Nota Explicativa:
Los artículos
Algo más que una respuesta a Miguel
Aragón (09.01.12), Acerca del cuarto
seminario del revisionismo peruano
(12.08.12) y Acerca de la demagogia de
una carta abierta (22.08.12), que publicamos ahora en estas páginas, son un
desvelamiento de las intenciones y los métodos criollos que el grupo de Ramón
García ha puesto en juego en los sucesivos eventos que ha realizado a lo largo
de los últimos años con vistas a fundar su partido socialista.
Como se puede constatar, los mencionados
artículos conservan toda su actualidad, y por esta razón sirven para comprender
el sentido de cualquier evento futuro que pueda promover el aludido grupo.
Estamos seguros que el lector sabrá
captar por sí mismo el valor de la crítica sustentada por el autor de los
artículos, y esto nos ahorra de tener que subrayar en estas líneas algunas
cuestiones puntuales.
El
Comité de Redacción.
¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
Algo Más Que Una Respuesta a Miguel Aragón
Eduardo Ibarra
I
EN UNA
CARTA DEL 26 DE NOVIEMBRE DEL AÑO PASADO A LUIS MIGUEL, Aragón ha calificado de
“total y extremadamente sectaria” mi crítica a la participación de algunos
marxista-leninistas en el presuntuosamente llamado Seminario del Socialismo
Peruano. Esta acusación me obliga a analizar los hechos que han dado lugar a la
misma, pues, como lo entenderá cualquier marxista, este es el único modo de
encontrar la verdad.
Pues
bien, desde antes de su apertura, estuvo claro que el objetivo del mencionado
seminario no era cribar ningún frente
unido, sino fundar el nivel público del partido-amalgama que promueve el grupo
revisionista (1). Este objetivo se hizo más evidente aún en sus sesiones
iniciales.
Pero,
silenciando esta realidad, Aragón habla del “… encuentro realizado entre
algunos socialistas, colaboración mínima, pero en fin colaboración…”, y, con
esta tendenciosa afirmación, se ha lanzado contra mi persona.
Pero
ocurre que el fondo de la cuestión es que, como es lógico, dicha “colaboración”
no podía ser sino una en torno al objetivo del seminario. En otras palabras, la
“colaboración” esperada de las tendencias invitadas al evento era una entre
marxista-leninistas y revisionistas a favor del plan de estos últimos. Esta es
la “colaboración” que le sirve a Aragón como pretexto para acusarme de
sectario.
Iniciado
el seminario, sin embargo, la inmensa mayoría de tendencias asistentes se
pronunció no por el plan partidista
del grupo revisionista, sino por una labor frenteunionista. Por eso el promotor
visible del evento (su promotor invisible ha sido el nivel secreto del partido-amalgama, nivel
existente desde hace más de tres años) se apresuró a amenazar con dar “un paso
al costado” y Ramón García a publicar un artículo donde argumentó la
importancia del partido, pero, como es su costumbre, silenciando los hechos
visibles y no visibles que configuran la controversia. No obstante esta
arremetida, los grupos y tendencias no retrocedieron en su determinación, y,
así, mal de su agrado, el grupo revisionista tuvo que sobrellevar la situación
creada.
Ciertamente el rechazo al
objetivo del grupo revisionista fue un completo acierto. Pero
las razones del mismo no están muy claras todavía, al menos para el suscrito.
¿Se debió este rechazo a una plena conciencia del carácter revisionista del
proyecto de un partido-amalgama? Si los marxista-leninistas actuaron con esta
conciencia, entonces la situación es excelente, pero, en este caso, hubiera
sido mejor que se inhibieran de participar en el evento, pues el resultado
hubiese sido el mismo: la afirmación de
la independencia de las diversas
tendencias con respecto al proyecto de un partido-amalgama y el
consiguiente aislamiento del grupo
revisionista. ¿Acaso, con su participación, han ganado algo fundamental,
distinto a esta afirmación y a este aislamiento perfectamente posibles sin
dicha participación? Evidentemente que no. Por lo demás, para escribir sobre
cualquier aspecto del Socialismo Peruano, no hace falta un seminario
precisamente, y menos todavía uno con un objetivo oportunista.
