgimiento del leninismo se debió a la creación teórica de Lenin
en las nuevas condiciones históricas, creación que, como es obvio, derivó de su
participación en la lucha de clase del proletariado. La afirmación de Lastra no
pasa, pues, de ser una falacia con la que escamotea las raíces históricas del
leninismo. De esta forma reniega el método de Stalin en el análisis del
desarrollo del marxismo.
También
dice Lastra que «la denominación de la doctrina» tiene que ver «con el tipo de conocimiento que se ha
producido en esa época determinada.»
Pero ¿qué
quiere decir con la frase «tipo de conocimiento»? Ciertamente la frase es
oscura y, de hecho, no dice nada. Pero inmediatamente después, agrega que «esto
lleva, inevitablemente, a ver la causa del salto de la teoría… no en un determinado lapso de tiempo, sino en
el contenido teórico de las soluciones a los nuevos problemas.»(3) Y redondea
su idea diciendo que «no es el tiempo el que genera el conocimiento, sino la
práctica social.»
Como vemos,
Lastra utiliza el concepto de tiempo en su acepción más general, en su acepción
física, lo que se revela de un modo indubitable en sus afirmaciones finales: «tanto
el tiempo como el espacio son formas fundamentales de la materia, pero no
explican el desarrollo de la materia»; «Tiempo y espacio reflejan solo la forma
en que se plasma el desarrollo en tanto son condicionantes, más no
determinantes.»
Es decir,
Lastra entiende nuestra época histórica–y toda época histórica– como mera
fluencia de los años, haciendo desaparecer, de esta forma, su contenido
concreto. Es decir, en último análisis, niega todo desarrollo histórico y la
historia misma.
Ciertamente
es la práctica social la que genera el conocimiento relativo a la sociedad,
pero, puesto que Lastra ha suprimido en su argumentación el contenido concreto
de nuestra época, su «práctica social» se revela como un concepto sin ninguna
determinación concreta y, por lo tanto, como un concepto sin referente, como un
concepto vacío. Lo mismo puede decirse de sus frases «los nuevos problemas», «una
determinada realidad», «corroborado por la experiencia», «nuevo aporte».
Porque
¿cuáles «nuevos problemas», cuál «determinada realidad», corroboración de cuál «experiencia»
y cuál «nuevo aporte» si, como hemos visto, nuestro «maoísta» pretende que la
época del imperialismo y de la revolución proletaria es nada más que un «lapso
de tiempo»?
Es un
hecho, pues, que, sorprendentemente, en el curso de sus estudios sobre el leninismo, a Lastra le quedara cada vez claro que nuestra época
histórica es un «lapso de tiempo» que, según se desprende de su argumentación,
se limita a reflejar «la forma en que
se plasma el desarrollo» del marxismo («de la materia», dice, o sea que para él
el marxismo no es una doctrina, ¡sino un algo material!), pues, según le
quedaba cada vez más claro también, el tiempo, es decir nuestra época histórica
(en traducción nuestra), es condicionante pero no determinante de dicho
desarrollo.
Este es el
materialismo de Lastra: el ser social (las condiciones concretas de nuestra
época), no determinan la conciencia
social (el desarrollo del marxismo en el caso que analizo), y, de esta forma
inverosímil, termina por escamotear las raíces históricas del leninismo y por
convertir el propio desarrollo del marxismo en algo místico.
La verdad,
sin embargo, es que las concretas condiciones de nuestra época y la lucha de
clase del proletariado en tales condiciones determinaron el desarrollo del
marxismo, es decir, el surgimiento del leninismo (4).
En
consecuencia, la verdad, simple y sencilla, es que el leninismo es el marxismo
de nuestra época, justamente porque su contenido expresa el contenido
fundamental y las tendencias fundamentales del imperialismo y de la revolución
proletaria, y esta realidad no tiene absolutamente nada de mecanicismo; por el
contrario, es profundamente dialéctica, tal como lo explicó Mao:
Stalin, al explicar
las raíces históricas del leninismo en su famosa obra “Los fundamentos del
leninismo”, analizó la situación internacional en que nació el leninismo,
analizó las distintas contradicciones del capitalismo, llegadas a su grado
extremo bajo las condiciones del imperialismo, y mostró cómo ellas hicieron de
la revolución proletaria una cuestión práctica inmediata y crearon condiciones
favorables para el asalto directo al capitalismo. Además, analizó por qué Rusia
fue la patria del leninismo, por qué la Rusia zarista constituía el punto de
convergencia de todas las contradicciones del imperialismo y por qué el
proletariado ruso se convirtió en la vanguardia del proletariado revolucionario
internacional. De esta manera, Stalin analizó lo universal de las
contradicciones del imperialismo, demostrando que el leninismo es el marxismo
de la época del imperialismo y de la revolución proletaria, y, al mismo tiempo,
analizó lo que de particular tenían estas contradicciones generales en el caso
del imperialismo de la Rusia zarista, explicando por qué Rusia llegó a ser la
cuna de la teoría y las tácticas de la revolución proletaria y cómo dicha
particularidad encerraba la universalidad de la contradicción. Este análisis de
Stalin nos ofrece un modelo para comprender la particularidad y la
universalidad de la contradicción y su interconexión. (Obras escogidas, t. I, ELE, Pekín, 1972, p. 352).
Ahora bien, puesto
que la época del imperialismo y de la revolución proletaria está vigente, entonces
cae de su peso que el pensamiento de Mao se revela como un desarrollo directo del leninismo.
En
conclusión: 1) Lastra reniega el método de Stalin en el análisis del desarrollo
del marxismo; 2) no ha sido capaz de plantear ni siquiera medianamente bien la
cuestión del leninismo; 3) sus argumentos, analizados aquí, son una suma de
disparates; 4) por lo tanto, su «marxismo-leninismo-maoísmo»
no tiene ningún asidero.
En el
artículo «¿Reafirmación
o reformulación de la Base de Unidad Ideológica?», circulado al mismo tiempo que el artículo que acabamos de
analizar, Lastra sostiene lo siguiente: «Nuestra base doctrinal es el
marxismo-leninismo, que al mismo tiempo, defiende los aportes de Engels, Stalin
y Mao.» (5) En el mismo lugar, puede leerse también que se propone «reformular
la Base de Unidad Partidaria». Esto
quiere decir que el artículo «El marxismo y su desarrollo» (título
copiado de un artículo de Ramón García, dicho sea de paso) representa la
posición personal de Lastra, quien, se sobreentiende, de esa forma está
tratando de imponer su «marxismo-leninismo-maoísmo»
como nueva base ideológica de su grupo.
La
lucha por la Reconstitución del Partido de Mariátegui implica la adhesión de la
militancia al marxismo-leninismo, es decir, a la doctrina de Marx, Engels,
Lenin, Stalin, Mao. Este es el contenido
ideológico de la Reconstitución y, por lo tanto, la base de la unidad
ideológica del Partido: se unen los elementos doctrinariamente homogéneos, no
los heterogéneos y, como es obvio, aquí no caben el eclecticismo ni el
conciliacionismo, menos todavía la capitulación.
Así,
pues, es deber de los marxista-leninistas deslindar con el rebajamiento del
leninismo a simple «etapa del marxismo» y la caricaturización del pensamiento
de Mao que, siguiendo los pasos de Guzmán, promueve Lastra en su grupo.
Para
concluir: no sé si otros autores lo hagan, pero yo no pienso reclamar derecho
de autor sobre algunas cuestiones que Lastra dice en su documento, aunque no
puedo dejar de llamar la atención acerca de su irresistible inclinación a copiar
de aquí y de allá, haciendo de todo un indigesto menjunje.
Notas
(1) Quienquiera que
lea con inteligencia dicho libro, tiene que percatarse de que en sus páginas
Mariátegui sustentó su adhesión al marxismo-leninismo.
(2) Con el término etapa (así como con los términos estadio y período, utilizados igualmente en el numeral 4 del Programa de Partido), Mariátegui se
refirió a nuestra época histórica. Esto es indiscutible.
(3) Aquí
también es menester preguntar: ¿quién ha planteado nunca que «la causa del
salto de la teoría» es «un determinado lapso de tiempo»? Pero lo que hay que
remarcar, es que Lastra cree –fíjese el lector– que «la causa» del desarrollo
del marxismo, es «el contenido teórico de las soluciones a los nuevos
problemas». Por cierto, esto es una enormidad, pues dicho «contenido teórico»
es, precisamente, el propio desarrollo del marxismo. Esta enormidad está en
evidente contradicción con lo que sigue inmediatamente en el texto de Lastra:
que es «la práctica social» la que «genera el conocimiento». Esta contradicción
demuestra, pues, que Lastra dice y se desdice, es decir, que tiene un embrollo
en la cabeza.
(4) La lucha de clase
del proletariado («práctica social» en el
artículo de Lastra), es, ella misma, parte constitutiva de nuestra
época, siendo, precisamente, uno de sus contenidos fundamentales: ¿acaso nuestra
época no es, al mismo tiempo que la del imperialismo, la de la revolución
proletaria?
(5) La
citada expresión revela que Lastra entiende los términos marxismo y leninismo con
un alcance restrictivo, es decir, únicamente como el pensamiento de Marx y de Lenin
respectivamente. Por eso se ve precisado a indicar que el término compuesto
marxismo-leninismo, «al mismo tiempo, defiende los aportes de Engels, Stalin y
Mao». ¿Defiende? ¿No es más bien que comprende?
02.07.214.
El
Maoísmo Nominal de J. P. Ballhorn
E.I.
En los últimos días un compañero tuvo la iniciativa de
remitirme el artículo «Hacia una defensa del maoísmo», de J. P. Ballhorn, publicado en dos partes, el 1 y el 11
de mayo de 2019, en el blog Viejo Topo.
En dicho artículo, su autor dejó escrito lo que sigue:
Eduardo Ibarra sostiene que es un error hablar de
“maoísmo”, pero en realidad solo se opone al empleo del término “maoísmo”,
porque curiosamente sí está de acuerdo en que Mao ha desarrollado el marxismo y
hasta esboza una sustentación de por qué lo considera así. Por este motivo
llamo a la postura de Ibarra la “tesis nominal”(1), pues su resistencia a
asumir el maoísmo se basa únicamente en una logomaquia. Cabe preguntarnos, ¿por
qué esa renuencia terminológica? Eso es algo que podría comprender un trabajo
aparte. Mientras tanto, lo que sí vamos anunciando es que las disputas sobre el
lugar que le corresponde a Mao, la distinción entre “época” y “etapa” del
marxismo, entre otras cuestiones problemáticas planteadas por Ibarra, las
trataremos en el trabajo extenso y completo sobre el tema que nos convoca.
… entre quienes han tratado de negar la posibilidad del
maoísmo desde un enfoque más o menos histórico, se encuentran Eduardo Ibarra,
de quien ya comentamos algunas cosas (tesis nominal), y cuyo historicismo se ve
empantanado por la perspectiva esquemática que aún conserva…
Como es lógico, nadie está obligado a responder cada cosa
que se diga sobre las ideas de uno pero, por cuanto la interpretación torcida
de los términos de mi aludido planteamiento puede conducir a confusión al
lector en una cuestión tan importante como es el desarrollo del marxismo, no
tengo más remedio que responder a Ballhorn.
En mi libro El
desarrollo de la teoría del proletariado y el problema de su denominación (2012),
expuse los términos de esta última cuestión.
No
está demás señalar que en otros escritos he examinado también el problema de la
denominación de la doctrina: por ejemplo en los capítulos I, II III y XXVII de
mi libro El pez fuera del agua. Crítica
al ultraizquierdismo gonzaliano (2010).
Pues bien, por las cosas que dice en su artículo, es
improbable que Balhorn desconozca los mencionados textos, por lo que resulta
escandalosa la falsificación que comete del fundamento de mi planteamiento: la
ligazón intrínseca entre la cuestión del desarrollo del marxismo y la cuestión
de su denominación actual.
Esta falsificación, de otro lado, revela que Ballhorn no
ha sabido plantear los términos del problema del desarrollo del marxismo ni,
por lo tanto, los términos de su denominación.
Como he recordado ya, en mi argumentación el problema de
la denominación de la doctrina no puede ser resuelto al margen del desarrollo
del marxismo; así, es un hecho que, en su análisis y su resolución, juega tanto
el valor universal del desarrollo del marxismo concretado por Lenin como el carácter
epocal de este desarrollo.
En Ludwig Feuerbach
y el fin de la filosofía clásica alemana, Engels señaló que sin la obra de
Marx «la teoría no sería hoy, ni con mucho, lo que es. Por eso ostenta legítimamente
su nombre.»
Esta afirmación no significa que el pensamiento de Engels
quedara fuera del marxismo, pues, como es obvio, está comprendido en él.
En Los fundamentos
del leninismo, Stalin definió el leninismo como «el marxismo de la época del imperialismo y de la
revolución proletaria».
Esta definición no quiere decir que el pensamiento de
Stalin quedara fuera del leninismo, pues, como es evidente, está comprendido en
él.
Lo mismo puede decirse del pensamiento de Mao: puesto que
este pensamiento tiene las mismas raíces históricas que el leninismo y, por lo
tanto, no representa una nueva época en el desarrollo de la doctrina, está
comprendido en el concepto de leninismo.
Es decir, el problema de la denominación de la doctrina
quedó resuelto primero con el término marxismo y, después, con el término
marxismo-leninismo.
Por eso, cuando los guardias rojos de la revolución
cultural china acuñaron el término maoísmo, Mao les recordó que vivimos aún en
la época del imperialismo y de la revolución proletaria, y que el leninismo es
el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria (ver el Informe Político al X Congreso del PCCH).
Es decir, Mao se opuso a la incorporación del término
maoísmo en la denominación de la doctrina. O sea, como diría Ballhorn, «curiosamente» Mao
rechazó el término maoísmo, cayendo así en una «logomaquia».
Como se ve, nuestro articulista apunta alto.
Por lo expuesto, se comprende que la inclusión del término
maoísmo en la denominación de la doctrina en calidad de «tercera etapa», implica la negación del leninismo como el marxismo de
nuestra época y, por esta razón, el término «marxismo-leninismo-maoísmo» se revela improcedente.
En 1998, escribí:
… si la revolución china es una continuación de la revolución rusa en las condiciones de un país
semicolonial y semifeudal, el pensamiento de Mao es un desarrollo directo del leninismo, pues sus raíces
históricas son las mismas que las de éste. Sobre
la nueva democracia es un desarrollo de Dos
tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, y la teoría
de la continuación de la revolución en las condiciones del socialismo es un
desarrollo de las tesis planteadas por Lenin en su artículo La economía y la política en la época de la
dictadura del proletariado. En consecuencia, es correcto señalar que la teoría y la táctica de Mao sobre la nueva
democracia es un desarrollo de la teoría y la táctica de la revolución
proletaria en general, y su teoría y su táctica de la continuación de la
revolución en el socialismo es un desarrollo de la teoría y la táctica de la
dictadura del proletariado en particular. (El desarrollo de la teoría del proletariado y el problema de su
denominación, Ediciones Creación Heroica, Lima, 2012, p. 65).