El
propósito aparente del mal llamado “Comité 80” fue vertebrar el frente unido,
pero su objetivo real fue fundar el mencionado partido-amalgama. Nadie puede
haberse olvidado de las amenazantes palabras de Aragón en el sentido de que
quienes no se plegaban a ese proyecto de partido iban a quedar fuera de la
historia. Pero ocurrió que, al final de la gestión del famoso Comité, no hubo
ningún partido ni ningún frente: lo último, debido a que, como acabamos de
señalar, no era el objetivo del grupo revisionista; lo primero, debido a que
las tendencias participantes no se avinieron al proyecto partidista de dicho
grupo. En consecuencia, es claro que la retórica sobre el frente unido que
utiliza el grupo revisionista, fue nada más que un señuelo para convocar y
tener congregados a grupos y tendencias que pudieran servirle de espacio
propicio para pescar incautos y fundar su partido doctrinariamente heterogéneo
con dos niveles: uno secreto y otro público.
Cosa
semejante ha ocurrido con el mal llamado Seminario del Socialismo Peruano, pues
aquí el grupo revisionista, habiendo fundado ya el nivel secreto, ha tenido
como objetivo cribar el nivel público de su partido-amalgama, pero, como se
sabe, no se ha producido esto y, por lo demás, tampoco ha habido frente: lo
último debido a que, igual que en la experiencia del “Comité 80”, no era el objetivo de los promotores del
evento; lo primero, debido a que la inmensa mayoría de tendencias
participantes rechazaron el objetivo declarado del seminario.
II
Pregunto
específicamente: ¿por qué Jaime Lastra y Mauricio Dominguez, activistas de
larga experiencia y antirrevisionistas convictos y confesos, no han tenido en
cuenta la lección que arrojó la experiencia del “Comité 80” y han participado
en un evento cuyo objetivo exclusivo y
excluyente era fundar el nivel
público de un partido revisionista? ¿Por qué le han sacado lustre a la
tribuna del seminario con su distinguida presencia y hasta con una ponencia,
cosas a las que, después del mencionado rechazo, se limitó su “colaboración”
con el grupo revisionista, “colaboración mínima, pero en fin colaboración”?
¿Por qué no procedieron más bien a responder a la invitación con una
declaración de los motivos por los cuales no participarían del evento? ¿Por
qué, en todo caso, en el curso de sus sesiones, no criticaron su objetivo de
fundar el nivel público del partido-amalgama? ¿Por qué no escribieron una
ponencia con este contenido, que así hubieran contribuido al desarrollo de la teoría del Socialismo
Peruano? ¿Consultaron su participación al colectivo al que pertenecen? ¿Fue
acordada en este espacio su participación, o fue una iniciativa personal? Si lo
primero, entonces todo el colectivo se ha equivocado; si lo segundo, entonces
dicha participación ha sido una arbitrariedad, una actitud con ribetes de
anarquismo. En una cuestión tan delicada como tener que responder a una
invitación del grupo revisionista que tenía el objetivo de fundar el nivel público
de su partido-amalgama, ningún marxista-leninista que respete al colectivo del
que es parte puede tomar una decisión personal. Esta es, pues, una cuestión a
esclarecerse.
En 1919
Mariátegui no participó de la fundación del Partido Socialista que se derivó
del Comité de Propaganda y Organización Socialistas, fundado por él y sus
compañeros unos meses antes. La razón de esta no participación la dio el propio Mariátegui diez años después:
“Una parte de los elementos que lo componen, dirigida por Luis Ulloa, se
propone la inmediata transformación del grupo en partido; la otra parte, en la
que se cuentan precisamente los iniciadores de su fundación, sostienen que debe
ser mantenido como Comité de Propaganda y Organización Socialistas, mientras su
presencia no tenga arraigo en las masas. El período no es propio para la
organización socialista… Mariátegui,
Falcón y sus compañeros se separan, finalmente, del grupo que acuerda su
aparición como partido el 1º de Mayo de 1919” (2).