Esta cita da cuenta del desarrollo del marxismo concretado
por Mao y, por eso, da al traste con la irresponsable acusación de Ballhorn de
que niego «la posibilidad del maoísmo».
Víctima del embrollo que tiene en la cabeza, Ballhorn
extendió sus acusaciones al decir que me opongo «al empleo del término “maoísmo”». Pero la siguiente afirmación de mi autoría echa por
tierra esta otra acusación, tan irresponsable como la anterior:
El pensamiento de Mao tiene valor universal y, teniendo en
cuenta esto, puede hablarse de maoísmo. Ahora bien, es de conocimiento general
que el mundo ha experimentado grandes
cambios, pero no ha cambiado la época, y, así, el aporte de Mao al
marxismo, con todo lo grande que es, no corresponde a una nueva época histórica
y, teniendo presente esto, no es correcto hablar de maoísmo, sencillamente
porque para designar al marxismo de nuestra época existe un ismo consagrado, el
leninismo, por el cual actualmente hay que entender no solo los pensamientos de
Lenin y Stalin, sino también el pensamiento de Mao (ob. cit., pp. 67-68).
Es decir, si bien es cierto que el término maoísmo no se
justifica en la denominación de la doctrina, puede utilizarse sin embargo para
referirnos al pensamiento de Mao que, como se sabe, tiene valor universal. Así,
he utilizado el mencionado término en diferentes contextos verbales, como por
ejemplo no hace mucho en una nota de mi artículo La lucha interna del partido proletario (27 de febrero de 2019),
publicado inicialmente en el blog CREACIÓN
HEROICA y, luego, en forma de folleto, de manera que está al alcance de mi
desorbitado crítico.
En el texto Concepción
y método marxistas (escrito el 12 de noviembre de 1998 y publicado primero
en forma de folleto, después en la red y por último como primer capítulo de mi
libro El desarrollo de la teoría del
proletariado y el problema de su denominación), escribí:
La lectura de El
Capital da cuenta de que Marx era perfectamente consciente de la
contradicción como el núcleo de la dialéctica (su análisis de la mercancía así
lo demuestra). Y el despliegue de su exposición sobre el movimiento de la
economía capitalista (así como, en general, el conjunto de su obra) demuestra
que igualmente era consciente de la universalidad de la contradicción, de la
particularidad de la contradicción, de la contradicción principal y el aspecto
principal de la contradicción, de la identidad y la lucha entre los aspectos de
la contradicción y del papel del antagonismo en la contradicción. En
consecuencia, cae por su peso la pregunta: ¿en qué consisten, entonces, los
aportes de Lenin y Mao a la dialéctica marxista, o, mejor dicho, cómo entender estos
aportes?
Es posible que alguien quiera entender que la dialéctica
de Marx y Engels es una dialéctica a la que le faltan los conceptos expuestos
por Mao en su trabajo Sobre la
contradicción. Pero la verdad es que la dialéctica de los fundadores es completa y no incompleta, es
decir, es una dialéctica que no
requiere ser completada. Esta es una sencilla verdad. Por consiguiente, puede
decirse que los aportes de Lenin y de Mao a la dialéctica consisten en haber explicitado lo que en Marx y Engels no estaba completamente expuesto
teóricamente, lo que en ellos se encontraba en cierto grado en estado implícito, latente, tácito, es
decir, en haber expresado, argumentado, expuesto teóricamente la dialéctica de los fundadores. Y, esto no
es poco mérito (ob. cit., pp. 30-31).
Ahora, veintiún años después y, como se verá enseguida,
alardeando de sus lecturas, nuestro articulista ha dicho:
Mis lecturas de Hegel fueron radicalmente depuradoras de
toda concepción vulgar que mantuviese hasta el momento acerca de la dialéctica,
pero además me hizo reparar en algo clave: Lenin y Mao no habían hecho más que
explicitar los distintos aspectos de la dialéctica marxiana, por tanto, en modo
alguno sus reflexiones sobre la dialéctica podrían considerarse “desarrollos”.
Esta conclusión no solo ponía en cuestión algún desarrollo de Mao en la
dialéctica, sino también de Lenin…
Esta afirmación contiene una evidente repetición de mis
argumentos acerca de la exposición de Lenin y Mao sobre la dialéctica. Sin
embargo, no voy a reclamarle a Ballhorn pero, eso sí, no puedo evitar subrayar
que el hecho pone en evidencia una criticable deshonestidad intelectual de su
parte.
Pero además, debo llamar la atención sobre algo
particularmente expresivo: al copiarme, Ballhorn agregó una idea de su cosecha:
la negación de todo mérito de Lenin y Mao en la exposición de la dialéctica.
Como se ve, aquí también nuestro articulista apunta alto.
La afirmación de Ballhorn según la cual mi «historicismo se ve empantanado por la perspectiva
esquemática que aún conserva»,
no merece en realidad mayor comentario, pues, como hemos visto, mi «perspectiva esquemática» consiste precisamente en haber planteado debidamente
tanto los términos del problema del desarrollo del marxismo como del problema
de su denominación contemporánea.
En conclusión, al reducir el problema de si el término
maoísmo se justifica o no en la denominación de la doctrina a la cuestión del
valor universal de los aportes de Mao, Ballhorn ha puesto de manifiesto que
todo lo que hace es copiar el planteamiento de Abimael Guzmán, quien, a su vez,
repite lo sustentado por otros autores.
Es decir, sin ser consciente en absoluto, Ballhorn se
encuentra prisionero de una concepción nominal del problema de la denominación
de la doctrina: no importa que el leninismo sea el marxismo de nuestra época,
pues, según él, el término maoísmo debe aparecer de todos modos en la
denominación de la doctrina. Como es claro, de tal guisa nuestro articulista
escamotea la cuestión de la raíz histórica común del pensamiento de Lenin y el
pensamiento de Mao.
Así, pues, el nominalismo de Ballhorn –como el de algunos
otros–, es un verdadero punto muerto en su argumentación, así como, por otro
lado, al calificar mi planteamiento de «nominal»,
se muestra como el ladrón que grita ¡al ladrón!
Y bien, confutadas sus acusaciones, resta esclarecer
algunas otras cuestiones contenidas en su artículo. Veamos estas cuestiones.
Es un hecho que Ballhorn ha tomado de Abimael Guzmán la
definición del maoísmo como «nueva,
tercera y superior etapa del marxismo». Sus propias declaraciones lo confirman:
… buscar por primera vez una sustentación del maoísmo como
“nueva, tercera y superior etapa del marxismo”…
Ya ha quedado precisado lo incorrecto del término
marxismo-leninismo-maoísmo; ahora, para exponer lo que encierra la definición
del maoísmo como «nueva,
tercera y superior etapa del marxismo», es suficiente copiar lo que escribí al respecto en
diciembre de 2002:
… analicemos la lógica del jefe senderista desde el
interior de ella misma. La definición del maoísmo como “tercera etapa del
marxismo” encierra la idea de que es “una nueva etapa”, pues es evidente que no
podría ser una “tercera…”, si fuese una “nueva etapa”. De manera que definir el
maoísmo como “nueva, tercera… etapa del marxismo”, es un pleonasmo. En
consecuencia, la inclusión del concepto nueva en la definición del pensamiento
de Mao, sencillamente no se justifica. En el mejor de los casos, sirve ahí como
un elemento de apoyo para darle sonoridad a la expresión, pero nada más. Y esto
puede tener algo de literario, pero no tiene nada de científico.
Por lo demás, es evidente que no es correcto plantear a
secas que el maoísmo es superior al leninismo y al marxismo. En todo caso, esto
requiere explicación. En su contenido más general, el marxismo es la concepción
del mundo del proletariado revolucionario, y ni en Lenin ni en Mao existe nada
superior a esta concepción como tal concepción, pues la concepción del mundo de
Lenin y Mao es la concepción del mundo de Marx y Engels. Por consiguiente, a
fin de esclarecer el problema, es necesario hacer una distinción entre concepción y teoría, es decir, entre principios y elementos teóricos. Precisamente Stalin hizo esta distinción en la Entrevista
con la primera delegación de obreros norteamericanos,
al señalar que “Lenin no ‘añadió’ ningún ‘principio nuevo’ al marxismo, sino
que “aportó al tesoro general del marxismo elementos nuevos en comparación con
lo que se le pudo dar en el período del capitalismo preimperialista”. Por eso
agregó que “los elementos nuevos que Lenin aportó al tesoro del marxismo se
basan plena y enteramente en los principios sentados por Marx y Engels”. Por
eso precisó que “en este sentido, precisamente, decimos nosotros que el
leninismo es el marxismo de la época del imperialismo y de las revoluciones
proletarias”. Esto quiere decir que en este sentido, y solo en este sentido,
que puede decirse que el leninismo es un desarrollo del marxismo: en el sentido
de que, en la esfera de la teoría, es
un salto, así como aquella otra de
los principios es una continuación del marxismo. Esto
significa que solo en un sentido especial el leninismo puede ser considerado
como superior al marxismo y el pensamiento de Mao como superior al leninismo:
en el sentido de que, entendido como una época en el desarrollo del marxismo,
el leninismo comprende elementos teóricos que representan un nivel más alto de
la praxis revolucionaria en comparación al marxismo, y que el pensamiento de
Mao comprende a su vez elementos teóricos que representan un nivel más alto de
la praxis revolucionaria en comparación al leninismo entendido, en este caso,
como el pensamiento de Lenin y Stalin. Pero, en la medida en que el jefe
senderista no utiliza el término superior en este sentido especial sino en su
acepción gruesa, lo que hace es sobrevalorar el pensamiento de Mao en
detrimento del leninismo y el marxismo. (El
pez fuera del agua. Crítica al ultraizquierdismo gonzaliano, editor Charles
Jaime Lastra, Lima, 2010, pp. 36-37).
Asimismo, nuestro articulista niega la existencia de la
filosofía y de la economía política marxistas. Argumentando lo primero, afirma
que la tesis de las tres partes integrantes del marxismo «se cae por completo», porque en el libro La
ideología alemana sus autores no fundaron «una nueva filosofía», sino que proclamaron «el fin de la filosofía» y, argumentando lo segundo, sostiene que Marx «nunca pretendió elaborar una nueva teoría económica», sino únicamente «una crítica de la economía política». De esta forma, Ballhorn castra el marxismo con el
resultado de que lo reduce a solo socialismo científico: «este aspecto, el político-práctico, es el que realmente
hace el cuerpo del marxismo como doctrina», dice en su artículo.
Pero ocurre que, precisamente en Tres fuentes y tres partes integrante del marxismo, Lenin señaló:
Su doctrina [la de Marx] apareció como continuación directa e inmediata de las
doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía
política y el socialismo.
La doctrina de Marx es todopoderosa porque es exacta. Es
completa y armónica, dando a los hombres una concepción del mundo íntegra… El
marxismo es el sucesor natural de lo mejor que la humanidad creó en el siglo
XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo
francés.
… estas tres fuentes del marxismo… son, a la vez, sus tres
partes integrantes. (Marx, Engels,
Marxismo, recopilación, Editorial Progreso, Moscú, s.f., pp. 61-62)
Pero Ballhorn desvaloriza el texto de Lenin porque, según
dice, se trata de «… un
folleto de divulgación, es decir, no [de] un trabajo teórico sobre el marxismo…». De esta forma sugiere que Tres fuentes y tres partes no tiene ningún valor teórico y, así,
pone en evidencia que ignora que, en la literatura marxista, la diferencia
entre un texto que puede llamarse «de divulgación» y otro que puede llamarse «teórico»,
no reside en que el primero traiciona la exposición veraz de la estructura del
marxismo, de sus principios y de sus ideas cardinales. Ejemplo relevante de
esto es el libro de Lenin El
imperialismo, fase superior del capitalismo. Como es de conocimiento
general, este libro estudia el capitalismo monopolista como la fase superior
del capitalismo, así como lo que esta fase significa en su relación con la
revolución proletaria mundial; por eso, constituye un hito en la historia del
pensamiento marxista; y sucede que este libro, de indudable valor teórico,
lleva precisamente el siguiente subtítulo: «esbozo popular», es decir, «folleto
de divulgación»(1).
Es preciso señalar, además, que el intento de desintegrar
las partes del marxismo apareció hace mucho entre autores que sostenían que el
marxismo surgió sin el fundamento de una filosofía y que, por lo tanto, se
trata únicamente de una teoría económica y política, como sostuvieron, por
ejemplo, los revisionistas de la Segunda Internacional. Este planteamiento es
lo que Ballhorn pretende reciclar..
Ocurre, sin embargo, que la crítica de Marx y Engels a la filosofía clásica
alemana fue realizada sobre la base de un determinado instrumental teórico,
precisamente filosófico, cuyo proceso de formación en las primeras obras de los
fundadores resulta expresivo por sí mismo; no obstante, esta realidad no ha
merecido la más mínima atención por parte de nuestro articulista. ¿Cómo Marx y
Engels hubieran podido desarrollar la crítica de la filosofía de Hegel y
Feuerbach si no hubieran contado con un instrumental teórico propio, con una
filosofía nueva por principio? Cualquier filosofía no puede ser criticada
realmente sino sobre el plano de la filosofía.
La crítica de la filosofía clásica alemana implicó un doble
movimiento, que en esencia fue uno solo: la crítica del idealismo dialéctico
hegeliano y del materialismo antropológico de Feuerbach y la reelaboración de
todo lo que tales tendencias filosóficas tuvieron de correcto significó, al
mismo tiempo, el desarrollo de la filosofía marxista: fusión del materialismo y
la dialéctica y extensión de la dialéctica materialista al campo de la
historia. Precisamente el materialismo histórico es el fundamento filosófico
del socialismo científico.
Por eso la afirmación de Ballhorn –que no es original,
como hemos visto– en el sentido de que Marx y Engels no fundaron una nueva filosofía, aparece como un torpe intento de
silenciar la filosofía marxista.
Marx esclareció:
El hecho de que la dialéctica sufra en manos de Hegel una
mistificación, no obsta para que este filósofo fuese el primero que supo exponer
de un modo amplio y consciente sus formas generales de movimiento. Lo que ocurre es que la dialéctica aparece en él
invertida, puesta de cabeza. No hay más que darle la vuela, mejor dicho ponerla
de pie, y en seguida se descubre bajo la corteza mística la semilla racional. (El capital, t. I, postfacio a la segunda
edición, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, p. XXIV).
Por su parte, Engels subrayó:
A la filosofía desahuciada de la naturaleza y de la
historia no le queda más refugio que el reino del pensamiento puro, en lo que
aún queda en pie de él: la teoría de las leyes del mismo proceso de pensar, la
lógica y la dialéctica. (Ludwig Feuerbach
y el fin de la filosofía clásica alemana, en Obras escogidas en tres
tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1980, t. III, p. 394).