¿Fue
esta declaración de Mariátegui –que, sin lugar a dudas, repetía los conceptos
de aquella otra, no recogida en ningún escrito, pero que, sin embargo, puede
suponerse con toda razón que dio el mismo año de 1919– una declaración “total y
extremadamente sectaria”? ¿Debieron Mariátegui y sus compañeros asumir una
posición intermedia, conciliadora,
entre “la defensa absoluta” y “el ataque total” en relación al Partido
Socialista de 1919? ¿No debieron desenmascarar la patraña? ¿No fue dialéctica
su actitud?
En
1928, cuando Haya de la Torre intentó transformar el Apra en el Partido
Nacionalista Peruano, Mariátegui, con claro criterio, no participó de semejante
intento y deslindó con él en términos inequívocos: “Los elementos de izquierda
que en el Perú concurrimos a su formación [a la formación del Apra]
constituimos de hecho –y organizaremos formalmente– un grupo o un Partido
Socialista, de filiación y orientación
definidas…” (3).
¿Fue
esta afirmación de Mariátegui “total y extremadamente sectaria”? ¿Debieron
Mariátegui y sus compañeros asumir una posición intermedia, conciliadora, entre “la defensa absoluta” y “el ataque
total” en relación a la maniobra hayista? ¿No debieron desenmascarar la
patraña? ¿No fue dialéctica su actitud?
III
Hoy, de
acuerdo a estas enseñanzas de Mariátegui, los marxista-leninistas no tendrían
que hacerle el juego al grupo revisionista participando en los eventos que
organiza con vistas a fundar el nivel público de su partido-amalgama y, más
bien, tendrían que deslindar resueltamente con este proyecto, así como, al
mismo tiempo, concentrarse en DESARROLLAR SU PROPIO TRABAJO POR CONSTRUIR UN
PARTIDO MARXISTA-LENINISTA.
Y, para
no perder la orientación y el tiempo, tendrían que tener en cuenta en todo
momento estos esclarecedores conceptos de Mariátegui: “Los elementos que
trabajamos por el socialismo, con los obreros y campesinos, daremos vida a
nuestro Partido Socialista. Los que con un programa nacionalista revolucionario
quieran organizar a la pequeña burguesía, son muy libres de hacerlo. Si su
partido, hipotético por el momento llega a ser una organización de masas, no
tendremos inconveniente en colaborar eventualmente con él con objetivos bien
definidos. Los términos del debate
quedan así bien esclarecidos y todo reproche por divisionismo completamente excluido.
No hay por nuestra parte divisionismo sino clarificación. Queremos que se
constituyan fuerzas homogéneas; queremos evitar el equívoco; queremos salir del
confusionismo. ¿Puede haber doctrinal y teóricamente un propósito más neto y
más oportuno? Lo dudo” (4).
Apliquemos
a la situación actual estos conceptos: “Los elementos que trabajamos por el
socialismo, aunque por ahora casi sin los obreros y los campesinos, daremos
vida a nuestro partido de clase. Los que con una posición revisionista quieren
organizar a los trabajadores en un partido no
de clase, son muy libres de hacerlo. Si su partido, hipotético por el momento,
llega a ser una organización de masas, no tendremos inconveniente en colaborar
eventualmente con él con objetivos bien definidos. Los términos del debate
(marxismo-leninismo o marxismo a secas; defensa o mistificación de la identidad
ideológica de Mariátegui; desarrollo o tergiversación de su obra teórica y
práctica; defensa o falsificación de la verdad histórica del PSP; reestructuración
Estado burgués en sus bases municipales u organización revolucionaria de las
masas para tumbar el Estado burgués; partido de clase bajo la forma de partido
de masas o partido de masas sobre el contenido de un partido no de clase), quedan así bien esclarecidos y todo reproche por divisionismo
completamente excluido. No hay por nuestra parte divisionismo sino
clarificación. ¿Puede haber doctrinal y teóricamente un propósito más neto y
más oportuno? No, no puede haber”.