Y, precisamente aquella puesta de pie de la dialéctica y
esta superación de la filosofía especulativa, hizo que Lenin señalara lo que
sigue:
En El Capital,
Marx aplicó a una sola ciencia la lógica, la dialéctica y la teoría del
conocimiento materialista [no hacen falta 3 palabras: es una y la misma cosa],
que tomó todo lo que había de valioso en Hegel y lo desarrolló. (Cuadernos filosóficos, Editorial
Librerías Allende, Buenos Aires, 1974, p. 309).
Es decir, la filosofía marxista es la dialéctica materialista,
la teoría del conocimiento materialista, la lógica dialéctica (no hacen falta
tres palabras).
Ciertamente la dialéctica es un método científico, pero lo
es en el sentido de su cientificidad filosófica, y no en el sentido de serlo
con el alcance limitado de la cientificidad de una ciencia particular.
Pero, dando por sentado que la dialéctica no es filosofía,
nuestro articulista sugiere que apenas es «un método científico» y, de esta forma, niega su alcance universal, es decir,
la universalidad de sus leyes.
Como se ve, aquí también nuestro articulista apunta alto.
El surgimiento y desarrollo de la economía política
marxista experimentó un movimiento semejante al de la filosofía marxista en su
proceso de surgimiento: la crítica de la economía política burguesa y
principalmente de Adam Smith y David Ricardo, determinó la aparición de
teorías, nuevas por principio, sobre el valor, el dinero, la plusvalía, la
acumulación del capital, la cuota media de ganancia, la renta del suelo,
etcétera, etcétera, etcétera, formándose y desarrollándose así la economía
política marxista. Y basta haber leído El
capital para persuadirse de que en sus páginas se concretó de la forma más
genial dicha economía política.
Como se sabe, la negación de la existencia de la economía
marxista tiene vieja data: economistas burgueses y reformistas consumados
sostenían que el fundador de la concepción comunista del mundo copió su teoría
económica de Ricardo, Rodbertus y los socialistas utópicos. Es decir, aquí
tampoco Ballhorn tiene el mérito de la originalidad.
Pero la existencia de una economía política marxista no
solo es una realidad incuestionable, sino que, además, proporciona los
fundamentos económicos de la misión histórica del proletariado. Por eso su
negación significa desarmar al proletariado en beneficio de la burguesía.
Como se ve, aquí también nuestro articulista apunta alto.
En resumidas cuentas, es notorio que Ballhorn tiene
asumido un enfoque unilateral de la concepción del mundo de Marx y Engels: habla de la crítica
de los fundadores a la filosofía clásica alemana, pero no es capaz de ver en
esta misma crítica la formación y desarrollo de la filosofía marxista; habla de
la crítica a la economía política clásica inglesa, pero no es capaz de ver en
esta misma crítica la formación y el desarrollo de la economía política
marxista.
En Tres fuentes y
tres partes, Lenin señaló con toda razón:
Sólo el materialismo filosófico de Marx señaló al
proletariado la salida de la esclavitud espiritual en que han vegetado hasta
hoy todas las clases oprimidas. Sólo la teoría económica de Marx explicó la
situación real del proletariado en el régimen general del capitalismo. (Marx, Engels, Marxismo, p. 66).
No obstante, como se ha visto, Ballhorn niega sin más la
existencia de la filosofía y la economía política marxistas y, de esta forma,
niega el hecho de que, desde el principio, la concepción comunista del mundo
apareció con sus tres partes integrantes interactuando dialécticamente entre
sí.
En conclusión, en manos de Ballhorn el marxismo aparece
sensiblemente empobrecido.
Arrastrado por su castración del marxismo, Ballhorn
tergiversa el método de Stalin en el estudio del desarrollo histórico de la
doctrina del proletariado. Dice él:
Esto [el marxismo concebido solo como socialismo
científico] es lo que comprendió Stalin al momento de definir el leninismo como
el marxismo de la época del imperialismo.
(Dicho sea entre paréntesis: Stalin no definió el
leninismo como dice Ballhorn, sino como «el marxismo de la época del imperialismo y de la
revolución proletaria».
La diferencia es obvia, pues, y había que señalarla).
Pues bien, hay que precisar que Stalin no tenía una
concepción reduccionista del marxismo como la de Ballhorn, por lo que la
afirmación de éste en el sentido expresado en la cita anterior, es una gruesa
tergiversación. En Los fundamentos del
Leninismo, Stalin dejó sentados estos esclarecedores conceptos:
Exponer los fundamentos del leninismo no es aún exponer
los fundamentos de la concepción del mundo de Lenin. La concepción del mundo de
Lenin y los fundamentos del leninismo no son, por su volumen, una y la misma
cosa. Lenin es marxista, y la base de su concepción del mundo es, naturalmente,
el marxismo. Pero de esto no se desprende, en modo alguno, que la exposición
del leninismo deba comenzar por la de los fundamentos del marxismo. Exponer el
leninismo es exponer lo que hay de peculiar y de nuevo en las obras de Lenin,
lo aportado por Lenin al tesoro general del marxismo y lo que está asociado a
su nombre de modo natural. Sólo en este sentido hablaré en mis conferencias de
los fundamentos del leninismo.
Quizá la expresión más clara de la alta importancia que
Lenin le otorgaba a la teoría, sea el hecho de que fuera precisamente él quien
asumió el cumplimiento de una tarea tan grande como la de sintetizar, desde el
punto de vista de la filosofía materialista, los más importantes adelantos de
la ciencia en el período comprendido desde Engels hasta Lenin y de someter a
profunda crítica las tendencias antimaterialistas entre los partidarios del
marxismo. "Cada descubrimiento trascendental –decía Engels– obliga al
materialismo a cambiar de forma”. Es sabido que fue precisamente Lenin quien,
en su notable libro Materialismo y
Empiriocriticismo, cumplió esta tarea en relación con su época).
… es natural que mis conferencias no puedan ser
consideradas como una exposición completa del leninismo. Serán tan sólo, en el
mejor de los casos, un resumen sucinto de los fundamentos del leninismo. No
obstante, estimo útil hacer este resumen, a fin de ofrecer algunos puntos
fundamentales de partida, necesarios para estudiar con fruto el leninismo (Cuestiones del leninismo, Ediciones en
Lenguas Extranjeras, Pekín, 1977, pp. 1-2 y 21).
Es evidente que en estas citas el término teoría está
utilizado como sinónimo del término filosofía. Pero lo que hay que destacar es
que, contrariamente al torcido entendimiento de Ballhorn, Stalin no concebía el
marxismo como un cuerpo de doctrina sin filosofía y sin economía política,
aunque sobre esta parte del marxismo se limitara a señalar brevemente algunas
tesis de Lenin sobre el imperialismo. Por otro lado, las citas dan cuenta de
que para Stalin eran posibles dos tipos de exposición del leninismo: una «completa», que
debe comprender los aportes de Lenin al marxismo en la esfera de la filosofía,
y otra que se limita a ser «un
resumen sucinto de los fundamentos del leninismo», que es precisamente la que hizo el sucesor de Lenin en Los fundamentos, en Cuestiones y en la Entrevista
con la primera delegación de obreros norteamericanos, «a fin de ofrecer algunos puntos fundamentales de partida,
necesarios para estudiar con fruto el leninismo». Cabe agregar que, por cuanto Stalin reconocía la
existencia de la economía política marxista (a la que aportó con la formulación
de la ley económica fundamental del socialismo), la exposición «completa» del
leninismo debe comprender, asimismo, los aportes de Lenin a la mencionada parte
integrante del marxismo.
Estas constataciones demuestran, pues, que lo que hace
Ballhorn es achacarle a Stalin su propia concepción reduccionista del marxismo,
o sea, su propia posición revisionista.
Como se ve, aquí también nuestro articulista apunta alto.
Ballhorn dice:
Estas son las razones por las cuales pienso que una sustentación del maoísmo
como nueva, tercera y superior etapa del marxismo tendría que ir más o menos en
la línea de acontecimientos que postula Alain Badiou: la Comuna de París, la
Revolución de Octubre y la Gran Revolución Cultural Proletaria.
De hecho, con esta cita nuestro crítico se refiere a la
relación existente entre las condiciones históricas y el desarrollo del
marxismo.
Acerca de esta cuestión, Stalin señaló:
Marx y Engels actuaron en el período prerrevolucionario
(nos referimos a la revolución proletaria) cuando aún no había un imperialismo
desarrollado, en un período de preparación de los proletarios para la
revolución, en el período en que la revolución proletaria no era aún directa y
prácticamente inevitable. En cambio, Lenin, discípulo de Marx y de Engels,
actuó en el período del imperialismo desarrollado, en el período en que se
despliega la revolución proletaria, cuando la revolución proletaria ha
triunfado ya en un país, ha destruido la democracia burguesa y ha inaugurado la
era de la democracia proletaria, la era de los Soviets (ob. cit., p. 3).
En mi libro El
desarrollo de la teoría del proletariado…, dejé escrito sobre la misma
cuestión:
El pensamiento de Mao tuvo su cuna en la vieja China punto
de convergencia de todas las contradicciones del imperialismo, y se desarrolló
no solo en función de esta realidad particular, sino mundial. Pero la vieja
China no era un país imperialista, como lo era la Rusia zarista de principios
de siglo, sino un país semicolonial y semifeudal. En consecuencia, «la tarea a resolver» ahí no era la lucha contra el capitalismo sino contra «las supervivencias del medioevo». Pero, como es obvio, estas condiciones particulares de
China eran parte de las condiciones
generales del imperialismo, pues, como ha quedado dicho, el imperialismo es
una época en que un puñado de países capitalistas avanzados explota a una
mayoría de países coloniales, semicoloniales y dependientes, y, precisamente
por esto, Lenin señaló que «la
revolución social sólo puede producirse bajo la forma de una época que una la
guerra civil del proletariado contra la burguesía en los países avanzados con
toda una serie de movimientos democráticos y revolucionarios, comprendidos los
movimientos de liberación nacional, en las naciones subdesarrolladas, atrasadas
y oprimidas.»
Por tanto, si la revolución china es
la continuación de la revolución rusa
en las condiciones de un país semicolonial y semifeudal, el pensamiento de Mao
es un desarrollo directo del
leninismo, pues sus raíces históricas son las mismas que las de éste. Sobre la nueva democracia es un
desarrollo de Dos tácticas de la
socialdemocracia en la revolución democrática, y la teoría de la continuación
de la revolución en las condiciones del socialismo es un desarrollo de las
tesis planteadas por Lenin en su artículo La
economía y la política en la época de la dictadura del proletariado. En
consecuencia, es correcto señalar que la teoría y la táctica de Mao sobre la
nueva democracia es un desarrollo de la teoría y la táctica de la revolución
proletaria en general, y su teoría y su táctica de la continuación de la
revolución en el socialismo es un desarrollo de la teoría y la táctica de la
dictadura del proletariado en particular (pp. 64-65).
Como es evidente, estas citas dan cuenta de las raíces
históricas del marxismo, del leninismo y del pensamiento de Mao. Mientras el
marxismo surgió y se desarrolló en la época del capitalismo competitivo y de la
preparación del proletariado para la revolución, el leninismo surgió y se
desarrolla en la época del imperialismo y de la revolución proletaria.
Por eso el leninismo presenta
… el sello de nuestra época, [pues] su contenido es la
expresión teórica del contenido fundamental y de las tendencias fundamentales
del imperialismo y, al mismo tiempo, la expresión teórica del contenido
fundamental y de las tendencias fundamentales de la revolución proletaria y de
la dictadura del proletariado (ob. cit.,
p. 56).
En consecuencia, la definición de Stalin del leninismo
como el marxismo de nuestra época no solo es correcta, sino que, precisamente
por serlo, demuestra que el leninismo es una época del desarrollo del marxismo.
Por esta razón es completamente acertado sostener que el pensamiento de Mao es
una etapa del leninismo.
Así, pues, las raíces históricas del marxismo no pueden
ser reducidas, de forma exclusiva y excluyente, como pretende Ballhorn, a la
Comuna de París, aunque esta experiencia hiciera posible descubrir «la forma política… que permitía realizar la emancipación
económica del trabajo»
(Marx). Igualmente, las raíces históricas del leninismo no pueden ser
reducidas, en forma exclusiva y excluyente, como pretende Ballhorn, a la
Revolución Rusa, aunque esta experiencia permitiera desarrollar la teoría
marxista de la revolución proletaria y de la dictadura del proletariado.
Asimismo, las raíces históricas del pensamiento de Mao no pueden ser reducidas,
de forma exclusiva y excluyente, como pretende Ballhorn, a la Revolución
Cultural Proletaria, aunque esta experiencia demostrara la validez de la teoría
maoísta de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado,
desarrollo de la teoría marxista-leninista de la revolución proletaria y de la
dictadura del proletariado.
Estas aclaraciones son pertinentes debido al hecho de que
el leninismo es el marxismo de nuestra época y a que, por lo tanto, solo en el marco de esta definición general
se explica su definición específica como «la teoría y la táctica de la revolución proletaria en
general, la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado en particular.»(2)
Esta última definición del leninismo tiene, como es obvio,
el valor de expresar la centralidad de la revolución proletaria y de la
dictadura del proletariado en el cuerpo entero del marxismo.
[La] centralidad de la teoría y la táctica de la
revolución proletaria tiene su explicación. La concepción marxista del mundo tiene
como principio suyo la dialéctica materialista. Precisamente, el mérito
imperecedero de Marx y Engels en el campo filosófico fue incorporar la
dialéctica al materialismo… fundando así el materialismo dialéctico y la
concepción materialista de la historia. En el postfacio a la segunda edición de
El Capital, Marx escribió que su
método, es decir la dialéctica, es «… crítica y revolucionaria por esencia…». Y es así, sin lugar a dudas, pero, como es lógico, solo
a condición de que se le aplique. Justamente, al aplicar este método a las
condiciones del capitalismo y de la lucha de clase de la época preimperialista,
Marx y Engels fundaron la economía política marxista y el socialismo
científico, teoría y programa de la revolución proletaria y de las condiciones
de su realización y, por consiguiente, método de lucha por la emancipación del
proletariado. La emancipación del proletariado y, en general, de la entera
humanidad, no se decide, como es evidente, en el terreno de la filosofía, sino
en el de la política. El proletariado no actúa, pues, como filósofo colectivo
sino como político colectivo, aunque es indudable que su filosofía
revolucionaria sirve a su política revolucionaria, o, para decirlo de otro
modo, que la filosofía marxista sirve para transformar el mundo, pero a
condición de ser mediada por la acción política del proletariado. Este hecho
demuestra la centralidad de la lucha política en la praxis marxista, y esta
centralidad determina la centralidad de la teoría de la revolución proletaria y
de las condiciones de su realización en el cuerpo entero del marxismo… El
socialismo científico le remarcó al proletariado la vía práctica que conduce a
la expropiación de los expropiadores y a la dictadura del proletariado como
punto necesario de transición para la extinción de las clases, la lucha de
clases y el Estado. Si en el estudio del desarrollo del marxismo se pusiera el
acento en los aportes a la filosofía marxista y no en la teoría de la
revolución proletaria, se estaría privilegiando la interpretación del mundo
sobre su transformación, cuando de lo que se trata es de transformar el mundo,
tal como señaló Marx en su onceava tesis sobre Feuerbach. Por eso, Stalin
consideró la teoría de la revolución proletaria en general y la teoría de la
dictadura del proletariado en particular, como el lugar donde centralmente hay
que ir a buscar el desarrollo del marxismo. (El desarrollo de la teoría del proletariado…, pp. 49-52).