Doctrinal y teóricamente,
política y organizativamente, no hay ni puede haber hoy por hoy un propósito
más neto y más oportuno que deslindar con el proyecto revisionista de un partido-amalgama, no hay ni
puede haber hoy por hoy un objetivo más neto y más oportuno que LLEVAR HASTA EL
FIN LA RECONSTITUCIÓN DEL PARTIDO DE MARIÁTEGUI, EJE DE LA CONSTRUCCIÓN DEL
FRENTE UNIDO DEL PUEBLO PERUANO. ESTO NO
ES DIVISIONISMO SINO CLARIFICACIÓN.
EL PARTIDO DEL PROLETARIADO ES UNA FUERZA ORGÁNICA
Y DOCTRINARIAMENTE HOMOGÉNEA. QUEREMOS EVITAR EL EQUÍVOCO DE UN PARTIDO
ORGÁNICA Y DOCTRINARIAMENTE HETEROGÉNEO. QUEREMOS SALIR DEL CONFUSIONISMO QUE
SIGNIFICA UTILIZAR LA PALABRA SOCIALISMO PARA SILENCIAR LA OPOSICIÓN DE
PRINCIPIO ENTRE MARXISMO-LENINISMO Y REVISIONISMO, PARA SILENCIAR LA OPOSICIÓN
DE PRINCIPIO ENTRE LA CONCEPCIÓN DEL PARTIDO DE CLASE DE MARIÁTEGUI Y LA
CONCEPCIÓN DEL PARTIDO NO DE CLASE DE
PORTOCARRERO-PESCE RECICLADA POR RAMÓN GARCÍA.
IV
Pues bien, como es notorio, Aragón silencia el
objetivo del seminario de fundar el nivel público del partido-amalgama que
promueve su tendencia e intenta desviar la atención de los activistas hacia una
supuesta “colaboración”, cuando, como está probado, el seminario no tuvo ningún
objetivo frenteunionista.
El discurso sobre el “frente
unido” y la “actividad conjunta” son cosas que la tendencia revisionista utiliza
únicamente como señuelo para llevar adelante su plan partidista. De esta forma
los marxista-leninistas que, con ánimo frenteunionista, han participado en el
reciente seminario, lo único que han hecho es “colaborar” con la “preparación”
del partido-amalgama, así esta “colaboración” háyase limitado a barnizar la
tribuna del evento con su honorable presencia y a engrosar su literatura con
alguna ponencia.
Por otro lado, Domingo Suárez,
por cuya boca habla el grupo revisionista (que, como tal, esperaba otra cosa
del reciente seminario), dice que las diversas tendencias asistentes “se han olvidado de sus propuestas
de unidad” y que “Pareciera que no tienen ningún interés de aunar esfuerzos en
la lucha contra el enemigo” (palabras citadas por Aragón en la carta que en
parte comento).
Puesto que el seminario no tuvo
ningún objetivo frenteunionista, la afirmación de Suárez es engañosa. Pero, a
contrapelo de su torcida intención, tal afirmación prueba, de un modo
irrefutable, que el discurso acerca de la “unidad” y “la lucha contra el
enemigo común” le sirve a su grupo como ardid para atraer a las diversas
tendencias a una “colaboración” que tiene como fin exclusivo y excluyente la
“preparación” de su organización partidaria, la fundación de su partido no de clase, de su partido-amalgama.
Es claro que, si las tendencias
participantes hubieran asumido el objetivo de fundar el nivel público del
partido-amalgama, entonces el grupo revisionista habría dicho que tales
tendencias han “aunado esfuerzos en la lucha contra el enemigo común”; pero
como, por el contrario –y con toda razón–, rechazaron dicho objetivo, entonces
dice que “se han olvidado de sus propuestas de unidad”. Esta es la curiosa
lógica de los revisionistas. Este es el trastrueque con el que intentan pasar
su objetivo particular de grupo como objetivo
general del movimiento. Esta es la treta con la cual procuran disimular la
“preparación” de su proyecto partidista. Esta es la añagaza con la que buscan desorientar, confundir, engañar a los
activistas del movimiento.