Ciertamente todo marxista tiene que reconocer que, en el
cuerpo del marxismo, la centralidad de la teoría y la táctica de la revolución
proletaria en general y de la dictadura del proletariado en particular, es un
hecho indudable. Pero, como hemos visto, Ballhorn, retorciendo la definición
del leninismo como el marxismo de nuestra época, cree que su definición como «la teoría y la táctica de la revolución proletaria,
etcétera», expresa no la
centralidad de esta cuestión, sino
todo el leninismo, todo el marxismo, es decir, cree que todo el
marxismo-leninismo es nada más que la cuestión de la teoría y la táctica de la
revolución proletaria en general, la teoría y la táctica de la dictadura del
proletariado en particular.
Como se ve, aquí también nuestro articulista apunta alto.
Ballhorn dice:
La tesis más difundida, por lo menos en el ámbito
nacional, es la que sostiene que un “desarrollo” dentro del marxismo significa
un desarrollo en sus “tres partes integrantes”.
En cuanto a mí se refiere, debo precisar que en mi libro El desarrollo de la teoría del proletariado,
señalo que el pensamiento de Mao es un desarrollo del marxismo en sus tres
partes integrantes pero, como puede comprobar el lector, esta afirmación no
aparece en mi argumentación como un factor del que haya inferido el desarrollo
del marxismo por Mao, sino solamente para dar cuenta del peso específico de
este desarrollo.
Ballhorn dice que definir el leninismo como el marxismo de
la época del imperialismo y de la revolución proletaria, significa condenar al marxismo «a no tener más desarrollos en su historia».
Es decir, después de interpretar torcidamente la
definición del leninismo hecha por Stalin, ahora nuestro articulista sale con
un disparate absoluto, con el cual intenta desautorizar a los adherentes del
marxismo-leninismo. Pero ocurre que ninguno de ellos ha planteado nunca que la
definición del leninismo como el marxismo de nuestra época implica que, después
de Lenin, no haya habido ni pueda haber ningún desarrollo del marxismo.
Concretamente, Ballhorn pretende desautorizar, entre
otros, al propio Stalin, autor de la definición aludida, y a Mao, quien, como
ya constatamos, adhirió a la misma.
Como se ve, aquí también nuestro articulista apunta alto.
Ballhorn dice:
… en contraposición a la “tesis de las tres partes
integrantes”, la “tesis fatalista” y la “tesis nominal”, sostengo la tesis de
la concreción histórica, la cual, pienso, es la que empleó Stalin para definir
el leninismo como el marxismo de la época del imperialismo, y es la que debemos
asumir para fundamentar cabalmente el maoísmo como nueva, tercera y superior
etapa. Este método (“tesis de la concreción histórica”), que no es más que el
método marxista, es el que debemos emplear en la elaboración de una Defensa del Maoísmo.
La verdad de las cosas, sin embargo, es que «la tesis de Stalin» reside en argumentar el desarrollo del marxismo en
función de la ley según la cual el ser social determina la conciencia social:
ser social (imperialismo, lucha de clase del proletariado), conciencia social
(leninismo, en el caso que me ocupa). En otras palabras, en explicar el
desarrollo del marxismo a partir del contenido concreto de las diferentes
épocas históricas del capitalismo y del contenido concreto de las distintas
épocas de la revolución proletaria.
Pero en su afán de aparecer original (apenas en cuanto a
palabras), Ballhorn utiliza la frase «concreción histórica» para definir el método de Stalin (que tergiversa, como ya
vimos) y contraponerlo a lo que llama la «tesis fatalista» (la de Stalin y Mao) y a la tesis «nominal»
(la mía, según su óptica torcida).
Pero nada de esto le sirve para salir del mar de confusión
en que se encuentra, pues, no obstante reconocer, aunque con evidente sesgo, el
leninismo como el marxismo de nuestra época, nuestro articulista, como hemos
visto, considera que el término maoísmo debe aparecer de todas maneras en la
denominación de la doctrina en calidad de «tercera etapa del marxismo».
En su confusión, Ballhorn pretende que en la
fundamentación del leninismo por Stalin, no hay una delimitación entre los
conceptos de teoría y táctica y, por otro lado, que el marxismo no se aplica: «Con este concepto de “aplicación”… hay que tener mucho
cuidado», dice en su artículo.
Con respecto a lo primero, basta entender el sentido de la
definición del leninismo que se encuentra en Los Fundamentos: «el leninismo es la teoría y la táctica, etcétera», pues, como vemos, las palabras teoría y táctica (que
encierran distintos conceptos) aparecen allí diferenciadas por la conjunción y, pero esta diferenciación es
escamoteada por Ballhorn con el pretexto de que «una y otra se identifican, son lo mismo», dando lugar de esta forma a que el lector pueda elegir, ad libitum, cualquiera de las dos
palabras para asumir el leninismo: pero, como es claro, si elige la palabra
teoría, de hecho estaría concibiendo el leninismo nada más como una pura teoría
sin ninguna implicancia práctica y, si elige la palabra táctica, de hecho
estaría concibiendo el leninismo como una mera táctica sin fundamento teórico
alguno. Esto es lo que puede originar Ballhorn con su «son lo mismo».
Con respecto a lo segundo, basta recordar que el marxismo
es, a un tiempo mismo, una teoría y un método, y que, si bien como teoría no es
aplicable por igual en todas las latitudes sociales y en todos los climas
históricos, en cambio como método es universalmente aplicable. Por eso en su trabajo
Sobre la contradicción, Mao habla de «la aplicación del marxismo». Esta aplicación, elemento inherente al método marxista, es
cosa que escapa a Ballhorn.
El libro Materialismo y
empiriocriticismo es una crítica profunda del empiriocriticismo, una generalización
filosófica de los nuevos datos proporcionados por la revolución operada en las
ciencias naturales entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, una
confirmación magistralmente fundamentada del materialismo filosófico como la
única concepción y el único método que permiten interpretar correctamente el
mundo y transformarlo. En este libro Lenin no tuvo por finalidad exponer las
leyes de la dialéctica, pero dio ejemplos vivos de aplicación creadora de las
mismas en el análisis de la teoría del reflejo, del papel de la práctica en la
cognición, de la relación entre la verdad absoluta y la verdad relativa, de la
inagotabilidad del electrón, etcétera, etcétera. Pero, además, en sus páginas
el jefe de la revolución rusa expuso y defendió los fundamentos del
materialismo histórico. En suma, Materialismo y empiriocriticismo
representó un cambio en la forma del materialismo filosófico en comparación a
la forma que presentaba en Anti-Dühring y en Dialéctica de la
naturaleza de Engels. Este hecho habla por sí solo de la importancia y la
trascendencia del libro de Lenin.
Pero, víctima de los prejuicios
de la filosofía universitaria contra el Lenin filósofo, Ballhorn dice que en Materialismo
y empiriocriticismo hay «poca originalidad, desde el punto de vista de la dialéctica y el materialismo».
¿En qué quedamos? Pregunto, pues en lo que acabo de citar,
es perceptible que las palabras materialismo y dialéctica aparecen como
conceptos filosóficos, en flagrante contradicción con la negación de la
filosofía marxista que comete Ballhorn.
Como se ve, aquí nuestro
articulista se dispara a los pies.
La labor de investigación
marxista es una cosa muy seria, y la principal cualidad del intelectual
marxista es la modestia.
Sin embargo –y pese a la
probada falsedad de sus argumentos–
Ballhorn se refiere a todos y cada uno de los trabajos que se han
producido en el mundo sobre el problema del desarrollo del marxismo, en
términos de petulante menosprecio:
…se trataba de discursos limitados, poco profundos y
carentes de una verdadera investigación [del desarrollo del marxismo].
… podía notar una completa fatuidad de dichos sermones
[sobre el “maoísmo”].
…me llevó a buscar por primera vez una sustentación del
maoísmo como “nueva, tercera y superior etapa del marxismo”, lo cual me dirigió
a un destino decepcionante…
… busqué textos públicos, casi no encontré y los que
encontré eran igual de esquemáticos y limitados. Ninguno lograba convencerme de
ser una verdadera sustentación del maoísmo.
… en realidad no existía un trabajo con la suficiente
seriedad…
… La cuestión del desarrollo del marxismo solo puede
definirse en su concreción histórica, no en una sentencia asumida como dogma al
estilo de quienes dicen “Stalin definió el leninismo como el marxismo de la
época del imperialismo”, y con aires de autosuficiencia creen que ya
resolvieron el asunto encubriendo en realidad la más vil de las mediocridades
(sic).
Como vemos, Ballhorn convierte en escombro literario todo
lo que se ha escrito hasta hoy acerca de la cuestión del maoísmo, pero, en este
acto de demolición, todo lo que hace, como ya está subrayado, es repetir la
fórmula de Abimael Guzmán, aunque dándole una patada por debajo de la mesa: «buscar por primera
vez una sustentación del maoísmo…» (cursivas mías).
… un trabajo
mucho más extenso y detallado sobre el maoísmo.
… entonces acepté que la fundamentación del maoísmo era un
asunto pendiente y pensé que en algún momento alguien debería hacerlo.
… [la solución teórica del problema del desarrollo del marxismo,
y específicamente del «maoísmo», es] una tarea pendiente a la cual sería importante
aportar…
… la distinción entre “época” y “etapa” del marxismo,
entre otras cuestiones problemáticas planteadas por Ibarra, las trataremos en
el trabajo extenso y completo sobre el tema que nos convoca.
… si implícitamente hubo hasta hoy un
proyecto detrás de mis avances en la teoría marxista, uno de ellos ha sido
precisamente el de contribuir a una sustentación cabal del maoísmo. Esto último
es algo que se me tornó más claro una vez que mis estudios me llevaron a
cuestionar los esquemas heredados por las tradiciones marxistas “militantes” en
el Perú, y todo esto adoptó un rumbo definido a partir de la cuestión de la
dialéctica.
Aquí, como vemos también, Ballhorn da muestras de
maloliente pedantería que, como es sabido, es defecto típico del intelectual
pequeño burgués.
Desde
luego, no es fácil imaginarse cómo, con un arsenal teórico tomado enteramente
de autores burgueses y revisionistas, con sus desvergonzadas tergiversaciones,
con su erróneo planteamiento tanto del problema del desarrollo del marxismo
como del problema de su denominación y, en general, con su demostrada confusión
y su evidente confusionismo, nuestro articulista podría «contribuir a una sustentación cabal del maoísmo». Curiosamente, en este extravío reside la pretendida «seriedad»
de su prometido «trabajo
extenso y completo sobre el tema».
Sin
haber examinado las flojedades idiomáticas del artículo de Ballhorn, pero
habiendo esclarecido sus oscuras afirmaciones y revelado sus flagrantes
desatinos, cabe terminar las presentes líneas dejando sentado que su delirante
maoísmo puramente verbal no le alcanza para disimular su enfoque sesgado,
reduccionista, falseador del marxismo, es decir, no le sirve en absoluto para
ocultar su apolillado revisionismo.
Notas
(1) Para evitar que el lector crea que fuerzo la argumentación, copio lo que César Lévano
recordó en un ensayo: «Al
remitir su trabajo [El imperialismo, fase
superior del capitalismo], Lenin
había enviado también, en correo aparte, una tarjeta postal –truco para burlar
la censura– en que precisaba: «El
subtítulo: “ensayo de divulgación”, es seguramente indispensable, porque
numerosos elementos importantes están expuestos conforme a ese género de obras.» (Lenin y Mariátegui,
autores varios, Empresa Editora Amauta, Lima, 19. p. 202).
(2) En una conversación de hace ya diez años, con aire de
triunfador un senderista me decía que para definir el maoísmo como tercera
etapa del marxismo, su partido se basa en la definición del leninismo como «la teoría y la táctica de la revolución proletaria en
general, la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado en particular», y no en su definición como el «marxismo de la época del imperialismo y de la revolución
proletaria.»
Pues bien, como Ballhorn ahora, el
aludido senderista disociaba la definición general del leninismo de su
definición específica, ambas debidas a Stalin, y, de esa forma, creía validar
la definición del maoísmo como «tercera
etapa del marxismo».
Pero ocurre que, como ya subrayé, la definición específica del leninismo es
incomprensible fuera del marco de su definición general. Veamos esto. Solo con
el surgimiento del imperialismo la revolución proletaria cobró actualidad
histórico-universal (en la época del capitalismo competitivo la revolución
proletaria se encontraba en proceso de preparación). Es decir, la teoría y la
táctica de la revolución proletaria en general y la teoría y la táctica de la
revolución proletaria en particular, cobraron actualidad (tanto en la teoría como en la práctica) y universalidad (formación de un solo
frente de lucha conformado por la lucha de los pueblos oprimidos por su
liberación y la lucha del proletariado por el socialismo), solo con el
surgimiento del imperialismo y, por esta razón, nuestra época es la del
imperialismo y la revolución proletaria. O sea que, la actualidad del
imperialismo determinó la actualidad de la revolución proletaria y de la
dictadura del proletariado. Por lo tanto, la definición específica del
leninismo tiene su fundamento en su definición general, y por tener dicha
revolución y dicha dictadura un lugar central en la doctrina marxista, Stalin
señaló que la definición específica del leninismo es más exacta. Pero Stalin no
disoció esta definición de la definición general del leninismo; por el
contrario, aquella la derivó de esta última y, así, las expuso una después de
la otra. Esto es dialéctico. En nuestra
época, pues, el leninismo, entendido restrictivamente como el pensamiento
de Lenin, comprende un desarrollo de la teoría y la táctica de la revolución y
la dictadura proletarias, y el pensamiento de Mao comprende un desarrollo
ulterior de esas dos cuestiones, pero, como lo entenderá cualquier marxista
consecuente con su materialismo, ambos desarrollos corresponden por igual a
nuestra época. Pero como se ha visto, nuestro senderista (y con él, según nos
dijo, su partido) considera el desarrollo concretado por Mao de la teoría y la
táctica de la revolución y la dictadura proletarias sin tener en cuenta que tal
desarrollo tuvo lugar precisamente en las condiciones de nuestra época (entre
las cuales se encuentran, como es obvio, las condiciones particulares tanto de
la vieja China como de la China socialista). En esto consiste el materialismo
de nuestro «maoísta».
24.05.2019.