Ciertamente los revisionistas
se muestran sumamente torpes: como lo sabe cualquier marxista, hay unidad y
unidad, y la que postulan las diversas tendencias es precisamente la unidad
programática, frenteunionista, y no, por supuesto, la nebulosa unidad en un
partido-ensalada. En cuanto a unidad partidaria, los marxista-leninistas son
partidarios del partido de clase proletario y no de un partido interclasista en el sentido socialdemócrata del
término, de un partido a lo PSP y no a lo Apra, a lo Mariátegui y no a lo Haya.
En conclusión, mientras Aragón
utiliza la palabra “colaboración” para oscurecer la conciencia de los
activistas y hasta propone medidas a fin de que el anunciado cuarto seminario
sea un éxito, es decir para que pueda alcanzar, o avanzar al menos, el objetivo
de fundar un partido-amalgama, Suárez, con el claro objetivo de intimidar, acusa
a las diversas tendencias de no “aunar esfuerzos en la lucha contra el enemigo
común”, y utiliza la palabra unidad a manera de señuelo para mantener a dichas
tendencias más o menos próximas a fin de que sigan barnizando los eventos de su
grupo.
Por lo demás, estas
constataciones demuestran fehacientemente que, tanto Miguel Aragón como Ramón García,
coinciden en la cuestión del partido-amalgama, y que apenas discrepan en torno
a cuestiones procedimentales (métodos de trabajo, etcétera). Por eso la
discusión que mantienen no pasa de ser una discusión entre revisionistas.
Esclarecidos, pues, los hechos
y las teorías, y, además, teniendo en cuenta las enseñanzas de Mariátegui, la
acusación de sectarismo con la que Aragón ha pretendido descalificar mi crítica
a Jaime Lastra y Mauricio Domínguez, se cae a pedazos. Esta antojadiza
acusación revela que mi oposición a ponerle el hombro, de la manera que fuese,
a los planes organizativos del grupo revisionista, es una posición correcta y
muy oportuna, y, es esto precisamente lo que desespera a mi acusador.
“Colaboración”, dice él. Y yo pregunto: ¿colaboración para qué? Está claro que
para viabilizar el plan de un partido doctrinariamente heterogéneo, de un
partido no de clase, de un partido
“marxista” no leninista, contrario por principio al partido
doctrinariamente homogéneo, de clase, marxista-leninista de Mariátegui. Esta colaboración, “colaboración mínima,
pero en fin colaboración”, es la que se ha dado en el reciente seminario bajo
la forma de presencias y ponencias que le han servido al grupo revisionista
para sacarse lustre.
V
Ni
Jaime Lastra ni Mauricio Domínguez tienen, pues, ninguna razón que pueda
justificar su participación en el seminario. Y no pueden tampoco recurrir a
ningún sofisma como pretexto para justificarse, pues eso ya sería una completa
deshonestidad intelectual y política, cosa que, desde luego, no espero de
ninguno de ellos.
El
seminario del grupo revisionista tenía como objetivo fundar el nivel público de
su partido-amalgama. Esto es lo concreto. Por eso, no hay por dónde perderse.
Por eso, los marxistas-leninistas no debieron sacarle brillo al evento con su
participación, sino enviar a sus organizadores una Declaración de Motivos que
precisara por qué se inhibían de participar. Difundida en el movimiento, dicha Declaración hubiese contribuido a esclarecer los
términos de la controversia y, por tanto, a desenmascarar el objetivo
revisionista del seminario más que cualquier participación más o menos
rutinaria.
VI
En
conclusión, está claro que la retórica sobre el frente unido le sirve al grupo
revisionista de treta para convocar y congregar a grupos y tendencias a fin de
tener un espacio donde pescar incautos que le sirvan para fundar su
partido-amalgama. Así lo prueba tanto la experiencia del “Comité 80” como la
del reciente seminario. Por eso, es lógico esperar que los marxista-leninistas
asimilen esta lección y procedan en consecuencia.
VII
Para
confutar la acusación de caudillismo que, una vez más, insinúa Aragón, basta
señalar que no pertenezco a ningún grupo y que, en el seno de mi tendencia, soy
un agonista más acicateado por el ferviente propósito de cumplir bien su
jornada. Así pues, la insinuada acusación de Aragón también se cae a pedazos.
VIII
Desde
hace tiempo existe abundante literatura esclarecedora del sentido tendencioso
de la palabra socialismo en boca del grupo revisionista; acerca de su negación
del marxismo-leninismo; sobre la mistificación que hace de la identidad
ideológica de Mariátegui y la tergiversación que comete de su obra teórica y
práctica; referente a su táctica reformista de un “nuevo municipio”; relativa
al carácter oportunista de su proyecto de partido; concerniente a sus métodos
criollos; a propósito del egotismo burgués y el servilismo feudal existentes en
sus filas; etcétera.
Por eso
nadie puede aducir que los campos no están teóricamente deslindados. Por eso es
deber de los marxista-leninistas luchar por la construcción de un partido de
clase bajo la forma de partido de masas (que
este es el verdadero contenido del
planteamiento mariateguiano de “un partido de masas y de ideas”). Por eso,
también es deber suyo desenmascarar el uso tendencioso que hace Ramón García de
este planteamiento, al vaciarlo de su
contenido para vender el contrabando de un partido de masas no de clase y, además, de ideas revisionistas.
Es
obvio que quien no cumple esta doble tarea, objetivamente juega para el grupo
revisionista y, por tanto, también objetivamente, favorece al proyecto de un partido-amalgama, DE UN PARTIDO ANTIMARIATEGUIANO.
IX
Tenemos
la seguridad de que la mayoría de marxista-leninistas sabrán desembarazarse de
la retórica de la tendencia revisionista; deslindar con su negación del
marxismo-leninismo; criticar la mistificación que hace de la identidad
ideológica de Mariátegui y la tergiversación que comete de su obra teórica y
práctica; abandonar la táctica
reformista del “nuevo municipio”; desenmascarar el oportunismo que significa el
proyecto de un partido-amalgama; denunciar sus métodos criollos; marcar a fuego
el egotismo burgués y el servilismo feudal existentes en sus filas; etcétera.
Pues
bien, está anunciada la realización del cuarto Seminario del mal llamado
Seminario del Socialismo Peruano (mal llamado por la razón fundamental de que, por
motivos suficientemente demostrados, debe llamarse más bien Seminario del Revisionismo Peruano). Este evento será, pues, una
oportunidad para saber quiénes han asimilado verdaderamente las lecciones que
han arrojado la celada del “Comité 80” y la emboscada del Seminario y quiénes
no; para saber quiénes confunden su ánimo frenteunionista con la realidad
objetiva y quiénes no; para saber
quiénes tienen la suficiente personalidad para no dejarse utilizar por el grupo
revisionista y quiénes no; para saber quiénes han asimilado las enseñanzas de
Mariátegui en punto a la necesidad de deslindar con posiciones extrañas al
sentido común y al marxismo-leninismo y quiénes no; para saber quiénes tienen
la suficiente seguridad en sus propias ideas para no temerle en absoluto a los
reproches y sambenitos que vengan del grupo revisionista y quiénes no; para saber quiénes tienen la necesaria resolución de
TRAZAR Y SEGUIR EL CAMINO PROPIO DE LA
RECONSTITUCIÓN DEL PARTIDO DE MARIÁTEGUI y quiénes no.
Los que
no pensamos ni actuamos bajo la seducción de la retórica y los señuelos de
Ramón García y sus adláteres, ESPERAMOS SIMPLEMENTE QUE LOS MARXISTA-LENINISTAS
ACTÚEN COMO MARXISTA-LENINISTAS. Esto es todo.
Pero,
si nos equivocáramos, es decir, si lo que es lógico esperar de los
marxista-leninistas no se diera, entonces sería un hecho que entre algunos
activistas se habría configurado una
posición centrista, conciliadora, que le haría el juego al grupo revisionista.
Notas:
[1] Con
lo de grupo revisionista nos referimos al grupo que dirige Ramón García.
[2]
T.13, p.99. La elipsis y las negritas son nuestras.
[3]
Martínez de la Torre, Apuntes para una
interpretación marxista de historia social del Perú, t.II, p.301. La
elipsis y las negritas son nuestras.
[4]
Carta a Mario Nerval del 28 de junio de 1929, Correspondencia, t.II, p. 597. Las negritas son nuestras.